Espinás lo califica de “paisajista magistral y un penetrante retratista”. También dice que, "con Pío Baroja, sea probablemente el escritor moderno más anti convencional que ha dado la península ibérica." Atribuyéndole este adjetivo "porque es un hombre solitario y libre, hasta el punto en que esto sea posible". Resalto esta afirmación porque entiendo puede resumir la idea que se saca del autor, una vez leídas estas dos breves narraciones suyas. Relatos en los que nos describe sus puntos de vista, ideas, amigos y conocidos. Por cierto, tan singulares y particulares como él. No me atrevo a calificarlos de glotones, pero sí muy amantes de "la bona cuïna mediterránea"(la buena cocina mediterránea). Se nota que Plá fue un personaje muy suyo, tan particular como el patio de la canción de corro" El patio de mi casa", pero que, como aquél "se llueve y se moja como los demás".
"El Hermós" y "Baldiri" son los dos personajes con los que el autor comparte batallas e historias. El primero, mayor, libre, sin ataduras. Aunque, para más contraste, siempre ha trabajado para otros. Individuo sencillo, más bien rústico, pero con una sabiduría innata que le permite sobrevivir de modo airoso. Conoce y es conocido por todos. Un personaje entrañable. Baldiri es un tipo rudo, aventurero y marino audaz. Un vivales, un negociante inquieto. Esta segunda narración fue para mí mucho más interesante por diversos motivos. Entre ellos, por la aventura contada y además por el hecho de la oportunidad aprovechada por Plá para hablarnos de Cataluña, incluida la parte francesa o Rosellón. En este punto copó toda mi atención la lectura de los sitios como Colliure, Argelés o Perpiñán, etc., también citados en otras de mis lecturas recientes.
Plá nos describe Colliure y su castillo. Entonces recordé el triste retrato que de este mismo lugar hacía Artís Gener en su libro "La diáspora republicana". En el que habla de Colliure como odioso campo de concentración y castigo. Así como de los arenales de Argelés y de sus campos de concentración, en los cuales los refugiados españoles fueron hacinados en condiciones infrahumanas. Desde luego, me ha resultado de enorme contraste pensar que en estas poblaciones que Plá cita como catalanas (alude a la Cataluña histórica) sus gentes fueran tan hostiles, tan desafectas para los refugiados españoles, cuando, entre éstos había un gran número de catalanes a los cuales - sería de esperar - debían haberse sentido más unidos. Pero no fue así. Ya bien dice el dicho que del árbol caído todo el mundo hace leña. También, en la página 133, último párrafo, nos explica el autor, aludiendo a la política lingüística llevada a cabo por el gobierno de Francia con respecto a los catalanes del Rosellón.... "La finalidad consiste en arrancar a los roselloneses su lengua materna".
Me pregunto qué nos diría Josep Plá acerca de la política lingüística de la Generalitat de Cataluña con respecto al castellano. Porque, acaso, en la Cataluña de hoy y desde hace unos veinte o veinticinco años ¿no se está practicando similar política de discriminación lingüística tratando de desligar a las gentes catalanas de habla materna castellana de su lengua propia? ¿Acaso la creación del término "lengua vehicular" para referirse al obligado catalán que se da casi como única lengua en la enseñanza catalana no es la evidencia más clara? O, para ir a ejemplos más recientes y también más escandalosos, la moción aprobada por mayoría absoluta en el Parlamento catalán de apoyar y ser representados en la Feria del Libro de Fráncfort del 2007 sólo por escritores catalanes que escriban en catalán, excluyendo por tanto a los catalanes que escriben en castellano.
Quiero creer que Plá, personaje singular poco acomodaticio, habría denunciado con severidad tan absurda política. Hasta quizás hubiese sido uno de los firmantes del Manifiesto suscrito recientemente por intelectuales denunciando ésta y otras prácticas discriminatorias y clasistas.
5 de mayo de 2022: Hace ya mucho tiempo que
escribí este comentario, año 2005, y muchos, también, son los acontecimientos sobrevenidos
en Cataluña. La cual vive inmersa en una corriente
separatista. No mayoritaria, pero sí con fuerza al estar promocionada por los
que mandan en la Comunidad. Situación que se viene arrastrando ya desde algunos
años, con efectos manifiestamente negativos para todos: sociales, políticos y
económicos.
Así
las cosas, durante estos últimos años, ha venido a mi memoria este libro de Plá, con cuya
lectura disfruté mucho. Por lo cual, decidí volver a leerlo, y de nuevo, he
vuelto a deleitarme con su lectura. En primer lugar, por la belleza y el
entusiasmo empleado en la descripción de
los parajes, de los fenómenos atmosféricos y de las gentes. Porque Plá no ha
olvidado a las gentes, a las gentes de allí. Las cuales son objeto y
protagonistas, en muchas ocasiones, de sus relatos.
Muchos y variados son los términos y el
lenguaje marinero utilizado por el escritor ampurdanés. Quien, se evidencia, fue un enamorado de El Ampurdán (en catalán, l'Empordà), su localidad natal, una comarca histórica de Cataluña, y muy especialmente de
su costa. Amor que logra transmitir al lector mediante narraciones amenas y
sencillas, en las que nunca falta una receta acompañada de un buen vino de la
zona.
Resumiendo, si antes me gustó, ahora,
mucho más.
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