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viernes, 28 de febrero de 2020

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, de Martin Niemöller


Comúnmente se le atribuye a Bertolt Brecht ,el famoso pasaje que más adelante transcribo, copiado de Wikipedia, pero su autor fue el pastor luterano alemán y antinazi, Martin Niemöller .

Original
Traducción
Als die Nazis die Kommunisten holten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Kommunist.

Als sie die Sozialdemokraten einsperrten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Sozialdemokrat.

Als sie die Gewerkschafter holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Gewerkschafter.

Als sie die Juden holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Jude.

Als sie mich holten,
gab es keinen mehr, der protestieren konnte.
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Acabo de leer que el pasaje formaba parte de un sermón , titulado ¿Qué hubiera dicho Jesucristo?, pronunciado en la Semana Santa de 1946 . Y especifica  Wikipedia que  " trata acerca de las consecuencias de no ofrecer resistencia a las tiranías en los primeros intentos de establecerse".  

Desconozco el contenido íntegro del sermón, pero mi consideración particular sobre el famoso pasaje acerca de lo que quiere decirnos y transmitirnos, es acerca de los oídos sordos a los dictados de nuestra propia conciencia que, por regla universal, los seres humanos hacemos, mientras que las villanías, las manifiestas mentiras, los reiterados y flagrantes abusos y transgresiones de normas y leyes, etc. etc., que los poderosos de turno hacen, perjudican o afectan a los demás, a los otros. 

Porque el Creador, que no tiene acepción de personas, dotó a cada uno de nosotros de esa guía, nuestra conciencia, esa bombillita que se enciende y se apaga, y que nos indica por sentido común, lo que es correcto, lo que debe ser, lo que es justo e injusto, bueno o malo,... Esa poderosa arma que ni el más poderoso régimen podría acallar, estando ésta despierta. Y por ello, hay que adormecerla por los más diversos modos, mediante la permisividad en el consumo de drogas, la promiscuidad, la relajación y hasta perversión de las costumbres  con imposición del todo vale, adoctrinamiento sistemático desde la más tierna infancia  a través de la imposición de escuela y tipo de educación, la propaganda mediática con exaltación de prototipos humanos muy lejanos a los hasta ahora convencionales en los que primaban las virtudes y los valores éticos, ... En fin, que lo que entonces ocurriera en la Alemania Nazi, lo más probable, seguro, hoy se repite porque, según creo, las adormideras proliferan.



domingo, 16 de febrero de 2020

El elegido, de Maxence Van Der Meersch.


El elegido, de Maxence Van Der Meersch. Ediciones G.P., 1963, Libros Plaza. Título original: ”L´Elu”. Versión española de Luis Horno Liria. Portada de R. Cobos.

Días atrás,  volví a leer esta obra de Van Der Meersch  y reflexiono cuán lejos estuve antes, cuando la leí por primera vez, de captar  el fin espiritual que esta novelita tiene.  Me costó, he de reconocerlo,  percatarme que el meollo  o fondo argumental está en  la crisis anímica a la que el cúmulo de desgracias en su entorno familiar induce a su protagonista a buscar  a Dios para dar sentido a su existencia.  De ahí, su título “El Elegido”. 

En la novela se dibuja  un trágico cuadro  familiar,  cuyo principal protagonista, Simeón Bramberger, ingeniero y director de una fábrica de explosivos, ha consagrado  su existencia a trabajar duro con el fin de asegurarle a los suyos  una sólida prosperidad material. Objetivo que cree haber alcanzado debido a su  estatus social e ingresos económicos como alto ejecutivo.   Se le describe como persona ecuánime y  escéptica, tanto en cuanto a creencias religiosas como  ideologías políticas.

Con Simeón,   tienen protagonismo especial Francisca, su esposa, y  Vhuilst, otro ingeniero de la fábrica, de arraigadas convicciones cristianas, que ha pasado por similar crítica situación que los Bramberger,  y que su fe  en Dios le ha permitido superar. Personaje esencial  en esta trama porque a  través  suyo, tanto  de sus creencias, pero principalmente  de sus acciones,   vemos  la ejemplaridad de vida de una persona realmente cristiana. Un ser que ama a su prójimo, especialmente al desvalido, al enfermo, al necesitado,  “al que tiene sed, al que tiene hambre, al que sufre cárcel …” y le atiende en su necesidad material , al mismo tiempo que procura por aquella más transcendental , la espiritual, es decir, por su alma. Ese componente de nuestra humana naturaleza, que hoy, según creo,  en nuestras modernas sociedades occidentales, desafortunadamente, muchos ignoran y otros tantos, si no despreciamos, sí la dejamos en un muy segundo plano, casi olvidada, y damos valor sólo a lo tangible y material. Y, por cierto,  ¡así nos va!


Vhuilst será el humilde vaso de honra utilizado por el Creador para confortar al desolado matrimonio en sus desdichas, pero, principalmente, otorgarles el don de la fe salvadora.  


En mi primera lectura, en el 2005, otro aspecto que pasé por alto fue la amplitud con que es abordado  el tema de la “eutanasia”, (“eliminación”, “liquidación”, “inmolación”, “suicidio”). Términos, de algún modo,  sinónimos, en cuanto a modos de poner fin a la vida humana. En la trama son planteados  un “suicidio”, y, posteriormente, la patética solicitud de un ser muy querido,  aquejado de dolorosa enfermedad mortal, de poner de inmediato fin a sus sufrimientos. (*)Pasaje de la novela –pienso- de hondo calado emocional y moral, especialmente si te pones en el lugar de cualquiera de las partes.(**)
Cierro el comentario resaltando mi admiración por el autor francés, muerto en 1951,  por su visión anticipada  de la realidad socio económica, así como  de las negativas perspectivas  para el colectivo humano como consecuencia de  la pérdida de valores  y de las tradiciones. (***) De los que esta pequeña obra es buena muestra. Fue publicada en 1937.
___________

(*)Curiosamente, el pasado martes, 11 de febrero de 2020, en el Congreso Español fue aprobada por amplia mayoría una proposición de Ley de Eutanasia, apostillada como “Muerte Digna” presentada  por los socialistas. Cabe señalar que el significado etimológico  es “Buena Muerte”.
He hallado  en relación a esta controvertida cuestión un interesante artículo en elmundo.es, de agosto del 2019, cuya lectura íntegra recomiendo:
“Eutanasia, muerte digna, suicidio asistido ¿cuál es la diferencia?”
(**)Visión cristiana de la muerte, he hallado esta catequesis del Papa Francisco, cuyo contenido íntegro se puede leer en el siguiente enlace:

Me permito resaltar aquellos párrafos desde mí modesto entender más esenciales:
“En este horizonte se comprende la invitación de Jesús a estar siempre listos, vigilantes, sabiendo que la vida en este mundo nos es dada también para preparar la otra vida, aquella con el Padre celestial. Y para ello hay un camino seguro: prepararse bien a la muerte, estando cerca de Jesús. Ésta es la seguridad: yo me preparo a la muerte estando cerca de Jesús. ¿Y cómo se está cerca de Jesús? Con la oración, con los Sacramentos y también en la práctica de la caridad. Recordemos que Él mismo se identificó en los más débiles y necesitados. Él mismo se identificó con ellos en la célebre parábola del juicio final, cuando dice: «tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver... Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». (Mt 25,35-36.40). Por lo tanto, un camino seguro es el de recuperar el sentido de la caridad cristiana y del compartir fraterno, cuidar las llagas corporales y espirituales de nuestro prójimo. La solidaridad en el compartir el dolor e infundir esperanza es premisa y condición para recibir en herencia ese Reino preparado para nosotros. El que practica la misericordia no teme la muerte. .. Y ¿por qué no teme la muerte? Porque la mira a la cara en las heridas de los hermanos y la supera con el amor de Jesucristo.”

(***) Seguidamente reproduzco algunos de los párrafos de la página 105 que recogen las reflexiones del protagonista en relación al trabajo y las réplicas de Vhuilst a sus argumentaciones:
Simeón: “Con el progreso, el trabajo, ese trabajo necesario, se hace cada vez más raro e inútil. Hasta aquí el gran remedio de la miseria moral del hombre ha sido esa necesidad de ganarse el pan y de vivir. Pero hoy el progreso y la máquina le quitan ese consuelo.¡ Y decir que Simeón había creído también en el progreso y en el avance infinito de la ciencia!
- ¿Progreso?- se burlaba Vhuilst cuando oía hablar así a Simeón-. ¡Tú bromeas! Mira a tu alrededor, amigo. Fábricas llenas de gente esclavizada, tabernas, huelgas, una holgazanería incurable y creciente…¡ Y la estandarización del ser humano!¡Ante las seis u ocho horas obligatorias de la fábrica, todos somos iguales, todos resultamos semejantes, hombres y mujeres, viejos y jóvenes! Esta es una humanidad reducida a una serie de piezas intercambiables! ¡Nada de tradición familiar, nada de hogar, nada de hijos! ¡Unos grupos sociales frenéticamente ocupados en agotar la riqueza terrestre y la riqueza de las razas, en espera de morir por la despoblación!¡Bonito está tu progreso! ( II  Parte, Capítulo IV)


24 de febrero de 2020: Detallo enlace con mi comentario realizado en 2006, tras mi primera lectura. Como se puede observar, son muchas y muy básicas las cuestiones que entonces pasé por alto.

https://silvialeyendo.blogspot.com/2008/03/el-elegido-por-maxence-van-der-meersch.html