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martes, 18 de marzo de 2008

La tregua, de José Mª Sánchez – Silva, enero 06

Narración muy distinta de la de "Marcelino", tanto por sus personajes como por las situaciones descritas. Aquí hay sordidez, crimen, maldad y falsía. Se nos habla del lado oscuro de la condición humana. Los personajes son simbólicos y nombrados en su mayoría, excepto cuatro de ellos, por la característica que les define, así aparecen la madre, el padre, el sátiro, el falso, el asesino, la asesina, el ladrón, el ebrio, la de los pecados ajenos, el capataz, el adúltero, la adúltera,…

Hay un guardián en el campamento minero. Este guarda me recordó a otra figura de ficción últimamente leída, Matiana, la de "Las tierras flacas" de Agustín Yáñez. Como ella, hace de mediador entre Dios y el hombre, en un lugar en donde no hay sacerdotes; como aquélla, conoce de los males y  las enfermedades del alma. Las gentes acuden a él, buscando remedio o ayuda en ocasiones de importancia como la muerte. Sus leyes o Ley, es la natural o de Dios, es decir, lo justo, la verdad y amor que lleva y conlleva la paz. Al menos la interior o consigo mismo, porque la paz humana, la basada en los criterios humanos, es efímera y como la del relato, ondea cual blanca bandera durante un tiempo y… se acabó. Puesto que, curiosamente, los mismos que la izan, más tarde la bajan, y continúan tal como antes: los asesinos asesinando, los adúlteros engañando, los ladrones robando y tratando de recuperar lo perdido o dejado de robar, y  etc., etc.

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