La noria, Luis Romero. Círculo de Lectores, 1971. Cubierta, Izquierdo. Dedicado a sus padres. Premio Nadal 1952.
Empezaré por la definición de
noria: “Una noria, noria de feria, rueda de
Chicago, rueda de la fortuna, rueda Ferris, rueda
gigante, rueda moscovita, viaje a la luna o vuelta
al mundo, es una atracción de feria o parque
de atracciones consistente en una rueda en posición vertical con góndolas,
cabinas o simples asientos unidos al borde, que funciona girando (mediante un
mecanismo o motor) alrededor de un eje horizontal perpendicular al plano de la
rueda. Suelen usarse para ver el paisaje
de alrededor. “(Definición tomada de Wikipedia)
No obstante el buen escogido
título, la novela bien podría haberse llamado “Barceloneses”, tal como Joyce
bautizara con “Dublineses” a su obra de juventud sobre las gentes de Dublín, pues
lo que “La noria” describe, a través de
treinta y siete historias, es la Ciudad
Condal de mediados del pasado siglo XX, durante
una jornada completa, es decir, desde un
amanecer hasta el amanecer
siguiente.
Treinta y siete narraciones en
torno a las gentes de la Barcelona de
los años 40, personificadas por distintos tipos humanos. La lectura nos lleva
de un personaje a otro y de sus
conflictos, al mismo tiempo que recorremos plazas y calles de los distintos barrios de la ciudad: una joven
prostituta cara, un taxista, una dependienta, un catedrático, un estudiante,
una enfermera, un viejo cura… Ronda Universidad, Pelayo, las Ramblas, Rambla de
Cataluña, Puertaferrisa, Montjuich, la Catedral, Santa María del Mar, el Pino,
Gracia, el Mercado del Borne, el Tibidabo…
Particularmente he disfrutado con
esta lectura que me ha hecho evocar tiempos e imágenes de Barcelona; ciudad en la que viví muchos años. ¡Media
vida! Allí estudié, trabajé, y formé una familia. ¡Una hermosa ciudad! (*)
De las treinta y siete historias,
la que más me agradó fue “Berta la buena”. Un alma humilde, enfermera
vocacional. Buena hija y buena persona, solicita con sus congéneres y persona
de fe, de fe sincera. Un lindo personaje.
(*)La Barcelona de hoy vista desde un cubículo de mi particular noria:
Al presente, no me identifico para nada con la Barcelona que yo conocí cuando vivía
en un histórico y céntrico barrio barcelonés. Muchas calles y plazas tienen
distinta denominación, y las que han conservado el nombre, están rotuladas en
catalán. Si subes por las calles Aribau o Montaner, te pasmas ante las pinturas
y grafitis que ensucian, pues no me atrevo a decir que adornan, las persianas
de los locales. Muchos de ellos con el cartelito de “Se Alquila”, “Se
traspasa”, “Se Vende”, indicativos, resumiendo,
del cese de la actividad en ellos. Una parte del Ensanche Barcelonés
convertido hoy en barrio gay, las antiguas “Bodegas Marcelino” regentadas por
chinos, la existencia de numerosos colmados o tiendas de pakistaníes, con dos o
más de ellos en una misma travesía, abiertos
al público las veinticuatro horas del día. La Plaza de Cataluña, antaño
neurálgico centro financiero y flanqueada por numerosas sucursales de entidades
bancarias, (Banco de Bilbao, Banco de Aragón, Banco Central, Banco Vizcaya,
Banco España, Banco Popular y el majestuoso Español de Crédito), hoy reemplazadas por establecimientos comerciales, o grandes
centros informáticos... Cambios por una parte fruto del mucho tiempo
transcurrido desde la época descrita en la novela, década de los 40, unido a la
evolución económica experimentada en España y muy especialmente en Barcelona, a
cuyo cambio urbanístico, no hay que olvidar, contribuyeron, y mucho, los juegos olímpicos
celebrados en 1992, y también, puede que mayormente, a los cambios experimentados
en la gobernación de las instituciones socio-políticas y económicas de la
comunidad catalana. La cosmopolita ciudad de Barcelona es al presente, en
muchos de sus barrios, una gran Babel.
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