Me gustaría comentar la particularidad ya apuntada de la simpatía o quizás mejor llamarla solidaridad que doña Bárbara puede despertar entre los lectores que ven en este personaje de ficción la encarnación de tantas y tantas mujeres que como la heroína de la novela, casi niñas, han sido vil y cobardemente atropelladas por uno o varios cobardes. Sobre este punto, no hace mucho, leí de una mujer conocida como jefa de una banda de ladrones y criminales, creo que era de Paquistán o de la India. La cual, como doña Bárbara, encaminó su existencia a resarcirse de las vejaciones y atropellos recibidos tempranamente de una banda de malhechores. Con lo cual se confirma que siempre la realidad suele superar la ficción
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