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jueves, 14 de julio de 2016

El príncipe destronado ( y 3)

Toca ya poner fin a mis comentarios sobre este  bello librito de Delibes. Como en tantas otras ocasiones, no he sido capaz de transmitir  en mis observaciones y reflexiones personales,  las sensaciones más agradables inspirada por su lectura. Me explicaré. El lector de esta obra de Delibes, a través de ella, tiene la oportunidad de recrear y recrearse con la cotidianidad de un ambiente familiar bastante común y generalizado- pienso- hace unos cincuenta o más años en España. Lo que Delibes nos hace vivir, o revivir, en su obra, es una casa, un hogar de los de  entonces de costumbres cristianas, en el que la madre es el centro y motor vital, por la mañana con su  bata de flores rojas,  posteriormente ya arreglada, y siempre ocupada, siempre haciendo algo, atenta, sin embargo, a todo y a todos los que con ella están, desde sus hijos de diferentes edades, necesidades y grados  distintos de atención y demostraciones de afecto, hasta la Vito y la Domi, aquellos otros dos importantes  personajes que con ella  planean y comparten  no sólo espacio físico sino emotivo, en aquel pequeño mundo familiar.    Cada lector puede arrogarle el físico que más le agrade, porque,  en ningún momento, se la describe;  se infiere- no obstante- la de una mujer  equilibrada y de criterio, que defiende sus opiniones, aunque ello provoque el adjetivo descalificativo de “pazguata” del marido machista.   Sigue a Quico en cuanto a protagonismo en la obra; como, por otra parte, era de esperar si de una casa como hogar estás hablando. Quico, un príncipe destronado; ella, la madre  y reina que destrona. En este ambiente descrito por Delibes la figura del padre es la de un satélite  opaco,  que gira alrededor, carente de luz y de reducida órbita. ( Así lo he interpretado yo, opinión mía particular).

Magistrales me parecieron las anécdotas y los detalles que las adornan, narrados en la novela,  por su fidelidad en cuanto a lo  allí descrito. Son verdaderos cuadros, estampas reales, fotografías en colores, de un momento y época concreto.  En este caso la de un día de invierno, próximo a Navidades y Reyes, en un hogar de una familia acomodada de la España franquista, en que un niñito a través de sus inquietudes y travesuras propias de su edad nos hace ver su mundo.  Un mundo, por cierto, con predominio del elemento femenino(la mamá, la tía, la Vítor, La Domi, la criada de la tía, y dos hermanitas, una mayor y la que le ha destronado, una “ bebita” que no habla aún, y se hace pipi y caca, ”una marrana” para tranquilidad de Quico). 


Disfruté un montón con esta lectura. ¡Olé y olé por Delibes!

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