La lectura de este affaire ocurrido en Francia en la década de los treinta del pasado siglo XX, me ha traído a la memoria otros escándalos económico financieros recientes, que han afectado a muchos países, incluida la propia Francia y también España. Cuya principal causa está - como en el caso Stavisky- en los poderosos vínculos y apaños del estafador con las autoridades políticas del lugar. Vinculaciones de tipo familiar, patrimoniales o fruto de la más pura corrupción que favorece la consecución del delito económico en las condiciones más favorables y de mayor impunidad para el ilustre delincuente.
Espejos del grado de la corrupción extendida entre los más altos estamentos sociales. Algunos de cuyos miembros, gozando del más alto prestigio económico y moral, aprovechan este estatus y sus vínculos con los poderes e instancias públicas para, con la connivencia, por activa o por pasiva de éstos, fraguar y ejecutar colosales timos a buena parte de sus conciudadanos. Quienes, pobre gente, luego de muchos años, tras un sin fin de pleitos, recursos, apelaciones y otros procedimientos judiciales quedan como aquel famoso gallo de Morón, "sin plumas y cacareando". Mientras, el o los burladores, en muchas ocasiones, son exonerados de la devolución de lo que no era suyo; absueltos de sus delitos o condenados a penas que no cumplen. ¿Ejemplos? Acaso el de los Albertos como más sonoro y reciente, pero no el único, ya que, desgraciadamente, ha habido muchos.
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