En Miguel Arcángel o Jacob Gallo, el autor, según creo, personificó la doblez o la imagen falsa que ofrecen ante sus congéneres , no todos pero si algunos gobernantes y políticos-independientemente de la ideología que digan representar- y bajo la cual ocultan su única y primordial intención y objeto de su interés, que es el control único y absoluto del poder del colectivo o sociedad en la que participan.
Este personaje es descrito, en el
ámbito de los negocios privados, como afanoso
individuo, buscador de tesoros ajenos ocultos, quien a la par
que los encuentra se los apropia.
Y en el ámbito público, como político audaz y gran manipulador que sabe conquistar a las masas. Gobernante de los que en lugar de frustrar las insurrecciones, no hace nada con el fin de luego reprimirlas con contundencia y aprovechar la ocasión para, eliminar todo posible contrincante e inoportunos testimonios. Es decir, sin remilgos ni escrúpulos utilizará a su conveniencia el poder y la fuerza para aparentemente "devolver" el orden a una sociedad civil, a la cual, de modo artero, antes se le ha obligado a precipitarse por los cauces del desorden y la insubordinación como respuesta a una constante injusticia social cargada de abusos y atropellos sobre los más débiles. ¡Cuán parecido a la realidad!
Este comentario es antiguo, pero no sé por qué no lo publiqué en su momento.
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(*) Jacob, el mítico patriarca bíblico, que suplantó a su hermano Esaú para en su lugar recibir la bendición paterna.
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