Graham Greene
fue mi autor preferido durante muchos años; había leído y releído algunas de sus más conocidas
obras como “El
Poder y la Gloria” , “El
Factor Humano”, “El
Capitán y el enemigo”, “Monseñor
Quixote”, y muchas de sus narraciones breves. Y también, sin
duda, había leído, aunque en otra edición, “El
tercer hombre”. Esta versión que paso a comentar está editada por Unidad
Editorial, 1999, Colección Millenium, las 100 joyas del milenio , publicada por
El Mundo, título original “The Third Man”, traducción de Barbara McShane y
Javier Alfaya, ilustración Mariana Laín y prólogo de Manuel Vázquez
Montalbán. Una sencilla a la par que
profunda introducción al autor y su obra, cuya lectura íntegra recomiendo.
Supongo que algunos de
los como yo, mayorcitos ya, tengan al “El tercer hombre”, la
película de Carol Reed,
como un clásico, además de
vista y revista un montón de veces, y siempre, con verdadero placer, por la
interpretación de los actores, los paisajes e imágenes, por cierto en blanco y
negro, el ambiente recreado, la trama argumental y la música, la sin par
melodía de AntonKaras. ¡Espléndida película! Fue ella, la película, la que me llevó, la
primera vez, a la lectura del libro en cuya introducción, el propio autor,
Graham Greene, reconocía que éste era más bien un guion, circunstancia citada
por Vázquez Montalbán en su prólogo. Pocas diferencias hay, pues, entre uno y
otra. Y en uno y otra queda
inmortalizado el tipo humano carente de prejuicio moral alguno que por
dinero y en aras exclusivas de su propio
y personal, egoísta, interés propio, va por el mundo engañando, robando,
disimulando y, lo que sea… sólo es fiel a sí mismo, sólo quiere su bienestar,
los demás le importan un comino. Ser, por otra parte, bien conceptuado entre
los suyos porque, simplemente, no le conocen bien.
En cuanto al personaje del
escritor mediocre y coprotagonista de la novelita, coincido con Vázquez
Montalbán en que personifica, o en él G.G. ha querido personificarse a él mismo
y a todos los que como él, seres comunes, corrientes, de espíritu tibio,
repletos de incertidumbres y miedos personales, en determinadas ocasiones,
cruciales ocasiones, movidos por
sentimientos altruistas y amor sincero
hacia el prójimo más débil y desamparado, es capaz de sobreponerse a sí mismo y
a sus propias y sabidas limitaciones en pro de un fin noble.