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sábado, 7 de octubre de 2017

Vientos del pueblo , de Miguel Hernández



Vientos del pueblo me llevan,

vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.



Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.



No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.



¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?



Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.



Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.



Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.



Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.



Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.


Miguel Hernández  es el autor de esta imperecedera poesía dedicada a España y sus gentes  que hoy, 8 de octubre de 2017, me complazco en recordar , bien mediante la lectura del texto o escuchando la versión musical de Los lobos. 

Seguidamente, copio y pego algunos de los párrafos a mi modesto entender más significativos del artículo suscrito por Monroy en el 75 aniversario de la muerte del poeta alicantino, titulado "‘Miguel Hernández fue anticlerical pero no ateo’, cuya lectura íntegra recomiendo:
"... recuerda Juan Antonio Monroy, las canciones de Joan Manel Serrat han sido la forma en la que han descubierto la literatura de Miguel Hernández. En 2010 el cantautor catalán publicó su segundo disco de homenaje al poeta alicantino: “Hijo de la luz y de la sombra”, con la letra de 13 poemas de Hernández. Ya en el 1972, y en un contexto mucho más difícil para el reconocimiento del poeta, Serrat había dado repercusión a la literatura de Hernández con un disco que titulaba con el nombre del autor(...)El “ambiente de clericalismo asfixiante” en el que creció Miguel Hernández, explica Monroy, marcó sus primeros escritos. Aprendió a coger la pluma en una escuela católica, e “inevitablemente” esto marcó su primera poesía(...)”No es cierto que la muerte moviera a Miguel de sus convicciones anticlericales”, explica Monroy. “Ser anticlerical en España no ha significado necesariamente ser ateo, como ha pretendido durante siglos la Iglesia católica”. “Han sido legión los escritores que se han manifestado contra el dogma católico pero no contra Dios. Grandes figuras de las generaciones literarias del 27 y del 98 fueron anticlericales, pero creyentes en la inmanencia y trascendencia de Dios”.También Hernández fue uno de ellos, defiende Monroy. El autor francés Louis M., en un breve libro titulado “Perfil religioso de la generación española del 36” considera que “a Miguel Hernández lo apartaron de la Iglesia Católica los propios sacerdotes pero él nunca se apartó de Dios”. Jesús Poveda, por su parte, afirma que “Hernández perdió la fe en su infancia, pero no la fe en Dios”.

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