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jueves, 6 de marzo de 2008

Alejo Carpentier, noviembre, 2004

Acabo de leer que Cuba, el país natal de Carpentier, celebra el centenario de su nacimiento.

He leído por tres veces su gran obra "El siglo de las luces", una magnífica novela histórica. En ella, a través de uno de sus protagonistas, Víctor Hugues, personaje real, ves cómo un ser humano puede evolucionar de idealista, liberal y fraternal con todos sus congéneres, a convertirse en un vil negrero; capaz de promulgar leyes engañosas para volverle a poner la cadena de esclavitud a los mismos que tiempo atrás había contribuido a liberar. Ello con el sólo propósito de tener mano de obra gratis para atender su extenso latifundio. En su fase de noble idealista contribuyó a expandir por la América, entonces perteneciente a la Corona de España, los principios de igualdad, libertad y fraternidad inspirados por la Revolución Francesa. Mientras que,posteriormente, su avaricia y sus ansias de poder le convierten  en un déspota corrupto. 

Es un libro para leer despacio y sacar conclusiones aplicables a nuestros tiempos.

Muchas veces me he preguntado cómo Carpentier habiendo escrito esta obra en la que se describe de manera clarísima la degradación moral de un individuo obsesionado sólo por el interés propio y conservar el poder, pudo ser tan poco crítico con la dictadura castrista. No me extraña, pues, que le "costase" trece años escribir "La consagración de la primavera", según leí,dedicada al régimen de Castro. Ni la desazón que el proyecto le producía.