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lunes, 29 de agosto de 2016

Los Bravos, Jesús Fernández Santos,

Los BravosJesús Fernández Santos, libro RTV, 96, Biblioteca Básica Salvat, Salvat Editores-Alianza Editorial, 1971. Prólogo de Carmen Martín Gaite.  Libro que siguió al “Cuaderno Gris”, cuya lectura interrumpí  hacia la página 150, como ya señalé en el comentario que dediqué  a esta obra de Plá.  

“Los Bravos” es una sencilla historia cuya trama argumental nos retrotrae a los años inmediatos al fin de la Guerra Civil  española del 36, y nos sitúa en un paraje de la zona montañosa de León, (*) colindante a la de Asturias. No hay un protagonista único o concreto, porque los son todos los moradores del pequeño pueblo (aldea). Lo que allí se describe o cuenta es la  miseria de muchos. De su pobreza material, pero principalmente,  de espíritu. Mal viven, subsisten… Un mundo, en suma, marcado por la mezquindad, machista, duro y  muy estrecho, tanto como las miras de los seres que lo habitan, que ni tan siquiera les afana la idea de cambiar las cosas. Sólo dos de los miembros de este particular páramo humano presentarán resistencia a vegetar como los demás: el médico, foráneo de superior formación; y, José,  el que lleva el taxi, que aspira a probar fortuna en la gran ciudad, y siempre que ésta le haya bendecido, regresar a su pueblo sólo por vacaciones. El papel de las mujeres  queda relegado  a testimonio de  las duras condiciones  de sus vidas, dedicadas por entero a trabajar, en los menesteres propios del hogar y en el cuidado y atención entregada de los suyos y también en el campo, tal como si de un hombre más se tratase.  La rudeza del páramo humano va en línea con los tan  abruptos como bellos parajes de la montaña leonesa - asturiana descrita en la novela.

Cavilaba yo, pues,  acerca del título “Los bravos” impuesto por el autor a su obra, porque yo  interpretaba “bravos” como sinónimo de  valientes o audaces,  no recordaba – sin embargo - acción o anécdota colectiva de la narración,  que pudiera ser digna de este calificativo en plural.  Y sí una , digna de calificativo bien  contrario. Cavilación que me hubiese ahorrado, si antes hubiese cogido el diccionario y leído todas las  acepciones del  término “bravo”,  entre ellas: “inculto, silvestre”, o “enojados, irritados, enfadados”.  

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(*) Según leí en Wikipedia, Juan, Fernández Santos mantuvo  un vínculo estrecho tanto con el pueblo leonés de Cerulleda, donde había nacido su padre, como con el resto de la provincia leonesa.




viernes, 19 de agosto de 2016

El cuaderno gris, de Josep Plá

El pasado julio empecé a leer “El cuaderno gris”, de Josep  Plá, Unidad Editorial, 1999, Colección Millenium, las 100 joyas del milenio, núm.40,  con prólogo de Carmen Rigalt. Título original en catalán “El quaderm gris”, traducción de Dionisio Ridruejo y Gloria Ros.


Libro de casi seiscientas páginas en el que a modo de diario están plasmados, entre las fechas del  8 de marzo de 1918(1) y el 15 de noviembre de 1920, los  recuerdos y  las particulares impresiones de un muy joven Josep Plá, veintiún años,  sobre diversidad de cuestiones  como la sardana, los ampurdaneses, la lengua catalana, el matrimonio, y un largo etcétera. Pues muchas  y variadas son las materias por él allí abordadas. Juicios expresados a través de narraciones breves sobre sus familiares, paternos y maternos, de sus vecinos y de otros personajes de Palafrugell o  sus cercanías. También ofrece sus evaluaciones sobre obras y/o autores entonces en boga, entre los que  predominan los de origen catalán, o relacionados con Cataluña, como Eugeni D’Ors, Carner, Sagarra, Verdaguer, por citar algunos. Sin olvidar las historietas contadas protagonizadas por algún que otro personaje propio del lugar, y las entrañables descripciones de los hermosos parajes mediterráneos del Bajo Ampurdán (Baix Empordà) en los que Plá tuvo la gracia de nacer y vivir, y, además, vivir bien, dada la buena posición familiar.   Particularmente estas descripciones e historias, son las partes del libro que más me han gustado.  ¡Y mucho!



 Lectura que- no obstante-  decidí interrumpir. Me hallaba entonces en la pág.158, finalizado  el relato del 22 de agosto, que describe los amores entre” la Conxeta”  y “el Martí”, dos jóvenes de familias barcelonesas, veraneantes en Calella de Palafrugell.  Amores que culminaron- según cuenta Plá-  en un formal matrimonio luego de unos cuantos años de relaciones. Historia simple y sosa, utilizada por el  escritor- pienso- para expresar sus particulares ideas  sobre el papel real que a su muy particular modo de ver desempeñan las féminas en las relaciones amorosas. 

Pero esta historieta  a mí  me llevó a la personal reflexión sobre la en demasía particularidad de las opiniones y del limitado contorno del universo descrito por Plá, - al menos hasta aquel momento de mi lectura-    circunscrito a los suyos y a su más inmediato hábitat: Mi familia, mi pueblo,  la camarilla, el médico, el cura… , mi pueblo, Catalunya,  mis lecturas, mi… mis….mío… Un mundo, en suma, para mi gusto, estrecho. Y llegué  a la misma  conclusión que cuando hace ya unos cuantos años atrás, leí dos de sus narraciones cortas (2),  en el sentido que Josep Plá era tan particular como  aquel patio cantado por la vieja canción de corro “El patio de mi casa, pero    que, al fin y al cabo, “cuando llueve  se moja como los demás”.

Más adelante, D.M., continuaré su lectura.

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(1) Fecha en la que Josep Plá cumplía 21   años, entonces  mayoría de edad.

(2) Las dos narraciones son: “Un viaje frustrado” y “Contrabando”, con cuya lectura disfruté mucho y guardo un grato recuerdo.  


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