“Adriana, Vida de
Madame de La Fayette”, de André Maurois, editada por Círculo de
Lectores, año 1960, con nota preliminar del autor y traducción de Alfredo
Darnell.
Una documentada biografía de la
esposa del histórico político francés. Un libro grueso, en cuyas páginas son
reproducidos muchos documentos y cartas de la familia Lafayette, hallados en una estancia del palacete en el
que el histórico personaje vivió sus últimos años. Estancia que,
curiosamente, permaneció cerrada y
conservada tal como la dejara Lafayette.
Transcribo nota de André Maurois a este respecto:
“En la vida de un escritor, y especialmente en la de un biógrafo, se dan casualidades y azares felices. Nunca formé el proyecto de escribir una vida de Adriana de La Fayette. Yo conocía bastante bien la del héroe de la independencia americana, pero ignoraba que su mujer fuera una de las figuras más emocionantes de la historia. Por otra parte no creía que fuera posible, después de tantos investigadores, encontrar sobre La Fayette y su tiempo dos prodigiosas colecciones de documentos inéditos. Ha sido preciso, para que este libro fuera escrito, una asombrosa serie de hallazgos y de acontecimientos.La Fayette, al regresar a Francia después de la Revolución, se instaló en el castillo de La Grange-Bléneau, en Brie. Este dominio había pertenecido a la duquesa de Noailles, madre de Adriana, guillotinada durante el terror. En el momento de la muerte de La Fayette (1834) contenía los más valiosos archivos, no sólo sobre el período posterior a 1800, sino sobre el antiguo régimen, la guerra de la Independencia y la Revolución Francesa. He aquí cómo se explica esta milagrosa conservación de todo cuanto la tormenta hubiera podido dispersar.
André
Maurois”
El autor, André
Maurois, es un reconocido escritor francés de origen judío alsaciano, famoso por
su erudición y por sus otras muchas obras y biografías de personajes
históricos.
Hablaré sólo de aquellos aspectos que más me impactaron:
* Hallé enorme contraste entre la imagen pública por su participación en la
historia, tanto de Francia como en la de los EEUU, con la del Lafayette, padre y esposo, a mi
modesto parecer, la de un ser egocéntrico,
egoísta e inútil hombre de la casa, ámbito en donde no era nadie sin la esposa. Me pareció, en suma,
un indolente consentido.
* La muy injusta, aunque tradicional, falta de reconocimiento público del
papel básico jugado por algunas mujeres,
sin cuya concurrencia, prestigiosos personajes no hubieran podido alcanzar los
puestos ni las metas históricas que les han inmortalizado. En el caso concreto
del matrimonio Lafayette, tenemos un digno ejemplo.
* Del empleo de similares modos y comportamientos de las élites de cualquier sociedad, para concentrar el poder entre sus miembros y, así, acrecentar, si cabe, sus ya grandes fortunas personales e influencias. Pues si rico era Lafayette, la familia de la
que procedía Adriana(Duques de Noailles), era aún más rica y de mayor prestigio; los casaron cuando ambos eran unos
adolescentes, casi niños. Práctica, por otra parte, habitual.
* El favoritismo de las leyes, en cuanto a legados y herencias, primando a los herederos masculinos sobre los femeninos.
Adriana, resumiendo, según se infiere por lo contado por Maurois ,
fue una gran mujer, fiel , amorosa, sacrificada y abnegada esposa , cuya valentía y defensa a ultranza de los
suyos, (padres, marido, hijos, nietos…) fue una constante en su vida.
A modo de ejemplo, detallaré , según creo, uno de los más significativos hechos de la vida de esta mujer, conocida sólo
por haber sido la esposa del egotista Marqués de Lafayette, y, en
ocasiones, hasta confundida con la célebre Mme. de Lafayette, la autora de “La
Princesa de Cleves” pariente del marqués.
El hecho al que aludo fue su voluntario traslado a
la prisión donde estaba su marido cuando los austríacos lo detuvieron (1). Allí
se fueron ella y una de sus hijas, a fin de aliviar las duras
condiciones de la prisión del marido. Duras condiciones que hicieron mella en
su salud y fueron la causa de su muerte.
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(1) Este singular hecho de que la esposa, acompañada
incluso por sus hijos, decida compartir la prisión del marido y padre, lo leí
referido a la esposa del gran felón Antonio Pérez, el secretario de Felipe II. En
aquel caso y también en este de Lafayette y esposa, la aceptación del marido y
padre de tal sacrificio me parece una muestra más, irrefutable, del calibre personal del sujeto
en cuestión. “Primero yo, segundo yo,…y, siempre yo”