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2 de enero de 2014:
“Doña Berta” es el título de una novela corta , primera de
la antología de relatos de Leopoldo
García Alas- Ureña, alias “Clarín”, Libro RTV nº 38,
Biblioteca Básica Salvat, Salvat Editores, S.A., año 1969, prólogo de José María
Martínez Cachero. Es una segunda lectura y la realicé hace unos tres años.
Estaba entre los libros leídos pendientes de comentario.
De esta novela, “Doña
Berta”, recordaba como de mayor importancia, - ¡simple de mí! - la denuncia del autor, Clarín, a los prestamistas
y sus leoninos contratos. Particularidad que daba al relato un valor
testimonial al describir, a mi modesto entender, con tanto acierto, la
universal práctica del abuso del más débil necesitado mediante recursos legales.
En las páginas 46 a 48 del libro, se describe tanto al personaje don Casto
Pumariega, como su modus operandi, un modelo de eterna vigencia : “notario retirado de la profesión y
usurero en activo servicio…gran coleccionista de fincas de pan llevar y toda
clase de bienes raíces, se presentó…con aquella sonrisa eterna que había hecho
llorar lágrimas de sangre a todos los desvalidos de la comarca…Y , siguiendo su
costumbre, …odiaba los personalismos, y no veía en la parte contraria jamás un
ser vivo, un semejante…Don Casto insistía en querer engañarla, en hacerle ver
que no perdía a Susacasa necesariamente en las combinaciones que él le
proponía…Siempre llamaba él posesión, por falsa modestia, a lo que sabía hacer
suyo con todas las áncoras y garras del dominio quiritario que le facilitaban el papel sellado y los libros del
Registro.”
Antes de continuar con mi comentario,
aclaro que la expresión “pan
llevar” si bien se refiere a las tierras de cultivo de cereales, también
representa, simbólicamente, a cualquier bien, como el pan, de uso cotidiano y
necesario. Lo cual me lleva a pensar en la España de hoy y en las muchas
viviendas de las clases modestas y media, adquiridas mediante préstamos con
garantía hipotecaria, que, como todos sabemos, en estos tiempos de crisis
económica y paro, sus amortizaciones no pueden ser atendidas y las han perdido
o las perderán. Para negocio de los Don Casto del presente, los llamados fondos
de inversión extranjeros y nacionales, cuyos dueños reales desconocemos, pero
que se
están quedando por cuatro chavos, grandes lotes inmobiliarios, comprados
a la Sareb o a las
otras inmobiliarias de bancos y cajas.
Pero no quiero repetir mi error
de antes, cuando mi primera lectura de esta novela de “Clarin”, porque la
cuestión principal abordada es otra, también universal pero más importante, el derecho de una madre a tener y,
sobretodo, criar a su hijo. El poder
desarrollar ese “instinto” consustancial a su esencia de mujer, la hembra del
linaje humano, para contribuir, no
se olvide, a la conservación de la
especie. Por tanto, me resulta inexplicable, cómo tan trascendental
cuestión, abordada por Leopoldo Alas en su novela, de modo tan claro y
conmovedor, porque la historia es triste, lo pasé por alto. Tal vez la
coincidencia, en estos momentos, de la aprobación(*) por los populares de la nueva
regulación sobre el aborto y la repulsa y contestación de la oposición parlamentaria
a la misma, haya contribuido a salir de mi
nuevo y craso error.
Sigue:
(*) 9 de agosto de 2014: A la fecha,
hoy, los que ahora nos gobiernan, todavía siguen mareando la perdiz con
este tema y aún no está aprobada la
prometida en su programa nueva
ley del aborto. Nueva ley que acabe con la legalidad del infanticidio, término real
y tal vez más apropiado, realizado en nuestra sociedad al amparo de la aún vigente ley, que fue
impulsada y auspiciada por seres indignos de llamarse humanos. Sociedad en la
que, desgraciadamente, la permisividad, la vileza y la degradación de
costumbres reinan a sus anchas, ante la cobardía y pasividad de todos nosotros,
sus componentes. Con la paradoja de que, por un lado se nos advierte de la
progresiva y alarmante evolución creciente del envejecimiento de la población y
sus repercusiones negativas en la elevación de los costes sociales de la
seguridad social y la problemática del sostenimiento del actual sistema de
pensiones. Y, por otro lado, se nos ofrece, al menos por algunos, la tabla de
salvación de la inmigración prolífica; sin hablar, por cierto, del coste real y significativo, de toda índole, que el
sostenimiento de éstos conlleva, algunos de cuyos resultados ya estamos
sufriendo. Sin embargo, a la mamá del común se le ponen toda clase de
obstáculos y si no se le ponen obstáculos, tampoco se le favorece de modo
alguno. Carecemos de medidas reales y efectivas de promoción y protección de la
familia, pero, y especialmente, de la protección y ayuda de aquellas mujeres
que en solitario se atreven a traer una criatura al mundo.