Diez son las narraciones que
componen la selección de obras de Anton P. Chéjov ,
editada por Salvat , año 1970, Libro 44, de la Colección
Biblioteca Básica Salvat de Libros RTV. Prólogo, selección y traducción del
ruso por José Laín Entralgo. (1) De las cuales sólo leí las cinco
primeras. Cuando estaba leyendo el tercer relato, “Un asesinato”,
entonces ya, estuve a punto de interrumpir la lectura del
libro, porque me desagradaban la sordidez de ambientes y conflictos planteados, así
como de los personajes descritos. Estos
últimos, en su mayoría, seres egoístas, envidiosos, alcoholizados, violentos,
fanáticos religiosos, y en suma, indolentes ante el dolor
ajeno, e incapaces de ponerse en el lugar del otro. Con la particularidad
adicional que los pocos de estos personajes que no se ajustaban a los
sombríos perfiles anteriores, terminaban perdiendo la razón o muertos.
En fin, desenlaces deprimentes, al menos para mi gusto. Prefiero las historias edificantes
y más si tienen un si no feliz, sí esperanzador final.
Comentaré, pues, las que más me
impresionaron, entre las cuales se halla "La
sala número Seis", la primera de las citadas diez narraciones
que constituyen esta selección. Una novela corta; su protagonista es un médico
sin vocación, director desde hace veinte años de un hospital general de
una apartada población. Establecimiento en el que imperan la desidia y la
corrupción, tanto institucional como funcional, que cuenta
con un pabellón destinado a los enfermos mentales, la Sala 6. Entre los enfermos
allí internos destaca Iván Dmítrich Grómov, que es definido
como "un desordenado revoltijo de cosas viejas, pero no caducas" porque
habla y cavila acerca de temas universales como son, por ejemplo, "
la vileza humana", " la violencia que pisotea la justicia",
" la fe esperanzadora en una hermosa vida que con el tiempo
reinará en la tierra, o “la cerrazón y crueldad de los opresores".
Me resultó un bello personaje. Se le describe como un funcionario de juzgados,
lector empedernido que lee todo lo que le cae en sus manos, de noble corazón y
muy inclinado a favorecer al pobre y desvalido. Ser que de modo brusco vio
cambiada su existencia, pasando de bien, cómoda y apacible a la repentina ruina
y pérdida de uno de sus seres más próximo y querido.
El reparto de esta novela se
completa con unos personajes, todos, absolutamente todos, muy sórdidos,
incluido el propio protagonista, el Doctor Andrei Efímich Raguin.
Tanto como la sordidez de sus vidas, y del hospital con su pabellón
donde están recluidos los enfermos, bajo la custodia del feroz e inhumano
Nikita.
Me resultó una lectura deprimente. Sufres.
Seguidamente copio y pego, algunos
de los párrafos dedicados a la semblanza del personaje Iván Dmítrich Grómov, a
fin de poder apreciar su belleza espiritual y elevada condición moral:
“Hablaba con voz de tenor, alta y apasionada,
descontenta e indignada, o con entusiasmo y asombro, y siempre era sincero.
Cualquiera que fuese el tema, siempre llegaba a una conclusión: la vida en la
ciudad era agobiante y aburrida; la sociedad carecía de intereses elevados; era
una vida absurda y oscura en la que los únicos elementos que contribuían a darle
variedad eran la violencia, la grosera corrupción y la hipocresía. Los
miserables estaban hartos y bien vestidos, mientras que los hombres honrados se
alimentaban de migajas. Hacían falta escuelas, un periódico local con una
orientación honesta, un teatro, conferencias públicas, cohesión de los
intelectuales. En sus juicios sobre la gente empleaba grandes pinceladas de
blanco y negro, sin admitir ningún otro matiz: la humanidad se dividía, para
él, en honrados y canallas, sin nada intermedio. (...)Su innata delicadeza, su
espíritu servicial, su decoro y pureza moral, su raída levita, su aspecto
enfermizo y sus desgracias familiares despertaban un sentimiento bueno,
cariñoso y triste; además, era culto y había leído mucho, lo creían al tanto de
todo y en la ciudad era a modo de un viviente diccionario de consulta. Leía
muchísimo. Se pasaba largas horas en el club, acariciándose nervioso la barbita
y hojeando revistas y libros; por la cara se veía que no leía, sino que
devoraba, sin tiempo casi de masticar. Hay que suponer que la lectura era para
él una costumbre morbosa, puesto que se lanzaba con igual avidez sobre todo lo
que le venía a mano, hasta sobre periódicos y calendarios de años anteriores.
En casa siempre leía tumbado.(…)
La tercera de las narraciones “Un
asesinato”, se desarrolla dentro de un contexto de personajes embrutecidos
que actúan arrastrados por sus desenfrenadas pasiones e intereses personales,
o de religiosidad falsa con estrechos requerimientos morales a
los otros mientras que para consigo mismo se es laxo, pero que muy laxo.
Estas últimas características están encarnadas en un personaje de elevada
soberbia que hace una muy particular y compleja interpretación de los mandatos evangélicos;
muy alejada- según creo - de su simplicidad real , que tal
como señaló Jesucristo, se
sintetizan en amar a Dios con todo
tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo, y cuya práctica habitual implica ser
misericordiosos, humildes, bondadosos y, en resumen, desear y
hacer a los demás lo mismo que para
nosotros.
La cuarta de las narraciones,”Kashtanka”,
me agradó; tiene como protagonista a un perro que se pierde y es
recogido por un nuevo amo. Persona ésta que quiere a los animales y
con cariño les cuida y alimenta, a la vez que los adiestra para
utilizarlos en su negocio. Una bonita historia que compensa
en parte la sensación angustiosa creada por la sordidez general de
los personajes y los ambientes descritos por las tres primeras historias, “La
sala número seis", “Vecinos” y “Un asesinato”.
¡Cuán,
puff, negros , grises y fríos los
cuadros aquí pintados por Chéjov! (2)
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(1) José
Laín Entralgo, hermano de Pedro
Laín Entralgo. Estuvo exiliado en la URSS durante más de veinte años. Regresó en 1957 y se dedicó a la traducción.
Reproduzco(copio y pego ) texto publicado por www.avempace.com/file.../2470/JOSÉ+LAÍN+ENTRALGO,+traductor+del+ruso.pdf
“José Laín , fundador de
las Juventudes Socialistas Unificadas, estudió Derecho en la Universidad de
Madrid y se afilió al Partido Comunista durante la guerra. Cuando el 13 de
marzo de 1938, entraron en Urrea las tropas navarras del Frente Nacional
procedentes de Belchite, al no hallar al “rojo” José Laín, por entonces en el
frente de guerra, se enseñaron con su mujer, duramente represaliada, aunque
finalmente pudo reunirse en el extranjero con su marido. Los bienes de la
familia fueron incautados. Al terminar la guerra, José y su familia se
marcharon a Argel y a la U.R.S.S., apartándose cada vez más de la vida política
(según se ha escrito, quizá porque iba perdiendo la confianza de los dirigentes
comunistas a causa de su hermano Pedro, conocido falangista). Lo cierto es que
volvió a España y murió poco después, en 1972 . Pedro y José, como los hermanos
Manuel y Antonio Machado, como otras muchas familias españolas de los años
treinta y cuarenta, representan perfectamente el drama de una guerra mal
llamada “civil” que partió en dos a un país, sembrado de cainismos fratricidas.
Los hermanos Laín Entralgo representan también ese anhelo de reencuentro, de
amor fraterno nunca roto por las divergencias ideológicas que los separaban. Un
ejemplo más de don Pedro y la recta familia en la que nació y con la que vivió
en sus primeros años de aprendizaje. *
(2) Ha
llamado mi atención que según leí en biografiasyvidas.com, los primeros
escritos de Chéjov se caracterizaron por el tono humorístico. Lo cual me
lleva a pensar que he tenido mala suerte, porque de las cinco leídas, ninguna
podía encajarse bajo esta denominación. Ni tan siquiera la protagonizada por el
perro. En otra ocasión, D.M., retomaré este libro RTV 44 y
leeré las otras cinco narraciones (Cirugía, El camaleón, La boticaria,
Una corista, y Zinochka”) con las que ahora no he querido( o más bien podido)
continuar.
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