Comenté que de vez en cuando releía algunos de los capítulos del
Libro Negro, de Papini. Libro continuación de "Gog", nombre del protagonista y singular
personaje de ficción creado por el también singular- a mí modesto entender - que fue el escritor
italiano Giovanni Papini. Célebre autor del pasado siglo XX. Papini murió, pero no su creación, " Gog", cuyas reflexiones y enseñanzas, algunas sabias y otras más bien locuras e inimaginables cuando fueron escritas,
continúan vivas, porque describen -desgraciadamente- nuestra realidad inmediata y presente.
Hoy, 5 de julio de 2015, día en que el pueblo griego decidirá en referéndum acerca de, según he leído en la prensa, "unas enmarañadas preguntas" que sus actuales gobernantes le
han planteado, me ha parecido oportuno resaltar algunas de las
frases que Papini pone en boca de Huxley, el autor de “Un mundo feliz. Para
ello he copiado y pegado el texto de la conversación 67, sacado de librosmaravillosos.com
“La bondad y la tenacidad de un amigo lograron satisfacer mi viejo deseo de interrogar a Aldous Huxley sobre el porvenir del hombre(…).— ¿Cuál será la condición futura del hombre? Huxley ...respondió(...)— Le haré conocer mis últimas previsiones deseando que resulten vanas y falaces.»Lo que se llama ahora "edad atómica" es, a mi parecer, la crisis del paso del estado anárquico de la inteligencia humana al estado celular y gregario al que probablemente estamos destinados. (…) El hombre ha creado mundos imaginarios, ha construido edificios frágiles, se ha entregado a encantamientos debilitantes, se ha enviciado con estupefacientes espirituales nocivos, ha intentado evasiones que concluían por duplicar su esclavitud. Dicho colapso comenzó a manifestarse en el ochocientos. El romanticismo, el individualismo, el anarquismo, el esteticismo, el satanismo, todo ello precedió, mediante la disgregación de la sociedad, de la familia y del alma, a la disgregación del átomo operada por los físicos. La inquietud moral, la alineación progresiva, el pesimismo radical, la inestabilidad social, la ruptura con las tradiciones y la decadencia de las religiones, todo esto condujo a los hombres civilizados de nuestro tiempo a la amargura, al descontento, a la rebelión, al terror, a la manía del suicidio, a la previsión de un exterminio total de la especie humana.»El hombre se está convirtiendo en siervo y súcubo de las máquinas; los pueblos se están transformando en masas anónimas, movidas y niveladas por un poder central autoritario y sin "control"(…)»Las tentativas de las dictaduras de nuestro siglo parecen haber fracasado, por lo menos parcialmente(..), pero sin duda alguna son los portaestandartes de un sistema social que, para evitar los errores, las demoras, los desórdenes, las dilapidaciones y los peligros de la edad parlamentaria, concluirá por reducir las naciones del mundo a hormigueros y colmenas.»Sin saberlo tiende a la misma finalidad la imposición de los medios mecánicos en todas las actividades del hombre, hasta en las mentales. El triunfo de la Cibernética, que ya se prevé como inminente, acabará con los últimos vestigios de la iniciativa humana. En las grandes fábricas norteamericanas, que sirven de modelo para el resto del mundo, el hombre ya no es más que un adminículo de la máquina, aun cuando sea de carne, y forma parte de la gran máquina sin nada humana que algún día hasta prescindirá de él.»O sea: el hombre se está convirtiendo en una simple célula del Leviatán político y en un simple engranaje del inmenso monstruo de la máquina omnipresente y omnifactora. Presenciamos hoy un hecho que cien años antes hubiera parecido increíble la supresión y la muerte del individuo.(…) El hombre, con tal de tener seguridad acerca de su alimento y de su paz está dispuesto a renunciar a todas las prerrogativas de la libertad, del genio, de la creación, del riesgo.(...) Éramos aves libres en el espacio, fieras independientes en la selva, pero ya se ha visto que no era posible continuar así, resultaba demasiado caro, era algo que ponía en peligro la existencia misma de nuestra especie. El mundo del futuro será muy semejante a los hormigueros, a las colmenas, a las moradas de los comejenes. El yo será muerto, se renegará de la fantasía, el individuo será reprimido y oprimido, la libertad y la iniciativa serán abolidas; sólo a costa de ese durísimo precio podrá sobrevivir el género humano.»Quizá también las hormigas, las abejas y los comejenes(…) en tiempos antiquísimos disfrutaron de genio e iniciativa libre antes de reducirse a su condición actual de sociedades instintivas y gregarias. (…). Tendremos que dejar a un lado cosas que para nuestros padres eran el tesoro más maravilloso del hombre la poesía, la libertad, la locura del genio, la autonomía del individuo. Pero no tendremos más remedio que hacer ese sacrificio si queremos salvar los bienes esenciales y primordiales: el pan, la seguridad, la existencia
Papini y Huxley, ¡un par de visionarios lúgubres para nuestra especie! Pero...¿tenían razón?
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