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miércoles, 13 de mayo de 2015

El alcalde de Furnes (Las mujeres del alcalde), (G. Simenon) (3 y fin)septiembre, 2005

A veces pienso que mis comentarios acerca de los libros o lecturas diversas suelo enfocarlos, en demasía, sobre la cuestión social, los conflictos entre las personas en razón de su ideología, condición o clase, y olvido comentar aquellos otros aspectos más simpáticos e incluso más tiernos y sensibles que también atrajeron mi atención.


Con este libro de Simenon, tengo el mejor ejemplo. Después de Joris Terlink, protagonista indiscutible de la novela, los otros personajes que
tienen cierto protagonismo son mujeres. Todas le han dado o aportado algo a su existencia y a su particular, singularísimo, modo de ser. En primer lugar, obviamente, su madre, una impar vieja señora. Trabajadora incansable, que desprecia a los ricos y a la hipocresía por ellos encarnada, incluido su propio y único hijo. Para seguir con Thérése, su sufrida esposa y muda voz de su conciencia, similar al Pepito Grillo de Pinocho – “en sus miradas Terlink lee las palabras no dichas “que le inspiran un odioso desapego. Y el dúo de Marthe y María, con el que cierra su vida. Sin menoscabar u olvidar los airosos personajes de Lina y Manola, unas jóvenes sin prejuicios y con una visión y un mundo diametralmente opuesto, diferente, muy distinto, al del vetusto alcalde de Furnes. El de éste un convencional y retorcido mundo de intereses y convencionalismos formales.


Los pasajes referidos a las visitas de Terlink a la casa de Lina- habitación concretamente- en los que se describe el desorden allí imperante, con las ropas tiradas por doquier, incluidas las prendas íntimas, así como el desparpajo de las actitudes y conversaciones desenfadas de las muchachas, me resultaron divertidos. Especialmente la narración de la micción de Manola, escuchada perfectamente por el vejete... ¡Vamos, un sin fin de detalles pormenorizados y sustanciosos que dotan de realidad a la escena!

viernes, 8 de mayo de 2015

El Alcalde de Furnes (De lo privado)(2)G.Simenon , septiembre, 2005


Otra de mis entradas ya la dediqué a comentar el entorno público de Joris Terlink, el alcalde de Furnes.  Ésta la dedicaré a  comentar sobre aquellos aspectos de su vida   familiar. Por cierto, expuestos minuciosamente por el escritor belga, Simenon, relatando acciones de la vida cotidiana, del día a día, que permiten conocer con certeza cómo son- buenos o malos - los que nos rodean. Porque según  dice la cita evangélica, "por sus obras los conoceréis"
Estas particularidades del personaje, en su entorno privado y en sus relaciones con sus más directos familiares,  fueron   las que me impactaron y despertaron mi interés. Porque Terlink, el protagonista, es un muy  singular sujeto, lleno de antipatía y contrastes personales. Es descrito como sobrio, metódico, razonador avezado, receloso de todo y de todos, y repleto de raras inquinas personales, cuyas acciones son evidencias de coherencia, responsabilidad y rigurosidad. Así, nuestro duro y hasta cruel señor alcalde de Furnes, el Baaf, propietario de una importante fábrica de puros (tabaco) con plantaciones propias, es quien se ocupa, en persona, de las atenciones y cuidados más engorrosos e íntimos de su hija de treinta años. Subnormal de nacimiento, fruto único de su matrimonio. Tiene otro hijo, un varón, de unos veinte años, de una relación extra matrimonial. Al cual ha procurado manutención y ocupación hasta edad de  poder procurárselos por sí mismo. Pero a partir de entonces se ha desvinculado de él.
En franco contraste con la descripción de Terlink, está la de Léonard Van Haamme, su contrincante a la alcaldía. Hombre rico e influyente, perteneciente a una prestigiosa familia del lugar. Tiene un hijo y una hija jóvenes, criados como si no tuviesen padre debido a su total entrega a su carrera política. Este sujeto, Léonard Van Haamme, desconoce lo que pasa en su casa, lo importante para él es su cargo, sus influencias, y el qué dirán. Y deja lo privado y doméstico relegado hasta casi el olvido. Es capaz de prescindir, alejar o incluso vender a quien trastorne sus intereses o imagen públicos. Tal como hace con su hija, una adolescente embarazada, a quien echa de casa. Y se despreocupa del destino de la muchacha y del hijo que espera, es decir, de su nieto.
El burgomaestre de Furnes/Simenon, GeorgesEn la cubierta que Tusquets ha puesto a su edición de esta novela, aparece la imagen de un ejecutivo o ricachón de los años Veinte. A mi entender esta ilustración está  alejada de la del alcalde de  Simenon. Porque su traje habitual, el cotidiano, era adusto, más parecido al de la cubierta de Balaguer que ilustra la portada de la edición leída por mí,  de Luis de Caralt, 1975.


miércoles, 6 de mayo de 2015

El burgomaestre (alcalde) de Furnes, por George Simenon (1)– (De lo público)

Título original:"Le bourgmestre de Furnes", Librairie Plen, 1939, traducción de Julio Gómez de la Serna, Colección Las novelas de Simenon, Luis de Caralt Editor, 1975.

Esta obra de Simenon mantuvo despierto mi interés desde el principio hasta el final. Pero, a pesar de ello, tuve que releer despacio las últimas páginas, las que recogen el desenlace final de la historia, donde esperaba hallar alguna clave nueva acerca del para mí controvertido personaje protagonista. No la hallé y quedé igual que antes. Así, pues, expondré aquellos aspectos de la narración que a mí más me impresionaron.

El protagonista es un alcalde de pueblo de orígenes muy humildes. Sus logros en la vida en cuanto a posición, fortuna, etc., son fruto exclusivo de su esfuerzo personal, así como de sus trajines y maquinaciones, actos buenos y malos, pero suyos, un " self made-man", es decir, hecho a sí mismo. Un ser cuyo motor impulsor ha sido su gran ambición personal de riquezas, de estatus y de poder. Pretensión acompañada de un solapado "hatillo" repleto de soterradas envidias debido a su originaria clase social. Porque es un hijo del pueblo, del pueblo llano, padre pescador y madre vendedora de pescado.


El personaje, Terlinck, ha vivido obsesionado- según se le describe en la novela- primero por ser rico. Para seguidamente procurar figurar entre los que componen los círculos superiores sociales , reservados para los "más" encumbrados del lugar, o sea, para la élite. Esos pocos que, independientemente de su valía personal, mandan, han mandado, y siempre mandarán, ya que su prestigio y riquezas son legado familiar . Trasmitido de padres a hijos, y garantía de su éxito. Élite a cuyo alrededor gira el pequeño o gran mundo que conforman las relaciones sociales, políticas y económicas de la comunidad. La particular empresa que el burgomaestre( alcalde) se ha fijado será desplazarlos, relegarlos hasta la humillación.


Furnes es el municipio. Una alcaldía cualquiera, dirigida por este nuevo rico sin abolengos. Hombre sagaz, poderoso y temido, tanto como buen conocedor de los entramados legales y de las historias de todos. No debe favores a nadie. Su buena gestión municipal le avala. Sabe diferenciar, y diferencia, entre lo público y lo privado, tanto los dineros como las funciones, las responsabilidades y el ámbito de cada uno. Antes estuvo en la oposición. Y fue oposición única, o sea, el único que se enfrentaba con tenacidad y eficacia al equipo gobernante.

Junto con él, formando parte del gobierno municipal, son descritos otros personajes masculinos; que son más bien sus contrincantes. Todos encarnan  prototipos de roles públicos: notario, ex-alcalde, abogados, y secretario municipal. Este último representa especialmente  al funcionario público de postura acomodaticia (de peloteo) con el mandamás de turno, independiente de su, o no, afinidad o antipatía personal hacia el mismo. Prototipo, en suma, del adulador sumiso, vulgarmente denominado “pelota”.

Estos son, en general, los elementos principales del cuadro descrito en la novela. Pero aún vigentes en nuestra sociedad. Los cuales, debidamente matizados, pueden ser acoplados a las pequeñas historias locales de alguno de nuestros municipios.
Continuaré. En próximos comentarios hablaré del mundo privado del alcade de Furnes.



sábado, 2 de mayo de 2015

Carlomagno y los Estados Unidos de Europa, por G.P.Baker.


Carlomagno y los Estados Unidos de Europa, por G.P.Baker. (1) y (2) Traducción de J.G. de Luaces, Iberia-Joaquín Gil, 1944.Libro cuya lectura me resultó muy interesante e instructiva, en el que con sencillo lenguaje, amenidad y múltiples enseñanzas sobre el pasado y su repercusión en nuestro presente, se describe aquella azarosa época en la que Carlos el Grande, Carlomagno, fue pieza clave, marcando un antes y después de él en la historia de lo que conocemos como  el Occidente Europeo. 
 
No se trata propiamente de una biografía, sino de un relato analítico de los hechos y de las estrategias realizados por el líder franco, fundador del imperio carolingio, en su afán por aunar a los distintos pueblos y etnias de Europa en un reino cristiano único, regido  por unas  leyes comunes  basadas en la Fe Cristiana, y en los principios  del ordenamiento y de la organización del Imperio Romano, entonces ya en decadencia.

 El título completo  de la obra es “Carlomagno y los Estados Unidos de Europa”, para cuya elaboración, su autor, Baker, se basó en la biografía oficial elaborada por el secretario del emperador carolingio, Eginhardo, así como en lectura de la abundante documentación y crónicas existentes sobre aquella época  escritas por otros autores. Un libro,  en resumen, sobre la historia de los países  que hoy conforman la Europa Central y Occidental, en el momento histórico comprendido entre  los siglos VIII y IX, d. de C..

Carlomagno(2) que “apenas sabía escribir y rara vez se entregase a lectura directa - según señala Baker repetidas veces a lo largo de su obra-    fue  un hombre corriente ( es decir, normal,  ordinario) , que actuó “ para establecer una suerte de uniformidad(…)y, conscientemente, persiguió (…) una civilización fundada en los principios de la moral cristiana(…)infundidos en su mente por inspiración divina.  (pág.236-237). Ideales adquiridos por Carlos (…)de un “volumen que fue su familiar compañero y amigo a través de todos sus viajes: La Ciudad de Dios, de San Agustín” (Pág. 118)(…)escrita por un obispo batallador como una viva polémica dirigida contra todos los adversarios del Cristianismo(…)en aquel libro(…) Agustín(5) creyó que convenía decir allí todo lo necesario para la comunidad cristiana y lo dijo por extenso y con energía (...)libro prolijo(…) en el libro XIX (…)un tratado de sociología(…)San Agustín discute los deberes, organización y costumbres del cristianismo, y concluye esa parte de su obra manteniendo una opinión que debió interesar mucho a Carlos: la de que “el objeto final de la guerra es traer la paz”(…) Y, sobre todo, hacía palmario que la justificación de todo gobierno y gobernante depende de que aseguren el reino de la ley. Sin justicia, ¿qué es un rey sino un bandolero glorificado? ¿Qué es un reino sin justicia sino una madriguera de ladrones?(…) Los documentos que han sobrevivido a su reinado muestran cuán sinceramente procuró expresar en sus actos aquel sentimiento de justicia entre los hombres que latía en su alma.(págs.121-123)


Los primeros capítulos del libro están dedicados a  los antecedentes históricos del pueblo franco y de sus primeros mandatarios, los reyes merovingios, definidos por el autor como “estirpe de criminales”, describiéndolos como una dinastía de reyes malvados e indolentes. Cuyo superior grado de indolencia les indujo a dejar en manos de sus subordinados, los mayores palatinos o mayordomos reales,  la responsabilidad y el gobierno de los territorios que dominaban. Y que, como era de esperar, éstos, finalmente, terminasen como verdaderos  amos de aquellos territorios, es  decir, reinar, ser sus  reyes.  Carlos fue  el tercero de su dinastía, sucesor de su padre, Pipino El Breve, descendiente del legendario  “Carlos Martel”, que libró la histórica y decisiva batalla de Poitiers contra los conquistadores árabes, triunfo con el que los francos impusieron el “Hasta aquí y no más” a los “muslimes árabes” en su intento de expansión sobre Europa iniciado  años antes con su entrada en España.  Batalla considerada    “principio más que el fin de una larga lucha contra el infiel” en palabras del autor del libro.(pág. 53).  Todos ellos  descendientes de San Arnulfo, personaje que gozó entre su pueblo de superior fama y prestigio por “haberse atenido exclusivamente a medios morales - la justicia, la razón y la persuasión -  para adquirir el poder”

Llamó mi atención  la exaltación que Baker hace del vocablo “franco”, cuando en los comienzos del libro, página 14, dice :”Pocas palabras tienen una historia semejante a la del vocablo frank, franco, franci, français, french, feringhi, expresión que ha pasado a varias lenguas, cual la española y la inglesa, como expresión de lo abierto, lo sincero y lo honorable. En varios idiomas orientales, esta palabra vino a ser la calificación general aplicada a los europeos y los hombres blancos, y dio nombre, asimismo, aquel de los santos cristianos  que más semejanza alcanzó con su maestro.” (¿ San Francisco de Asís?).

De las  muchas cuestiones leídas, así como de las reflexiones y conclusiones que su autor expone en las más de trescientas páginas que componen el  libro, dada su dificultad( al menos para mí)  me ceñiré sólo a  destacar que lo que entendemos en la actualidad por Europa Occidental (3), sin los países escandinavos, es  resultado de la concepción universal del mundo que Carlos el Grande tuvo de constituir un reino de Dios y para Dios, en donde debían imperar la ley y el orden.(4)  Ya que Carlos fue “un conductor de fuerzas, más que una fuerza en sí mismo”, “alguien que rige el vendaval y conduce la tormenta”. Carlomagno y sus pares constituyeron - resalta Baker en el capítulo XIII, destinado hablar sobre la inmortalidad de Carlos.:

una tradición aristocrática, que pretende exaltar a los hombres extraordinarios y las proezas excepcionales(…) sobretodo en la guerra y la religión(...)Aquellas fábulas circularon a través de toda Europa influyendo las mentes humanas. Durante varios siglos no existió fuerza literaria que tuviera igual poder modelador de los sentimientos europeos. Constituyó la epopeya del vasallo, la apoteosis del hombre que rinde servicio y sacrificio(...)Carlos no era alemán ni francés, en el sentido en que ahora usamos esos términos, (...)hubiera deseado más bien ser un ciudadano del reino de Dios. Sus intereses y afectos estaban vinculado a un exaltado ideal de universalidad al que hubiesen ofendido las pretensiones nacionalísticas (...)que rechazó en su tiempo (...) no experimentó los sentimientos de odio o temor que convierten a los hombres en perseguidores de sus semejantes. Derribaba sin remordimientos, pero estaba siempre dispuesto a levantar al que había derribado. No odió sino ideas y principios(...)hizo a Sajonia más grande que lo había sido nunca al convertirla en la más augusta de las potencias seculares de Europa(...)Los franceses, que han conservado la epopeya de Carlomagno, son los más próximos a él en espíritu(...)La tradición de Carlos era tradición reconciliativa. Excedió a todos sus discípulos y admiradores en su apreciación del espíritu de universalidad(...)Rara vez ha existido un ser humano en cuyo carácter, como en el de Carlos el Grande, el león reposase tan ostensiblemente al lado del cordero.”(págs.308 al 310)

He  reproducido textualmente muchas de las consideraciones expuestas por el autor del libro, George Philip Baker , por entenderlas dignas de especial atención y aprecio..

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 (1) Escribo lo poco que he logrado saber de Baker, (1879-1951) historiador inglés, autor de obras de contenido histórico y biográfico, (1879-1951) tales como Sila, Aníbal,  Tiberio, Constantino, Justiniano, Carlomagno,  y “Los soldados guerreros de Essex”, por citar algunas de las más famosas. Calificado por algún crítico literario como escritor  “dotado de un don admirable para la selección de sus temas, y saber centrarse en lo esencial”; además de “escribir bien, con una  narrativa inteligente, organizada, y a menudo ingeniosas y estimulante”.
Me habría gustado dar información amplia del editor “Joaquín Gil”, de Barcelona, pero sólo puedo añadir el segundo apellido Griñón y constatar el gusto de su firma editora, Iberia, por libros de  autores solventes sobre temas instructivos y/o edificantes.
Con  Juan González de Luaces, el traductor al castellano de la obra de Baker, publicada en inglés con el título “Charlemagne” tuve más suerte.  Prolífico escritor asturiano, afamado por sus  traducciones, calificadas de “clásicas”. Copio y pego, seguidamente, la introducción del estudio realizado por José Luis Campal que define bien el injusto olvido de J.G.de Luaces:

“He aquí un nombre sumido en la penumbra y que debería ser relumbre para la literatura asturiana y, por ende, española: Juan González de Luaces (Luanco-Asturias, 22 de abril de 1906-Barcelona, 23 de junio de 1963), pues éste, que era hijo del escritor, filósofo y traductor asturiano Edmundo González Blanco (1877-1938), fue también un traductor fecundo, plural y acreditado, ya que sus versiones aún se citan hoy como “clásicas”, lo que indica que eran modélicas y que han resistido muy bien el paso del tiempo.     Para sacar al literato de la zona de sombra en que se encuentra, ofrecemos esta aproximación1 –tal vez incompleta– a su producción como creador y, lo más destacado, como traductor, donde su figura fue, sin duda, hercúlea.”

(2) Admiración por la figura de Carlomagno que se inició desde que era un niño de nueve años y esperaba ansiosamente, cada martes, un nuevo capítulo de la historia escrita en francés por Carlos Deslys , titulada “L'Héritage de Charlemagne”, publicada por el semanario “Boys Own Paper” bajo la denominación “El último de los paladines” con ilustraciones de Eduardo Zier. Admiración que ya adulto, señala, aumentó con sus conocimientos como historiador de la realidad histórica. Sus proyectos de elaboración de sendos estudios sobre la historia de la Escandinavia primitiva, y de la historia pasada, condición presente y perspectivas futuras del sistema británico de gobierno, fueron los que le condicionaron e hicieron ver la necesidad de relacionar éstos con la ingente obra realizada por Carlomagno. Específicamente su obra” Los reyes guerreros de Wessex”, constituye- según palabras del propio Baker – “la historia de una parte de los monarcas ingleses. “Carlomagno” está escrito fundándose en notas y bosquejos preparados a fin de explicar el manantial de que se derivaron las ideas aristocráticas de los normandos.”
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/fotos/carlomagno_imperio.gif

(3) La contribución de Carlos el Grande es básica en la génesis de los países del Centro y Occidente europeos, tal como al presente los conocemos y, especialmente, los reconocemos y distinguimos entre el resto de naciones del mundo,  pues constituye el fundamento  de una unidad de naciones europeas, los Estados Unidos de Europa, aun cuando cada una pueda no desearlo”, puesto que nacieron de una misma raíz y de que la misma sangre vital del tráfico circula a través de todas(...) que su herencia común puede, a la larga, llegar a dominarles con más vigorosas riendas que las que sus pasiones logren desafiar”(pág.305). Pues “la sociedad europea encierra en sí misma ciertas predeterminaciones estructurales que no cabe ignorar”(306).
(4) Los ideales que guiaron a Carlomagno, contenidos en la obra de San Agustín, “La Ciudad de Dios”, eran los de un reino gobernado por principios y fundamentos de moral cristiana. Diametralmente diferentes a los que regían en los territorios de lo que hoy conocemos por países de la Europa central y occidental, entonces constituidos mayoritariamente por tribus belicosas caracterizados por rasgos propios muy diferenciados, de espíritu pagano y organización tribal en permanentes y crueles luchas territoriales. Según escribe Baker :
 Cuando Carlos empezó a reinar había territorios en Europa, no sólo caracterizados por fuertes y casi violentos rasgos propios, sino capaces de perpetuar aquellas variaciones en crecientes aislamientos y divergencias. La consecuencia natural habría sido una Europa balcanizada (...) y subdividida en pueblos tan irreconciliables en sus diversidades, que cualquier unidad o cooperación entre ellos hubiera resultado imposible. La unidad no es un estado que el hombre alcance por natural e inevitable tendencia. Es una situación creada o impuesta por la acción humana. Diferimos de los demás por impulso y negligencia y sólo nos acordamos mediante el esfuerzo y la voluntad. Al final del reinado de Carlos la mayoría de aquellas regiones habían sido sujetas al influjo superior de una sola inteligencia. Desde entonces, la parte de Europa así influida se convirtió en una región, no uniforme, ni carente de peculiaridades locales, pero siempre desarrollándose sobre ciertos principios generales...por encima de las diferencias raciales, Francia, España, Alemania e Italia poseen cierta cualidades comunes, no fáciles de explicar con palabras comunes(...)y se funda en el hecho de que Francia, España, Alemania e Italia pertenecieron al imperio franco de Carlomagno. Llegados a este punto, hay que resaltar la nota aclaratoria del traductor, González Luaces, en lo que a España se refiere, advirtiendo que si bien nunca perteneció sino en parte mínima al imperio de Carlomagno, “Francia, España y Alemania( y, más parcialmente Italia) pertenecen a un tronco germánico común(...) La prueba es que la España cristiana del norte, sin relación directa alguna con el reino contemporáneo de Carlomagno, los hombres, usos y maneras eran “como los de Afranc(Francia), con frases de los historiadores musulmanes que hablan de los embajadores moros enviados a Asturias”(Véanse los Árabes, de Condé. ) Y, - continúa – era natural que fuesen casi iguales, puesto que se trataba de pueblos ariogermanos parcial mente romanizados y muy semejantes entre sí. Carlomagno no creó un mundo nuevo, sino que impulsó, organizó y evolucionó el existente. España, de modo aislado, hacía lo mismo a su manera, y de allí provinieron sus diferencias ulteriores, aun hoy acusadas, con el mundo centro occidental europeo, ariogermánico como el español, pero sometido al influjo uniformador, ausente en España, de Carlos y el Imperio franco.”
Los medios empleados por Carlos para sacar a Europa del caos del sistema tribal conduciéndola al orden del estado político autodisciplinado fueron  los siguientes:
“ Instituyó en Europa el derecho absoluto- y por ende divino- del poder soberano a elevar a los hombres hasta donde quisiera, invistiéndolos de autoridad, y, en segundo término, puso en manos de los hombres a quienes había elevado gran parte de los territorios de Europa(...) Los hombres así elevados e investidos de autoridad y de la posesión de propiedades territoriales, formaron la original corporación que conocemos como la antigua nobleza de Europa, (...)Los reyes arnulfingios elegían a aquellos hombres por sus cualidades... Al recibir tierras en Aquitania, Baviera o Sajonia, pronto identificaban sus intereses propios con los de sus subvasallos y colonos, y se convertían en aquitanos, bávaros o sajones. Lo único que no olvidaban era el conjunto de principios, la base de valores que se les había querido infundir. Desde Dinamarca a Lisboa o Salerno, el caballero tendía a realizar el modelo de valor, fortaleza y buena fe(...) hay que reconocer que sus miembros alcanzaron un nivel medio muy alto en aquellas tres cualidades(…) aquellos hombres elegidos e investidos por Carlomagno fueron el origen de nuestra propia disciplina moral y de nuestras cualidades caballerescas. Lo que en ese sentido sabemos, él nos lo enseñó."
El concepto de una aristocracia significa mucho más que un número de hombres altamente calificados. Exige...una cierta semejanza entre ellos y la aproximación de todos a un modelo común...un código colectivo de modos y maneras al que se ajuste cada uno de sus componentes, porque de ellos se espera, no sólo que gobiernen, sino que gobiernen al unísono. El propósito de este código es asegurar la uniformidad en el gobierno de las naciones(...)la aplicación uniforme de unos cuantos sencillos principios perseguidos durante varias centurias, fue la fuerza que hizo lo que todos los ejércitos de Justiniano no pudieron hacer: crear lentamente y con seguridad una Europa realmente unida(...) La unidad de las naciones comienza desde arriba.”


(5)San Agustín: Los principios morales de Carlomagno se  inspiraron en las ideas y los razonamientos  de San Agustín, expuestos  en su obra “La Ciudad de Dios”,  hecho ya citado. Pienso, sin embargo,   que  estas ideas de tan significativa relevancia  en el hacer de Carlomagno dadas su dimensión y trascendencia para el devenir de la Humanidad,   no han sido suficientemente tratados por mí.  Hablaré, pues, un poquito de ellas, ayudándome con unos cuantos de los párrafos leídos en la obra  de Baker, y también de  algunos de los leídos  en biografíasyvidas.com, en relación al  santo Obispo de Hipona.

En primer lugar veamos el cuño moral que Carlomagno asignó en las mentes cuando tanto él como sus inmediatos subordinados, los condes carolingios, se convirtieron en patrón de conducta de los dirigentes o conductores de gentes. Modelo basado en virtudes de índole moral. Estas cualidades  fueron el valor, la  lealtad, el heroísmo y  la originalidad, sin  lugar alguno para la rutina“Donde él estaba existían juventud y aventura, interés y atractivo, habladurías y escándalo”Instauró en Europa el modelo de conducta caballeresco de alto idealismo y celosa devoción, de respeto a la ley, de preocupación por la religión y la cultura(…)trazó y cortó el patrón del perfecto monarca, tal como debía prevalecer durante los mil años siguientes. Si nosotros llamamos a Luis XIV un mal rey – añade Baker-, es porque no concuerda con el modelo de Carlos. Y ese modelo no está hecho para otros hombres, sino para un rey. Exigidos a un monarca,(1) y no a un alcalde o a un presidente de banco…”(págs. 116-17). Conducta, en suma, como se puede apreciar,  llena de idealismo.
Entre las páginas 116 y 122, expone Baker las ideas y fundamentos de San Agustín plasmados en “La Ciudad de Dios”, “perfecta enciclopedia de información acerca de casi todos los temas relativos a la historia y principios del estado romano”(pág. 118).  Libro usualmente leído durante las comidas por “el capellán, sentado frente al rey para bendecir el yantar y, como adicional deber, para leer en voz alta”(pag. 119)(…)escrita por un obispo batallador como una viva polémica dirigida contra todos los adversarios del Cristianismo(…)Agustín creyó que convenía decir allí todo lo necesario para la comunidad cristiana y lo dijo por extenso y con energía.(pag. 119).

Los conceptos tomados por Carlos de estas lecturas, según explicita Baker, fueron los siguientes:

“…los cristianos eran un pequeño grupo de gentes escogidas errantes entre la soledad y la barbarie(…) los consideraba como un estado, o “polis”, como una ciudad o corporación de asociados unidos por vínculos políticos en calidad de miembros voluntarios de una organización y gobernados por una sola cabeza…Los cristianos…unos en esta vida y los otros en la otra, estaban todos unidos en mutua fe y ayuda (…) los desastres abarcan igualmente al justo y al injusto(…)al vivir preocupados en exceso por los intereses de este mundo. El justo descuida su deber…Agustín explica que los hombres encargados de vigilar a los demás son todos cuantos en este mundo obran como conductores y guías de los demás. Los demás pueden sufrir, sin duda; pero los que les guían son los responsables de ellos ante Dios.

Carlos tomó muy en serio estas ideas. Creía en aquella asociación de cristianos sugerida por San Agustín, y pensaba que él debía comparecer en el futuro ante el Supremo Juez, para dar plena cuenta de su conductaCarlos estimaba que todas sus acciones se desenvolvían bajo los ojos de un Señor omnipotente y superior, que le pediría cuenta de sus más íntimos actos. Y tal idea obra como moderadora incluso sobre el más despreocupado de los hombres. (págs... 120-121).

“La Ciudad de Dios es (…), una enciclopedia del conocimiento. El libro III, por ejemplo, es una breve historia de Roma desde el fin de la República…El libro XVIII es una historia antigua(…)suficiente para dar a los lectores una noción inteligente del mundo anterior a la era cristiana. El libro XIX constituye lo que nosotros llamaríamos un tratado de sociología. Examina asuntos tales como la libertad natural del hombre. ¿Por qué nuestra libertad está trabada por las leyes?¿ Cuál es el origen del poder paternal de justa corrección ejercitado por los gobernantes?¿En qué consiste una ley equitativa de gobierno?...discute los deberes, organización y costumbres del cristiano, y concluye esa parte de su obra manteniendo una opinión que debió interesar mucho a Carlos: la de que “el objeto final de la guerra es traer la paz”.(págs..121-122)(…) El libro VIII es un compendio de filosofía, que muestra la grandiosidad del platonismo y su proximidad a las ideas cristianas(…)estudia la doctrina platónica y el misticismo neoplatónico de Plotino, examina la idea de la iluminación divina, habla de los platónicos y de los aspectos en que juzga que carecen de razón, declara  por qué las doctrinas del Cristianismo son el mejor de los sistemas(…)No puede caber duda de que Carlos estudió cuidadosamente estos pasajes de San Agustín y desarrolló su política de acuerdo con ellos(pág. 122)(…)no recogió en Agustín ninguna idea de “servilidad” oriental ya que aquel autor se nutría de la clara y llana tradición del republicanismo romano(…)Agustín procuraba evidenciar ante sus lectores lo preferible que era una vida humilde y dichosa a una existencia opulenta y llena de preocupaciones. Y sobre todo, hacía palmario que la justificación de todo gobierno y gobernante depende de que aseguren el reino de la ley. Sin justicia, ¿qué es un rey sino un bandolero glorificado?
Y para finalizar añadiré algunos de los muchos datos acerca de San Agustín descritos en biografíasyvidas.com:

“Aurelius Augustinus o Aurelio Agustín de Hipona; Tagaste, hoy Suq Ahras, actual Argelia, 354 - Hipona, id., 430) Teólogo latino, una de las máximas figuras de la historia del pensamiento cristiano(…)se esforzó en acceder a la salvación por los caminos de la más absoluta racionalidad. Sufrió y se extravió numerosas veces, porque es tarea de titanes acomodar las verdades reveladas a las certezas científicas y matemáticas y alcanzar la divinidad mediante los saberes enciclopédicos. Y aún es más difícil si se posee un espíritu ardoroso que no ignora los deleites del cuerpo. La personalidad de San Agustín de Hipona era de hierro e hicieron falta durísimos yunques para forjarla.”



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27 de junio de 2015:

 "...los hombres encargados de vigilar a los demás son todos cuantos en este mundo obran como conductores y guías de los demás. Los demás pueden sufrir, sin duda; pero los que les guían son los responsables de ellos ante Dios."... Carlos pensaba que él debía comparecer en el futuro ante el Supremo Juez, para dar plena cuenta de su conducta(.. )estimaba que todas sus acciones se desenvolvían bajo los ojos de un Señor omnipotente y superior, que le pediría cuenta de sus más íntimos actos(...)

"la justificación de todo gobierno y gobernante depende de que aseguren el reino de la ley. Sin justicia, ¿qué es un rey sino un bandolero glorificado?"


He copiado y resaltado en negrita e incluso subrayado aquellas frases leídas en relación a los principios que fueron leit motiv del emperador carolingio, aprendidos de San Agustín. Y reflexiono cuán alejados creo están de los intereses y motivos que guían a nuestros líderes de gobierno actuales, en concreto de los españoles y, estrechando aún más el círculo,  ciñéndome  a los de esta comunidad española en la que vivo, Cataluña(*). Comunidad en la que desde hace ya unos cuantos años, sus dirigentes, "los conductores y guías de los demás", han dado muestras inequívocas de ir a la suya y de los suyos (parientes, amigos y correligionarios), repartirse el pastel de la cosa pública(puestos y funciones públicos, prebendas, subvenciones, adjudicación de obras y concursos, etc.) y la burla continuada y sistemática de la ley. Tanto de las leyes humanas recogidas en la Constitución o Carta Magna de 1978, como de las leyes naturales o de Dios.  ¡Así no va, que, como bien dice el dicho, salimos de Guatemala y nos metemos en  "Guatepeor".

(* )Que , curiosamente, estuvo dentro de la zona denominada de la Marca Hispánica, bajo la influencia carolingia.

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Detallo todos los comentarios dedicados por mí a  a la obra de Baker, "Carlomagno, y los Estados Unidos de Europa", unificados al presente, 15 de abril de 2018, en un solo comentario o entrada única.: