La Castellana de Rose Blanche, por María Berta Quintero. Colección “Biblioteca Horas Serenas”, Volumen XXVII, editado por Escuelas
Profesionales Salesianas, Barcelona-Sarriá, 1944, en el que se incluyen cuatro
narraciones cortas. La más larga y que da nombre al libro, “La castellana deRose Blanche”, por María
Berta Quintero(*), se desarrolla en Francia, entre las épocas del Terror y
la Restauración. Sus protagonistas pertenecen a la alta aristocracia rural, son
poseedores de inmensas fortunas y posesiones, y están unidos por lazos
familiares. Lazos familiares que no serán óbice para que los unos traicionen y
vendan a los otros para quedarse con lo que tenían aquéllos. Oportunidad brindada y aprovechada por los avariciosos, debidos al desorden y la arbitrariedad de
la época del Terror. Esta es la parte
verosímil de esta edificante historia, pero no así, al menos para mí, el diametral cambio de
actitud de “los malos”, al final de la
narración, que nos los muestran como profundamente arrepentidos y procurando, con
ahínco, la enmienda de su mal hacer. Es de suponer que la autora creyó así más
cumplida la labor de ejemplaridad de la narración.
He colocado un asterisco junto al
nombre de la autora, y es que su apellido “Quintero” ha traído a mi memoria a los
hermanos Álvarez Quintero, Joaquín y
Serafín, cuyas obras de teatro, adaptadas a la radio, alegraron tantas tardes
de domingo de mi infancia y adolescencia. ¡Qué preciosas! En especial, recuerdo
“Genio
alegre”. ¿Sabemos hoy quiénes fueron estos prolijos autores? ¿Por qué hemos
olvidado sus inmortales obras? Acaso por su jovialidad, alegría, esperanza… y
tantos otros sentimientos sanos que eran capaces de inspirar con ellas. Casi
seguro que sea esta la causa.