"El sastre de Panamá", por John Le Carré .Planeta De Agostini, año
2001, título original "The tailor of Panama", traducido
por Carlos Milla Soler.
Mientras leía esta novela recordé la novela "El Capitán y el enemigo" de Grahan Greene, autor británico como John Le Carré, en la que también Panamá
era escenario de la trama argumental.
En ambas novelas
se habla de Panamá como un país de enormes contrastes entre
ricos y pobres, en el que las riquezas y el bienestar se concentra entre unos
pocos, directa o indirectamente relacionados con las actividades del famoso Canal de Panamá (2) motor principal económico, y muchos de los cuales son extranjeros y de raza blanca, con un elevado nivel
de rentas y superior estándar de vida , propietarios de múltiples mansiones , de tierras, de coches, de barcos y hasta de aviones. Los mayores contrastes se encuentran en su capital, Panamá, descrita - tanto
en un libro como en el otro- con la existencia sobre su suelo de innumerables
entidades bancarias, lujosos hoteles y establecimientos de juego, casi todos
reservados para unos poquísimos...
En resumen que si tuviera ocasión de visitar
Panamá, me inclinaría por la zona del Darién, o aquel “Guararé” que cantaban Los Machucambos.
La visión que la novela ofrece del contexto social de aquel país es la de
una sociedad muy influenciada por todo lo "americano"
(estadounidense) y foráneo. El papel asignado a los oriundos, considero que es simplón y casi nulo. Sus protagonistas son extranjeros. Todo el pastel cocido en la historia tiene ingredientes extraños, empezando por el sastre, que
es un británico, mezcla de irlandesa y emigrante judío. Consecuentemente, Panamá,
sus gentes y todo el rollo de la trasmisión de poderes de la zona del Canal por
parte de los americanos a las autoridades panameñas es, creo, un simple
escenario para brindarnos una muy fantasiosa historia de espías que dejan muy
mal , por lo menos a mí así me lo parece, a la república centroamericana. Tampoco
deja demasiado bien a los servicios secretos ingleses. Sólo se salvan algunos
de los miembros de su embajada, a los que se les puede calificar de muy
listillos.
Entre los cuales destaca la figura de Osnard, el único de los personajes de esta novela que
tiene trazas de verosimilitud, meollo y eje crucial de la trama argumental,
encarna al oportunista audaz y adulador avezado, que en poco tiempo, del último del
escalafón o recién llegado en una actividad o empresa, con sus hábiles
artimañas y "peloteos" escandalosos, escala a un alto puesto de
la jerarquía laboral, y por tanto, muy cercano, a los máximos
dirigentes del negocio o empresa.
En el mundo real lo encontraríamos en un avispado sujeto carente de escrúpulos (“mérito” o característica principal por la que se le
contrata). Y por el contrario, especialmente dotado con una gruesa
mochila de bastardos intereses personales e ilimitada ambición particular. Suele ser utilizado por
quienes le mandan como pantalla o ejecutor de los "trabajos sucios". Otra de las cualidades que le distingue es su sagacidad para conocer a sus congéneres
y seducirlos, es decir, conquistarlos para dominarlos, es un "monedita de oro
que cae bien a todos", pero a todos los cuales, finalmente, termina
engañando y defraudando, porque sólo han sido para él viles
medios para alcanzar sus personales logros.
Estos "ejemplares", los Osnard, suelen tener campo abonado en el mundo de la política, de las altas finanzas y de las grandes empresas, y obviamente, en aquellos entramados en los cuales se entremezclan los intereses de estos tres mundos.
A modo de dato curioso señalo que algunos de los datos biográficos de este personaje literario coinciden con los del autor del libro John Le Carré, seudónimo empleado por David John Moore Cornwell.(3)
Me resultó una novela fantasiosa.El interés despertado por el resumen de la tapa en el que se explicita: "escrita en tono de comedia pero con un trasfondo amargamente irónico con respecto al papel jugado por las democracias occidentales en Latinoamérica", se fue viniendo abajo - bastante avanzada ya la lectura -cuando comenzaron a surgir los relatos escabrosos en relación a las costumbres de algunos de los personajes del libro, en nada relacionados con la trama argumental. (1) Su lectura me decepcionó. Prefiero los relatos verosímiles, cercanos a la realidad. Lo que aquí se cuenta, espero, sea difícil de ajustar a la realidad panameña, al menos del montón, es decir, de la mayoría de sus gentes. Porque Panamá es un país de raíces culturales hispanas, creencias religiosas dentro del Catolicismo y composición multirracial de su población.
La experiencia que tenía de John Le Carré, era bien distinta. Hace unos años leí "La chica del tambor", acerca de la cuestión judío-palestina. Libro interesante e informativo, cuya lectura me brindó la oportunidad de acercarme a las realidades de aquellos dos colectivos en perenne lucha, los judíos y los palestinos.
Resumiendo, no recomiendo a
nadie que pierda el tiempo que yo empleé en la lectura de esta fantasiosa
historia de sinvergüenzas y libidinosos.
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(2) El canal de Panamá, cuya construcción, allá por los inicios del XX, propició la segregación de Colombia, de la hasta entonces provincia de Panamá, y se constituyera en una unidad administrativa distinta, o sea, en otro país. Un país chiquitito y muy sui generis, en el que los estadounidenses (“los americanos"), se reservaron la parte del león del negocio total generado en él, dentro de cuyo territorio, a su vez, determinaron una Zona propia. Un pequeño estado dentro del estado. Seguidamente transcribo(copio y pego) información sacada de Wikipedia:
“Hacia el final del siglo XIX, los avances tecnológicos y las presiones comerciales eran tales que la construcción de un canal se convirtió en una propuesta viable. Un primer intento por parte de Francia fracasó, pero se consiguió hacer una primera excavación. Tras dicho fracaso, se firmó el Tratado Herrán-Hay, entre el gobierno colombiano y el estadounidense, con el objeto de la construcción de un canal transoceánico en Panamá, que en aquellos tiempos formaba parte de Colombia. Sin embargo, el tratado fue rechazado por el Senado colombiano, situación que empujó a un grupo de panameños, encabezados por José Agustín Arango, a establecer un movimiento separatista que permitiera a los panameños negociar directamente un tratado para la construcción del canal con los Estados Unidos. La separación de Panamá de Colombia, se llevó a cabo el 3 de noviembre de 1903, con apoyo de los Estados Unidos. Las aspiraciones del presidente Theodore Roosevelt y de la élite panameña de construir un canal en Panamá, se vieron formalizadas con la firma del Tratado Hay-Bunau Varilla, que permitió ejecutar la obra de ingeniería, inaugurada y abierta al tráfico marítimo el 15 de agosto de 1914. El canal se encuentra en funcionamiento en manos panameñas, por medio de los Tratados Torrijos-Carter, firmado el 7 de septiembre de 1977, en Washington, por el presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter y el general panameño Omar Torrijos Herrera, que acababa con el término "perpetuidad" del antiguo Tratado Hay-Bunau Varilla y que entraba en vigencia el 31 de diciembre de 1999, a las 12:00 p. m.; fecha en el que fue recibido por la expresidenta Mireya Moscoso de manos del expresidente estadounidense Jimmy Carter.”
(3) Osnard/Le Carré: Ambos tuvieron una madre que marchó del hogar familiar, se han relacionado con Eton, el colegio inglés donde van los hijos de los muy ricos e influyentes del Reino británico, y los dos se dedicaron a la carrera diplomática .
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