Según se indica en la página
primera del libro, editado por Librería Salesiana, Biblioteca Horas Serenas,
Vol.VI, 5ª edición, año 1943, es una “narración histórica de L.M.”. Para mi
sorpresa, sus personajes y la trama allí desarrollada son, según creo, de
actualidad; ya que la novelita nos cuenta de un banquero y su elitista entorno
social formado por políticos, jueces, notarios, periodistas y personas
influyentes, algunas con fortuna de origen tan poco escrupuloso como la del propio protagonista,
un agresivo cambista que había montado, en el París de finales del XIX,
principios del XX, un banco. Me encantó
cómo se describe el negocio financiero, párrafos que seguidamente reproduzco:
“El Banco Internacional es en efecto, uno de esos establecimientos financieros fundados por hombres hábiles, pero sin escrúpulos, de los cuales ha tiempo que está plagado París.Dicho Banco, fundado hacía apenas cuatro años por Villeroy, aumentaba su importancia de día en día, gracias al incontrastable apoyo de alguna personalidad del gran mundo parisién y a la culpable complicidad de magistrados(*) sin conciencia, los cuales, con tal de cobrarse una prima, descubrían al director el medio de faltar en las barbas de la ley, salvándole sagazmente de las indiscreciones políticas. (…) especulaciones y la compra de valores con prima formaba la mayor parte de las operaciones del Banco Internacional. Era el mejor y más sencillo anzuelo para los incorregibles vividores, a quienes no acaba de desengañar el espectáculo diario de estafas sin fin y quiebras fraudulentas…Lo abarca todo, hasta una agencia de contrabando(…)Con las crecidas sumas que había ingresado en sus arcas, Villeroy pagaba a sus clientes los intereses estipulados, hasta que el mejor día se viera obligado a huir con la caja, después de haber colocado cuantiosas cantidades en el extranjero(…)Y así acumulaba la fortuna con que podría más tarde vivir a lo príncipe(honestamente a los ojos del mundo) en el país hospitalario adonde fuese a terminar sus días.(pág. 25)Vivía feliz, con ese descuido audaz que da la riqueza, sin que el pensamiento de las ruinas que sembraba a su alrededor para amasar su fortuna, viniera a perturbar la tranquilidad de su negro espíritu(pág.27)
En estos párrafos, según creo, están descritos algunos de los más tristes como universales y eternos modos de los
“dondinero” salidos de la nada, muchos de los cuales son míseros ejemplares de la condición
humana, personajes sin alma, inmisericordes con las desgracias ajenas y su codicia es ilimitada. La frase subrayada me hizo recordar a los propietarios de
las multinacionales que se abastecen en las fábricas de países como Bangladés,
cuyos obreros trabajan por un miserable salario en condiciones infrahumanas e ilimitados
horarios. Situación irrefutable exteriorizada a la opinión pública mundial tras
el nuevo y reciente derrumbamiento
de un edificio de ocho plantas en Savar, población a veinte kilómetros de
la capital Dacca de aquel país asiático, en el que había varias fábricas de confección textil, suministradoras, al parecer, de las mundialmente conocidas Mango(española)(**),
Benetton(italiana), Primark(irlandesa) y la estadounidense Walmart, entre otras.
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(*)Relaciono algunos de los
muchos sinónimos del sustantivo magistrados:
gobernadores (gobernantes, soberanos…);
jueces,(árbitros, censores); corregidores( alcaldes, concejales,
ministros, asesores…).
(**)Según las últimas noticias
leídas, ya no se cita a Mango, sino a una ignota empresa importadora de Reus,
de limitada responsabilidad. ¡Vaya! Y se añade El Corte Inglés entre las empresas españolas que se proveían en las fábricas siniestradas