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sábado, 24 de marzo de 2018

Turista de Bananas”, de Georges Simenon


TURISTA DE BANANAS: Simenon,GeorgesTurista de Bananas”, de Georges Simenon. Editor Luis de Caralt, 1974. Colección “Las Novelas de Simenon”, núm. 34. Traducción de Eduardo Bittini. Título de la obra original: Touriste de Bananes. 1938, Librairie Gallimard.  La novela nos refiere la historia de alguien que vive inmerso en su yo, y en sus circunstancias personales y particulares, y ello le incapacita para ponerse en la piel de los otros y, consecuentemente, asumir para luego  afrontar y principalmente poder superar las dificultades y enredos  que  a cada uno le toca vivir. Primero en su mundo originario, Marsella(Francia); y, como era de esperar, tampoco en Tahití(1), Islas Polinesias en el Pacífico Sur. Un lugar teóricamente paradisíaco situado no sólo al otro lado del Mundo, sino también  en el hemisferio opuesto. Pero, al fin y al cabo, un territorio francés de ultramar, en el que se entremezclan culturas, razas, costumbres y concepciones bien diferentes de la vida. 
El apático joven, protagonista de esta novelita de Simenon, no me agradó y todavía menos la insulsa trama argumental que el autor belga tejió alrededor de tan tibio personaje. El único valor que hallé en  esta lectura fue el conocimiento aportado acerca de unas gentes tan lejanas,  no sólo en distancia, sino, principalmente, en sus costumbres y valores, al mismo tiempo que comprobar la degeneración de toda índole, pero, principalmente, de las costumbres y de las tradiciones propias del lugar, a las que el ser humano de cultura occidental,  llegado allí en su afán de  riquezas fáciles, ha contribuido. Otrora verdaderos paraísos terrenales, pero al presente países en los que la mayoría de sus gentes subsisten en la precariedad más absoluta, con enormes diferencias políticas, económicas y sociales entre ellos,  y la concentración de las riquezas y de los recursos del país en pocas manos, usualmente, en las de una élite completamente diferenciada del resto por razón de etnia o creencias religiosas, que vive en la abundancia, mientras que el resto, es decir, la mayoría sólo alcanza a sobrevivir. . .
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(1)Tahití, según leí en Wikipedia, antiguamente era conocida en España como la Isla de Manuel Amat y Junyent, nombre del virrey  de España en Perú. Copio y pego párrafo copiado de Wikipedia:
“Tahití​ (históricamente llamada Otaheite y antiguamente, en España, conocida como la Isla de Manuel de Amat y Junyent)(*) es la isla más grande de la Polinesia Francesa, un territorio de ultramar francés localizado en las islas de la Sociedad, en el sur del océano Pacífico. Forma parte del grupo de las Islas de Barlovento, y del archipiélago de la Sociedad. Esta alta isla y montañosa, de origen volcánico, está rodeada con un arrecife de coral. Su capital es Papeete y consiste principalmente en dos porciones de tierra conectadas por el istmo de Taravao: Tahiti Nui o Gran Tahití, ubicada al noroeste y Tahiti Iti o Pequeña Tahití, ubicada al sureste. En total el territorio comprende unos 1.042 km² y su punto más alto es el monte Orohena. En una expedición española de 1774 el navegante Domingo de Bonechea llegó a Tahití en una expedición organizada por el Virrey del Perú, Manuel de Amat y Juniet, en honor del cual la bautizó "Isla de Amat".
(*)De la lectura de la biografía de este virrey español, del que poco conocimiento tenía, supe que el famoso palacete de la Virreina,  situado en el corazón de las barcelonesas Ramblas, fue un legado de éste a su viuda. Copio y pego información sacada también de Wikipedia:
“En 1776Manuel de Amat y Junient, marqués de Castellbell, volvió a Barcelona con una gran fortuna, tras cesar en su cargo como virrey del Perú, que había desempeñado desde 1761. Como muestra de su riqueza se hizo construir este suntuoso palacio mezcla de decoración barroca y rococó. Fue edificado entre 1772 y 1778 y, tras la muerte prematura de Amat, fue ocupado por su viuda, Maria Francesca de Fiveller y de Bru, por lo que fue conocido como Palacio de la Virreina. Los planos ya existían en el año 1770, pero no se conoce con certeza quien los diseñó, siendo atribuidos a Josep Ausich.3​ Las obras fueron dirigidas por el arquitecto y escultor Carles Grau (1717-1798). También intervino el escultor Francesc Serra, que murió en la obra.
Parece que el mismo virrey, desde Perú, dio detalladas instrucciones para su construcción y posiblemente decidió de una manera personal el estilo de la fachada, de piedra de Montjuïc y de Santanyí.




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