Como otros libros leídos de este mismo autor, desde las primeras páginas
te "enganchas" con él. Se lee con avidez, buscando el desenlace
final. Final que suele ser
coherente con el ambiente
descrito y la psicología o manera de ser de sus protagonistas.
A pesar del título, estimo que hay un protagonista que es Jules Guérec, patrón de un barco atunero. Un buen y sencillo hombre muy determinado por su condición de ser el más pequeño y único varón de una familia pudiente del lugar. Tiene tres hermanas mayores; dos de ellas solteronas. La más cercana en edad resulta, además, ser una fémina dominante. ¡Bastante dominante!
A pesar del título, estimo que hay un protagonista que es Jules Guérec, patrón de un barco atunero. Un buen y sencillo hombre muy determinado por su condición de ser el más pequeño y único varón de una familia pudiente del lugar. Tiene tres hermanas mayores; dos de ellas solteronas. La más cercana en edad resulta, además, ser una fémina dominante. ¡Bastante dominante!
En la novela a modo de paisaje de fondo vienen reflejados los
problemas de los pescadores, los de sus familias y los de la colectividad que
vive en una zona en que la mayoría de sus habitantes dependen o viven de las
actividades relacionadas con el mar. Guérec
y su familia son propietarios de dos barcos pesqueros que salen a faenar y que
simultanean la pesca del atún
con la de
bajura.
Quiero resaltar que me
resultó especialmente grata la caracterización que hace Simenon de Guérec a quien describe como un buen patrón (amo) del barco pesquero, conocedor agudo de su trabajo con buen ojo para la localización de los bancos de pesca, que se relaciona con sus hombres como uno más de la
plantilla, y es justo a la hora del reparto proporcional
de las ganancias. Estas características, unidas a la cualidad de disfrutar de
la belleza de las cosas sencillas me hizo simpatizar con el protagonista. Individuo
que se sabe afortunado en relación a sus conciudadanos, porque ha nacido en
una casa y familia con medios económicos suficientes, y desconoce el hambre y
el frío. Realidad la suya bien distinta de la mayoría de
los que le rodean. Circunstancias todas de las que tiene conciencia y las
aprecia como "graciosas", regalos, dones, pues no ha hecho mérito
alguno para su posesión. Le han venido dadas, “caídas del Cielo. A Jules Guérec esta reflexión le impulsa a la conmiseración por aquellos de su alrededor que no son tan afortunados como él. Y por el
contrario parecen "marcadas”, para recibir males y desgracias también
caídas del cielo.
Estas pinceladas tan
bonitas acerca de mi apreciación personal del personaje protagonista no deben
ser guía de que nos encontramos ante una historia hermosa con un bello final. No,
que va. Esta novela, como casi todas las novelas que hasta ahora he leído de
Simenon, es expresión cruda de la
dualidad de la naturaleza humana. Vasos de barro, unos para honra y otros
para deshonra.
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