Es la tercera vez que leo esta espléndida novela, y no puedo asegurar que sea la última. ¡Qué maravilla de novela! Entre las muchas cosas que me agradan están sus personajes, tanto los protagonistas, doña Bárbara y Santos Luzardo, como muchos de los personajes secundarios, utilizados por el autor para dar amplio surtido de prototipos humanos. La descripción del paisaje, llena de detalles, de la majestuosidad y riqueza del llano venezolano, así como de los usos y costumbres del lugar. Todo ello en un rico, riquísimo, lenguaje. He de decir que, a pesar del anexo de “vocabulario de venezolanismos” que cuenta el ejemplar por mí leído , edición del Círculo de Lectores, Barcelona, julio 1969, he tenido que echar mano de la ayuda del diccionario unas cuantas veces. Lo mismo suele pasarme cuando leo a Carpentier, a Cervantes, a Asturias, a Cunqueiro , o a cualquiera de los grandes de la Literatura en la universal lengua castellana. ¡Qué riqueza de vocabulario, qué magistral y profunda manera de decir las cosas!
La historia aquí contada se centra en dos grandes latifundistas: Santos Luzardo y Bárbara. El primero, un “señorito” que llevaba fuera del lugar quince años. Su madre se lo llevó consigo, huyendo a la capital, para preservarlo de la irracionalidad que allí se había implantado. Era descendiente y heredero de parte del legado de un llanero nómada que llegó pobre hasta aquel escondido rincón del mundo, y se hizo amo absoluto de tierras, animales y voluntades. La otra, Bárbara, una mestiza cuarentona “fruto engendrado por la violencia del blanco aventurero en la sombría sexualidad de la india”. Mujer luchadora, implacable, cruel y avara. La vida fue dura con ella y ella se hizo dura, durísima. Lo que tiene no lo ha heredado. Lo ha conseguido; aunque, hay que decirlo todo, sin prejuicio ni remilgo alguno y por los más variados métodos, casi todos malos, que van desde los trapicheos legales, sobornos y corruptelas, hasta robar y matar. En resumen, "por la brava", mediante acciones y medios nada escrupulosos. Se la describe como jinete audaz , "un hombre bien templado a la hora de lidiar con el ganado". Personaje que a pesar de la descripción, no logra ser odioso del todo para el lector. Acaso más adelante explique las razones de ello.Es la gran adversaria de Luzardo. Uno y otra son como reyezuelos que reinan en sus hatos de "Altamira" y "El Miedo". Ambos encarnan la misma injusta concentración de bienes y riqueza. En esto son iguales. A este respecto diré la poca gracia que me hace tanta riqueza y poder acumulados en pocas manos. Lo entiendo pernicioso y maligno para todos, incluso para los que lo tienen, ya que suelen ser presas fáciles de ambiciones desmedidas y avaricia sin fin, con su corolario de deshumanización y frialdad ante el mal ajeno.
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