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domingo, 20 de mayo de 2018

Consideración de Cataluña, (La sociedad y la lengua), Julián Marías.



A través de una cita que hacía Salvador de Madariaga tuve conocimiento de este artículo de Marías, publicado en la década de los sesenta del pasado siglo XX, en plena dictadura de Franco, quien, como se recordará, murió a finales de 1975.
 No lo comentaré,  sólo  copiaré y pegaré  aquellos párrafos para mí más reveladores. No obstante, recomiendo  su íntegra lectura.
La lengua de Cataluña, (…), ha sido desde los orígenes que se confunden con la génesis de los romances españoles, el catalán. (…) que, a lo largo de su historia, ha convivido siempre estrechamente con otras lenguas; o, dicho en forma algo distinta, la sociedad catalana ha estado definida habitualmente por una pluralidad lingüística.
No olvidemos que durante toda la Edad Media no ha habido "lenguas nacionales", por la sencilla razón de que no había naciones(…)se habla latín, y sólo a partir de cierto momento se puede decir que aquello ya no es latín, sino uno u otro romance; pero el latín no desaparece por ello, sino que perdura para ciertas funciones: es la lengua escrita (…) es la lengua culta, la de la Iglesia, la del pensamiento, la de ciertas formas de poesía e historia; las "lenguas vulgares" conviven con el latín durante siglos. Esto suele verse desde el punto de vista del latín, pero aquí me interesa la otra perspectiva: las lenguas vulgares no son "únicas", no son la lengua del país, sino que significan una opción; el que habla o escribe tiene que decidir si habla o escribe en latín o en romance; y la decisión depende del estrato social, de la profesión, del propósito.


«Querer ignorar que el catalán es la lengua primera de Cataluña, y que está
viva desde los orígenes hasta hoy, es una alteración de la realidad, y la
realidad reclama siempre sus derechos; olvidar que el catalán nunca ha estado
solo es otra falsedad que las cosas mismas se encargan de desmentir.»

« Las presiones se ejercen siempre en cierta dirección y sentido; se aplican a ciertos puntos que interesan en cada momento; son posibles o no según los
recursos de que dispone el Poder.»


«El Romanticismo, cansado de homogeneidad, abstracción y racionalismo, toca
la corneta para llamar a todas las realidades olvidadas. Es un gran suscitador y
un gran resucitador a la vez. Sólo en esta perspectiva se entiende rectamente el
florecimiento de las letras catalanas en el último siglo.»


«En todo caso, si la lengua es un uso social, es la sociedad quien debe regularlo. Toda interferencia no social en el mecanismo de la lengua puede ser una
perturbación.»


«Los catalanes sienten su idioma peculiar como irrenunciable.»

«Los catalanes encuentran "normal" que los que viven en Cataluña, sobre todo si
ejercen funciones públicas hablen o por lo menos entiendan el catalán; tienen conciencia de que basta un mínimo de buena voluntad para conseguirlo en breve plazo.»

«El que "vive" en Cataluña puede y debe aprender catalán —con ello no pierde  nada: gana una espléndida e ilustre lengua—; en todo caso9 lo suficiente para  entenderlo^ aunque siga hablando en español si lo prefiere

«Todavía son innumerables los catalanes que hablan catalán cotidianamente, pero cuando escriben, incluso cartas familiares, lo hacen en español.»
Termina el artículo con los siguientes párrafos que también considero deben ser destacados:
“Y no olvidemos, por último, el factor que fue decisivo en el proceso iniciado hace medio milenio: la atracción la fascinación incluso, de la espléndida literatura que se inicia con la Celestina y llega a Unamuno, Azorín, Valle-Inclán, Ortega, Juan Ramón Jiménez y un par de docenas de escritores de las últimas cuatro generaciones; literatura que nunca ha sido ajena a los nacidos al este del Ebro.
Yo creo necesario, dado el estado real de las cosas, que el catalán sea poseído con plenitud, escrito con naturalidad y esmero, usado con libertad. Creo que cada cual debe decidir por sí lo que escribe al frente de su tienda, en qué lengua compone e imprime sus libros, revistas y periódicos, cómo conversa o negocia. El amor, el gusto, la conveniencia, el prestigio se encargarán de regularlo. Los catalanes necesitan sentirse plenamente instalados en el catalán para no tener una impresión de exilio; su lengua es lo bastante fuerte y vivaz para haber llegado llena de energía y posibilidades a la segunda mitad del siglo XX. Y esas posibilidades no son sólo catalanas: son españolas. Importa a España tener con un máximo de perfección y vigor sus lenguas regionales, que son otras tantas fuerzas espirituales que aumentan su riqueza. El plurilingüismo puede ser enojoso o perturbador para la vida de un país cuando unas porciones de él hablan una lengua, otras, una distinta. En el caso de España no es así, porque existe una lengua general, que es además una lengua universal, la cual nada tiene que perder de la pujanza y la capacidad creadora de las lenguas regionales.”

Estos  razonamientos  de Julián Marías fueron contestados por Maurici Serrahima (1)mediante un libro ” Realidad de Cataluña. Respuesta a Julián Marías”, editado en 1967 por Edicions 62, versión en castellano, y recientemente, en 2006, por Proa, con prólogo de Miguel Herrero de Miñón.  Me habría agradado conocer las argumentaciones contrarias de Serrahima a estas consideraciones de Marías, pero no he hallado reseña explícita .  

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(1) Copio y pego algunos de los párrafos de artículo de elpais.com, publicado cuando el fallecimiento del político catalán:
De ideología democristiana, Serrahima -hijo, nieto y padre de abogados- representaba todo un sector de opinión surgido del catolicismo liberal e inmerso en los avatares de un catalanismo político que había resultado ser, en su dimensión dominante en los años de la República, claramente laico.Bajo la República, Serrahima llevó a cabo el difícil equilibrio de ser fiel a un proceso que afectaba a las instituciones de su religión. Sus primeros artículos aparecieron en el diario El Matí (La Mañana), representativo de los católicos fieles a la República y a la autonomía de Cataluña, cuya actuación política se plasmaba en el partido Unió Democrática de Catalunya, en el que militó Serrahima. La principal figura de este partido, Manuel Carrasco Formiquera, murió fusilado por Franco mientras gritaba nada menos que «¡Visca Jesús, visca Catalunya! » (¡Viva Jesús, viva Cataluña!)(…). En aquellos negros años, Serrahima usó y abusó del hecho que él fuese, como sobre el papel lo era el régimen, cristiano y católico. Lo hizo en beneficio de todos los catalanes y con el fin de derribar o acortar la dictadura. Son los años de las reuniones en Montserrat, en el convento de Cápuchinos del barrio de Sarriá -donde reside toda la enorme saga Serrahima- e infinitas casas particulares. Rápidamente, en el bufete de Serrahima, a partir de últimas horas de la tarde, se produce una curiosa especialización. Serrahima se ocupa de la conspiración cultural, y su pasante, el hoy senador Josep Benet, de las cuestiones más estrictamente políticas. Ambos abaiidonan pronto su militancia democristiana, para situarse claramente a la izquierda(…)En uno de sus primeros viajes a Cataluña, el entonces príncipe de España tiene el acierto de pedir a Serrahima que le visite. El escritor salió encantado. Repetidas veces recordó cómo el actual Rey había coincidido con él en la apreciación de la persecución sufrida por Cataluña, la cultura y lengua catalanas. Fruto de aquel contacto personal fue el nombramiento de senador real..