Hace ya unos cuantos día que terminé de leer " De profundis", escrita por Oscar Wilde en la cárcel de Reading, mientras sufría condena de trabajos forzados acusado de cometer actos de sodomía.
El libro es una edición de Edimat Libros, 1999, con interesante estudio preliminar de Carmelo Sánchez Castro, con muchos datos biográficos de Wilde, de su pensamiento y de sus obras en general pero, y muy especialmente, sobre esta "De profundis", la cual - dice Sánchez - "fue escribiendo en hojas de papel que le fueron suministrando de una en una, quedando bajo la custodia del alcaide de la prisión".
Se trata de una obra escrita en forma de larguísima misiva dirigida a su ingrato amante, el frívolo Alfred Douglas. Fue realizada a ratos durante los dos años que duró su encierro en la cárcel. Terminada su condena, Oscar Wilde recogió el manuscrito dado al Alcaide, y lo entregó a su amigo y albacea literario Robert Ross para que hiciera copiar el texto en limpio. Ross - dice Sánchez - "remitió la carta a su destinatario, reservándose una copia y el original manuscrito, que depositó sellado en el Museo Británico de Londres, para evitar que las iras del joven Bosie (Alfred Douglas) impidieran que la posteridad recibiera esta excelente pieza literaria de Wilde"
En esta sucesión de escritos carcelarios que son las páginas de este libro "De Profundis", así bautizado por R. Ross, OW expresa a su amigo muchas cosas que no le había dicho y que entendía era necesario, imprescindible, decirle. Entre ellas, su egoísmo exacerbado, sus maneras violentas, la utilización oportunista y descarada de los bienes de Wilde. En esta última cuestión hay muchas alusiones y explicaciones acerca de las múltiples veces en que Alfred Douglas se sirvió del peculio del escritor para satisfacción de sus vicios y francachelas, de su abusiva prodigalidad a expensas de Wilde y, por el contrario, de su mezquindad y total indiferencia siempre que del escritor se trató o tuvo necesidad de él. También es crítico con el papel de la madre del joven aristócrata, quien no supo asumir y ejercer las responsabilidades adecuadas y justas de una buena madre de familia.
Pero, el valor y la importancia que esta última creación literaria de Oscar Wilde ofrece no está en sus reparos - que los hay y muy variados - a la familia Douglas, sino en el testimonio personal que hace de Fe Cristiana. Así lo creo, es mi opinión particular. En estas páginas se hallan muchas sabias reflexiones acerca de las ventajas del amor al prójimo sobre el odio; del dolor y del sufrimiento como oportunidad de redención; de la exaltación de los pobres; de la humildad; de la solidaridad sincera; y, en muchas, bastantes ocasiones, nos habla de la figura de Cristo.
Su lectura es dura, hasta pesarosa. No la recomendaría para estas fechas veraniegas de dispersión, o para aquellos quienes busquen temas desenfadados y de contenido ligero o divertido. Con "De profundis" sufres bastante por el pobre autor.
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15 de abril de 2014
SALMO 129 (De Profundis) Desde lo hondo a ti grito, señor.
1 Desde lo hondo a ti grito, Señor;
2 Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de
mi súplica.
3 Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá
resistir?
4 Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.
5 Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
6 mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
7 Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;
8 y Él redimirá a Israel de todos sus delitos.
“De Profundis”, es
uno de los siete salmos penitenciales. Concretamente el sexto; y con el
Miserere, son los dos más invocados en las misas de difuntos. Para mí, durante mucho
tiempo, ignorante yo, sólo era el título de la conmovedora epístola de Wilde a
Douglas, escrita durante los dos años que duró su cautiverio. No hace mucho, llegué
al conocimiento de lo antes dicho y, además, hallé esta página del Directorio Franciscano con la oración del día, en la que se recogen comentarios y aclaraciones de expertos acerca de este
salmo.
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