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viernes, 7 de marzo de 2008

Robinson Crusoe , por Daniel Defoe


Acerca del autor:
Siempre me ha gustado conocer datos sobre el autor del libro que leo. Ello se explica  por  mi preferencia por las obras que describen realidades vividas por su creador. El cual ha sabido plasmar la realidad o su realidad, la de él, la de su tiempo, la de su entorno... En el caso de Daniel Defoe, sus datos biográficos hablan de fortaleza, sentido religioso, persona emprendedora, optimista, arriesgada e intrépida. Características todas que él encarnó en la figura literaria de Robinson Crusoe.

La edición de Unidad Editorial, 1999, publicada por El Mundo, Colección Millenium, las 100 joyas del milenio, traducción de Domingo Santos y prólogo de José Manuel Fajardo, no hace alusión a la intensa biografía del autor. Imprescindible, según creo, para una mejor estimación de esta novela. 

Esta información  la hallé en el excelente prólogo de Juan Perucho a la edición de Biblioteca Básica Salvat, libro RTV num.23, Salvat Editores, 1969, traducida por J. Millás Raurell, tras cuya lectura supe del Daniel Defoe cuyos negocios le llevaron a la quiebra por trece veces. De las múltiples actividades y negocios que emprendió; entre ellos el de cultivador de cebolletas. Así como de su faceta de escritor y periodista que fue a la cárcel por libelo. Me llamó especialmente la atención el hecho de que la edición de Robinson Crusoe salió sin el nombre de su autor porque "dado el gusto de la época, el mismo Defoe creyó que el carácter popular de su obra perjudicaría su reputación de hombre de letras".  Edición que tuvo inmediato éxito y fue leída por todo el mundo, aunque, curiosamente, no fuera  reconocida en público. Se trata de una historia basada en un hecho real, que protagonizó el marinero escocés, Alexander Selkirk, , que durante más de cuatro años estuvo aislado en la isla de Juan Fernández y cuando fue rescatado contaba "con el único bagaje de un fusil, municiones y unas pocas herramientas"

Como bien señala Perucho en el prólogo, los atisbos de veracidad de la novela no sólo están en la existencia real de Selkirk, sino, también, en" los minuciosos atisbos psicológicos ante el infortunio, basados sin duda en las propias experiencias". Es decir, las  del propio Defoe, quien , en su libro supo describir con optimismo, el valor del esfuerzo personal abonado por la confianza en un Dios Misericordioso, y, asimismo, proporcionó numerosas  enseñanzas  tales como valorar las cosas por su utilidadAgradecer lo que se tieneComparar nuestra situación con la de otros, o en otras circunstancias. Estimación por nuestras creencias y por los principios éticos recibidosRespetar  la vida del prójimo, y apreciar la distinción del ser humano dotado con una buena preparación, tanto en conocimientos como en creencias.

 En fin, se comprende el motivo por el qué Rousseau diera "el Robinson, como libro de lectura, a su Emilio". Porque con su lectura el niño aprendería lo que el ser humano puede alcanzar asistido por la Providencia, pero trabajando, esforzándose y agudizando el cerebro para sacar sabio partido de los recursos a su alcance. Es decir, esfuerzo y trabajo duro, constancia, racionalidad, previsión, esperanza en el futuro y fortaleza espiritual con el alimento diario de la lectura de la Biblia como fundamentos imprescindibles de éxito en la vida. Y, como se puede apreciar, diametralmente opuesto a lo que hoy inculcamos a los más pequeños.


Acerca del libro:

Obra muy conocida, pero que hasta el presente no la había leído aunque si visto algunas de las muchas películas basadas en ella. Particularmente,  la que más recuerdo es la titulada "Yo, Viernes" con Peter Otoole en el papel de Robinson Crusoe. He de señalar que estoy entre los que siempre prefieren la versión escrita, es decir, el libro a la película, por buena que ésta sea, pues considero que hay matices , ideas y sentimientos que bien por dificultad de expresión visual , o a veces, por considerarlas inconvenientes para una mayor aceptación entre el público, son suprimidos del guion  como, en este caso, el miedo y la aversión que sentía Robinson Crusoe por todo lo que sonaba Religión Católica (" los papistas ") y por España y los españoles. Al parecer por la mala fama (*) de éstos en la conquista y colonización de América. Pero, principalmente porque en aquella  época España y sus gentes eran "los amos" de los territorios en los que el náufrago sabía se encontraba, y , además, eran, enemigos acérrimos de su país, Inglaterra. Y aún menos han podido ser bien reflejadas, considero,  las interminables jornadas diarias de trabajo duro realizadas por Robinson Crusoe. Ni los múltiples intentos fracasados que realiza hasta el éxito, para abastecerse de útiles y herramientas imprescindibles para usos cotidianos (vasijas para calentar o cocinar alimentos, confección de velas para alumbrarse, vestimentas de piel, etc.). Descripciones que consumen muchas hojas del libro, junto con las consecuentes y sobretodo  valiosas  reflexiones personales del ser abandonado a su suerte en aquel recóndito lugar del mundo. Precisamente estas argumentaciones son las que le otorgan su consideración de libro pedagógico, por las muchas enseñanzas allí contenidas

De las cuales considero dignas de destacar, las dos siguientes:

1ª) La conveniencia, siempre, de hacer recuento pormenorizado de las cosas o aspectos buenos y malos de cualquier situación, con   distinción clara entre los unos y los otros,  para conocer de forma objetiva la realidad en que nos hallamos. Con la consecuente lección de, ante situaciones difíciles e inciertas, en lugar de dejarnos llevar por la desesperanza, la angustia y el miedo irracional, plantearse los hechos y someterlos a un concienzudo análisis. Que nos haga ver cómo lo que entendemos malo quizás no lo sea, o podría haber sido peor. E, incluso,   apreciar aspectos favorables hasta entonces ocultos o eclipsados por las vicisitudes y los quebrantos soportados. En la pág. 77 de la edición por mí leída, hay un esquema de doble columna, tal como el Debe y el Haber de una hoja de un libro Mayor de Contabilidad, empleado por el náufrago a modo de balance personal de su situación.

2ª) La otra gran enseñanza es confiar en la  Providencia Divina, que  socorre y provee, suficientemente, a sus criaturas en todas sus necesidades materiales y espirituales.

Reproduzco a continuación algunas de las frases más significativas:

"...que todas las cosas buenas de este mundo no son buenas más que según el uso que hagamos de ellas, y que tanto si las acumulamos como si las damos a los demás, las disfrutamos sólo en la medida que las podemos usar, y no más" (p.142)

"Ahora había llevado mi vida a un estado mucho más relajado... y mucho más sencillo tanto para mi mente como para mi cuerpo" (p.142)

"Aprendí a mirar más al lado positivo de mi situación y menos al lado oscuro, y a tomar más en consideración lo que había disfrutado que lo que había deseado...que reflejo aquí para inculcarlo a la gente descontenta, que no puede disfrutar de lo que Dios les ha dado, porque ven y ansían algo que no les ha otorgado. Todo nuestro descontento acerca de lo que deseamos y no tenemos creo que procede de nuestra falta de agradecimiento por lo que tenemos." (p.143)

"Otra reflexión ...de gran utilidad...consistía en comparar mi situación actual con la que...hubiera sido si la buena Providencia de Dios ..."(p.143 )

“Esas reflexiones me volvieron muy sensible a la bondad de la Providencia para conmigo, y muy agradecido a mi actual condición, con todas sus miserias y desventuras" (p.143)




Una reflexión final:
Antes de poner el punto final,  quiero expresar el gran contraste que considero hallo entre los hondos sentimientos humanitarios y cristianos plasmados en la novela con la aceptación de la esclavitud como algo natural. Pues la causa del frustrado viaje de Robinson a las costas africanas era proveerse de un cargamento de esclavos para que trabajasen en sus plantaciones de Brasil. Las suyas y las de sus socios.
No recuerdo haber leído en todo el libro, ni siquiera en los párrafos destinados al arrepentimiento y reconversión del náufrago, crítica o censura contra la iniquidad de la explotación del hombre por el hombre. Lo cual creo  chocante y recapacito hasta qué punto una persona, aunque en este caso me refiera al autor, Daniel Defoe, que ha reflejado tan humanos como cristianos sentimientos, sea absorbida por las ideas y consignas imperantes de la época o siglo. Actitudes, medito, a las que todos estamos expuestos. Por consiguiente, ¡mal!, ¡malo!, ¡muy malo! No sé si habré sabido reflejar con claridad mi pesarosa idea acerca de la debilidad (flaqueza) de nuestra humana condición.


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