Páginas

Páginas

viernes, 28 de mayo de 2021

Advertencias sobre el nacionalismo, Arnold J. Toynbee & Vargas Llosa

leyendo_periódicos: Arnold J. Toynbee & Vargas Llosa (Advertencias sob...: Este comentario de hoy es fruto de las ideas recogidas por mí tras la lectura de mis antiguos comentarios sobre los libros leídos de Arnol...
                                                       oooOOOooo

 
Este comentario  originalmente lo publiqué en leyendo_periódicos, fruto de las ideas recogidas por mí tras la lectura de mis antiguos comentarios sobre los libros leídos de Arnold J. Toynbee( "Guerra y Civilización")

 y Vargas Llosa("Los cachorros"). Porque ambos escritores, uno como historiador, y el otro en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura año 2010, bajo el sugerente título “
Elogio de la lectura y de la ficción
,  nos advierten acerca del 
 daño pernicioso del nacionalismo para las sociedades que los sufren.

Como en tantas otras ocasiones, me remito (enlazo) con el artículo de prensa digital que me ha servido de fuente de conocimiento, en este caso lavozdebarcelona.com, bajo el título Quiero a España tanto como al Perú.Un discurso elogioso con la lectura, emotivo en lo particular y crítico con los nacionalismos", del que reproduzco (corto y pego) aquellos párrafos para mí más significativos:

“El escritor ha rendido homenaje a su familia, en especial a su madre, y a sus maestros, entre quienes ha citado a los escritores Flaubert, Faulkner, Cervantes, Dickens, Tolstoi o Thomas Mann(…)

“Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. (…). En España se publicaron todos mis libros, recibí reconocimientos exagerados, amigos como Carlos Barral y Carmen Balcells y tantos otros se desvivieron porque mis historias tuvieran lectores.(…) España y el Perú son el anverso y el reverso de una misma cosa, y no sólo en mi pequeña persona, también en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura.
De todos los años que he vivido en suelo español, recuerdo con fulgor los cinco que pasé en la querida Barcelona a comienzos de los años setenta. La dictadura de Franco estaba todavía en pie y aún fusilaba, pero era ya un fósil en hilachas, y, sobre todo en el campo de la cultura, incapaz de mantener los controles de antaño. Se abrían rendijas y resquicios que la censura no alcanzaba a parchar y por ellas la sociedad española absorbía nuevas ideas, libros, corrientes de pensamiento y valores y formas artísticas hasta entonces prohibidos por subversivos. Ninguna ciudad aprovechó tanto y mejor que Barcelona este comienzo de apertura ni vivió una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creación. Se convirtió en la capital cultural de España, el lugar donde había que estar para respirar el anticipo de la libertad que se vendría. Y, en cierto modo, fue también la capital cultural de América Latina por la cantidad de pintores, escritores, editores y artistas procedentes de los países latinoamericanos que allí se instalaron, o iban y venían a Barcelona, porque era donde había que estar si uno quería ser un poeta, novelista, pintor o compositor de nuestro tiempo(…) ciudad cosmopolita y universal, donde era estimulante vivir y trabajar, y donde, por primera vez desde los tiempos de la guerra civil, escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron, reconociéndose dueños de una misma tradición y aliados en una empresa común y una certeza: que el final de la dictadura era inminente y que en la España democrática la cultura sería la protagonista principal.

Aunque no ocurrió así exactamente, la transición española de la dictadura a la democracia ha sido una de las mejores historias de los tiempos modernos, un ejemplo de como, cuando la sensatez y la racionalidad prevalecen y los adversarios políticos aparcan el sectarismo en favor del bien común, pueden ocurrir hechos tan prodigiosos como los de las novelas del realismo mágico. La transición española del autoritarismo a la libertad, del subdesarrollo a la prosperidad, de una sociedad de contrastes económicos y desigualdades tercermundistas a un país de clases medias, su integración a Europa y su adopción en pocos años de una cultura democrática, ha admirado al mundo entero y disparado la modernización de España. Ha sido para mí una experiencia emocionante y aleccionadora vivirla de muy cerca y a ratos desde dentro. Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz.

Detesto toda forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales.
No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.

 


Estas entrañables y, para mí, bonitas palabras del escritor peruano fueron contestadas  por el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. En todo caso, dedicaré otro comentario a tal contestación. Porque el comentario de hoy se ha hecho demasiado largo.


oooOOOooo

5 de septiembre de 2017: Como en tantas otras ocasiones prometí un comentario que luego no realicé. Trataré hoy, seis años más tarde, cumplir con lo dicho.Para ello copio y pego la información publicada por elpais.com, más arriba enlazada.

"El ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol ha reprochado hoy al escritor peruano Mario Vargas Llosa que elogiara, en su discurso de recepción del Premio Nobel en Estocolmo, la Barcelona de los años setenta, donde vivió, sin mencionar la dictadura de Franco ni la persecución del catalán.En un acto organizado por la fundación democristiana Persona i Democràcia-Joaquim Xicoy, en el Auditorio del IDEC-UPF de Barcelona, Pujol ha criticado el discurso de Vargas Llosa, en el que elogió a su "querida Barcelona", resaltando su papel fundamental en el apogeo cultural del final de la dictadura, y definiéndola como capital cultural no sólo de España, sino también de América Latina.Pujol ha replicado que el escritor "nos habla de una Barcelona de los años 70 maravillosa, pero eran los años de Franco, de la persecución del catalán, de mucha gente en la cárcel, y Vargas Llosa no se había enterado de esto".
Bien dice el dicho que "por la boca muere el pez", por ello reproduciré las palabras del  discurso  de Vargas Llosa en las que en contra de lo afirmado por Pujol ( *)hace mención a la dictadura de Franco:
"De todos los años que he vivido en suelo español, recuerdo con fulgor los cinco que pasé en la querida Barcelona a comienzos de los años setenta. La dictadura de Franco estaba todavía en pie y aún fusilaba, pero era ya un fósil en hilachas, y, sobre todo en el campo de la cultura, incapaz de mantener los controles de antaño. Se abrían rendijas y resquicios que la censura no alcanzaba a parchar y por ellas la sociedad española absorbía nuevas ideas, libros, corrientes de pensamiento y valores y formas artísticas hasta entonces prohibidos por subversivosNinguna ciudad aprovechó tanto y mejor que Barcelona este comienzo de apertura ni vivió una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creación. Se convirtió en la capital cultural de España, el lugar donde había que estar para respirar el anticipo de la libertad que se vendría. Y, en cierto modo, fue también la capital cultural de América Latina por la cantidad de pintores, escritores, editores y artistas procedentes de los países latinoamericanos que allí se instalaron, o iban y venían a Barcelona, porque era donde había que estar si uno quería ser un poeta, novelista, pintor o compositor de nuestro tiempo(…) ciudad cosmopolita y universal, donde era estimulante vivir y trabajar, y donde, por primera vez desde los tiempos de la guerra civil, escritores españoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron, reconociéndose dueños de una misma tradición y aliados en una empresa común y una certeza: que el final de la dictadura era inminente y que en la España democrática la cultura sería la protagonista principal.

Al releer tan elogiosas palabras del escritor Vargas Llosa para Barcelona, mi ciudad, la hermosa y sin par en el mundo capital catalana, nada más y nada menos que en el momento en que recogía el Nobel de Literatura, me he emocionado,  y agudizado mi sentimiento de dolor ante la deriva independentista propiciada por los intereses deleznables  de unos pocos pero muy corruptos. Especialmente corruptos pues corrompen ideas y principios y matan la Verdad.



_____
(*) Pujol en aquel entonces, 2012, todavía era "Honorable" porque aún no había reconocido públicamente que llevaba treinta y dos años defraudando al Erario Público Español, el mismo que durante veintitrés años le había pagado, con nuestros impuestos, sus emolumentos como President de la Generalitat de Catalunya.¡Vaya!

No hay comentarios:

Publicar un comentario