Esta novela versa sobre las vivencias de unos niños que fueron enviados al extranjero por el gobierno vasco durante la Guerra Civil. La historia se desarrolla desde su marcha, en el 37, hasta su regreso, meses más tarde de terminada la Guerra, a finales del 39. 

Se nos cuenta cómo estos chicos y chicas, que- específico- no eran huérfanos, de edades comprendidas entre los siete y doce años de edad, conocen el amargo sabor de la separación cruel de los suyos. De su largo deambular con incierto y azaroso destino. De las segregaciones que fueron sufriendo del grupo inicial. Del alejamiento de sus orígenes y lengua. De la constante añoranza de sus costumbres, tradiciones, comidas y parajes. Así como de sus familiares y de sus amigos, en especial de la madre. Mundo que fueron obligados a dejar atrás por sus mayores, separados y enfrentados por bandos en la más odiosa de las guerras: la guerra civil o guerra entre hermanos.
El mensaje final que su autor quiso dar es simple y claro, resumido en el párrafo que transcribo a continuación:
" ... mientras los adultos habían ensangrentado las tierras de España, luchando por lo que les separaba, él y los demás chicos...habían ganado su pequeña guerra en el extranjero gracias a la unión que les proporcionaban las únicas armas de que disponían: los recuerdos de sus casas, la añoranza de España y sus raíces y su pasado y su idioma, que a todos englobaban, a todos hacían iguales y a todos identificaban. Porque a los españoles...lo mismo a los hombres que a los niños, en realidad son más y más fuertes y más poderosas y más verdaderas las cosas que les unen que las cosas que les separan. Esta era una realidad que él había aprendido y había sentido..." (pág. 209).




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