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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Misterios de las civilizaciones muertas, por J.Mallas


Cuando hace unos días comencé este comentario, no pensé que me costaría tanto. Llevo, sin embargo, varios días en ello y en múltiples ocasiones he cogido de nuevo el libro para releer varios de sus capítulos. Con especial interés y atención he releído el Inicio y el Epílogo de esta segunda edición.

El libro de J.Mallas,“ Misterios de las civilizaciones muertas”, Ediciones Telstar, 2ªedición, febrero de 1972, está escrito a modo de ensayo en el que se exponen ideas propias y ajenas  resultado de los descubrimientos arqueológicos y de estudios de especialistas, “los sesudos hombres y mujeres” que se han dedicado a explorar los oscuros y tortuosos rumbos de la pobre criatura humana, en su deambular histórico, partiendo del denominado por el autor Meridiano Cero”. Transcribo su localización, detallada por Mallas en la página 17: 
Nuestra civilización, La Occidental, está vertebrada, precisamente, a lo largo del “meridiano cero”. Este mismo meridiano, al menos hasta el momento, reconoce el origen de todas las civilizaciones, que pueden situarse en cualquier punto de su latitud y a poca distancia- relativamente poca – de la longitud, Este u Oeste. Si abrimos un Atlas y observamos un Planisferio, veremos que “el meridiano cero” es el 34º Long. E. De Norte a Sur podremos localizar nombres de bíblicas resonancias: Nazareth, Jerusalén, Belén…”

Apuntada ya  la dificultad que estoy teniendo para elaborar este comentario, a pesar de ser ya una cuarta lectura, paso a señalar lo que al presente considero  la finalidad principal de este ensayo: advertirnos - cual profeta apocalíptico - sobre  nuestra enferma Civilización Occidental. De hecho para el autor nuestra civilización ya murió. Hipótesis desarrollada desde el inicio, en las primeras páginas dedicadas al “Meridiano Cero”, 9 al 20, y remachada en su Epílogo a la  segunda edición de 1972. Siete son los capítulos en que se divide la obra y cuyos títulos son los siguientes:

I  La ciudad más antigua del Mundo.
II En busca de la Atlántida
III En el umbral del nuevo continente.
IV Rostros feroces, ritos sangrientos
V El silencio de las ciudades abandonadas
VI Salto a través del Pacífico
VII El infinito apunta al “Meridiano Cero”

En mis comentarios anteriores sobre esta obra, cuyos enlaces detallo al pie,  pasé por alto  muchos  aspectos ahora  vistos  como por ejemplo el evidente humanismo y fe cristiana del escritor, plasmados desde los comienzos en sus citas y alusiones a la figura de Jesucristo, y también a otros pensadores y humanistas cristianos. Entre ellos muchos españoles célebres, tal como Eugeni D’Ors, Unamuno; Gregorio  Marañón, Santa Teresa de Jesús, etc.  Llegados a este punto, resalto algunas de las citas y reflexiones que más me gustaron:

“Fue, precisamente en esa línea del “meridiano cero”, donde hace veinte siglos desgarráronse las más terribles palabras del Cristo, condenado a los traficantes y mixtificadores de la Ley: “Ay, igualmente vosotros, doctores de la ley: porque echáis a los hombres cargas que no pueden soportar, y vosotros ni con la punta del dedo las tocáis.”(LC., 11,46 y ss.)” Y añade  la siguiente reflexión: “Quien haya estudiado la figura de Jesús, en su doble naturaleza, divina y humana, y haya penetrado en la sublime y a la vez misteriosa mansedumbre del Cristo, en su ternura y amor infinitos, en su misericordia y caridad, advertirá claramente que la Fe, tantas veces por Él invocada, ni tiene satisfacción con la tibieza ni admite por aliado al fanatismo; el cual, a la postre, no deja de ser una forma retorcida de la hipocresía.”(pág.17) 
“La conducta del hombre y de los pueblos transcurre en un continuo pleito entre la sublimidad y la vileza; en una lucha porfiada, terrible y hermosa a la vez”. (pág. 19)
“Si fuésemos capaces de interpretar rectamente el mudo y en ocasiones siniestro mensaje de las civilizaciones muertas, es posible que descubriésemos que no fue cataclismo geológico alguno ni invasión arrolladora la causa primaria de su total desaparición. Fue algo más sencillo y trágico: el endiosamiento de la vileza, bajo cualquiera de sus múltiples y engañosas formas.”(pág. 19)

E incido en   la argumentación  de Mallas en atribuir como causa subyacente a la desaparición de alguna de estas antiguas civilizaciones, al enorme distanciamiento producido entre los intereses de las élites y los del pueblo llano

El autor  es muy crítico con esas jerarquías que sólo patrocinaron su exclusivo bienestar y la prevalencia del mismo sobre los del resto del colectivo. En el análisis de las culturas centroamericanas azteca y maya es donde  , según creo, este argumento queda más claro, cuando se refiere a la ferocidad y la crueldad reflejados en los dibujos e imágenes de los frisos pincelados por los artistas de aquellas culturas, así como por el hecho revelador de cómo a pesar del elevadísimo nivel de conocimientos  alcanzados y evidenciados en sus construcciones, calendario, etc., -  que Mallas llama “progreso especulativo”- éste no fue empleado para aliviar y mejorar los trabajos de la masa campesina, sino para oprimirla. En varias ocasiones  reprocha  que elementos tan básicos en las tareas agrícolas como la rueda y el arado común .no fueran aplicados a estos usos . Porque- nos detalla-  conocieron la rueda, pero ésta    sólo se aplicó  en juguetes.

Transcribo a continuación algunas de las frases o pensamientos expuestos en el libro en relación a esta idea:
“Aunque en el Yucatán los sacrificios humanos fueron menos masivos que en México…no por su sangrienta ferocidad deja de pertenecer a un estado de infracivilización. Pero ejercido por una casta intelectualmente desarrollada, es puro sadismo.”(pág.164)  
“Cuanto más se estudian los enigmas suscitados por la estructuración social de los pueblos precolombinos de Centroamérica(1)…se advierte a qué horrorosas deformaciones puede llegar la conciencia humana, cuando pretende erigirse en poder absoluto.”(1) Este fenómeno es observable a lo largo de toda la historia. Sin embargo, en las culturas aquí tratadas, precisamente por su progreso especulativo al servicio exclusivo de una clase dominante, ofrece contrastes de mayor violencia y dramatismo.”(pág.164)  
“En el pueblo maya se advierte, más que en cualquier pueblo de la antigüedad, el abismo existente entre las dos únicas capas sociales: el de las familias dominantes, núcleo reducido y, naturalmente, conjugado con los sacerdote y una abrumadora masa de gente oprimida”(pág.164)  
“…las únicas mentes cultivadas-sacerdotes-, en vez de aspirar al progreso, pretendían sólo imponer su voluntad por el terror…Una actitud semejante induce, incluso, a otra conclusión hipotética y todavía más desoladora: aquella casta sacerdotal no deseaba el menor progreso. Unas inteligencias capaces de crear obras científicas y artísticas como las descubiertas, de haber querido habrían creado también dos de los instrumentos más prácticos, sencillo e impulsores del progreso: el arado y la rueda.”(pág. 166)  
En la jungla del Yucatán se extinguió un pueblo- es decir, unas comunidades formadas por individuos, por seres humanos-, al que se le escamotearon dos de los instrumentos más útiles para vivir y progresar: la rueda y el arado”(pág. 170)  
“…los indios del Yucatán, utilizaban un año de 365 días y otro cómputo, el año de la Luna, de 360. Los días restantes ’no eran contados porque llevaban ‘mal agüero”…conocían el sistema vigesimal y utilizaban el cero.(pág.170)  
…sus conocimientos astronómicos, tan asombrosos como inexplicables. A la precisión de los cálculos del año solar, se añade el enigma del año venusino de 584 días.”(pág.171)







Con el fin de evitar que quien  sólo lea estas citas llegue a la errónea conclusión de que el autor, Mallas, en su visión del pasado perdiera la perspectiva del presente y del futuro; transcribo varios párrafos con los que cierra el capítulo dedicado a la civilización maya:

También hoy tenemos poderosísimas “Ruedas y arados”; desde los fertilizantes hasta las cosechadoras; desde la electrónica al átomo; desde la asepsia completa hasta la conquista del espacio. Y, sin embargo, dos tercios de la humanidad padecen hambre. Y por falta de la ayuda necesaria, la capacitación indispensable y la tecnología precisa, en el mismo continente suramericano, depositario de ingentes riquezas naturales, se movilizan más recursos para alimentar golpes de estado que para nutrir a los hambrientos.”(pág. 172).
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(lectura en el año 2004)