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martes, 14 de agosto de 2018

Las señoritas de Concarneau, por Georges Simenon,

El título de la obra original, en francés, "Les demoiselles de Concarneau" 1950, Librairie Gallimard, traducción de José María Sanromá, editada en castellano por Luis de Caralt Editor, 1975, Colección "Las novelas de Simenon",núm. 39. 

Como otros libros leídos de este mismo autor, desde las primeras páginas te "enganchas" con él. Se lee con avidez, buscando el desenlace final. Final que suele ser  coherente  con el ambiente descrito y la psicología o manera de ser de sus protagonistas.

A pesar del título, estimo  que hay un protagonista  que es Jules Guérec,  patrón de un barco atunero. Un buen y sencillo hombre muy determinado por su condición de ser el más pequeño y único varón de una familia pudiente del lugar.
Tiene tres hermanas mayores; dos de ellas solteronas. La más cercana en edad resulta, además, ser una fémina dominante. ¡Bastante dominante!


En la novela a modo de paisaje de fondo vienen reflejados los problemas de los pescadores, los de sus familias y los de la colectividad que vive en una zona en que la mayoría de sus habitantes dependen o viven de las actividades relacionadas con el  mar. Guérec y su familia son propietarios de dos barcos pesqueros que salen a faenar y que simultanean la pesca del atún con la de bajura.


Quiero resaltar que me resultó especialmente grata la caracterización que hace Simenon de Guérec  a quien describe como un buen patrón (amo) del barco pesquero,   conocedor agudo de su trabajo con buen ojo para la localización de los bancos de pesca, que se relaciona con sus hombres como uno más de la plantilla,   y es  justo a la hora del reparto proporcional de las ganancias. Estas características, unidas a la cualidad de disfrutar de la belleza de las cosas sencillas me hizo simpatizar con el protagonista. Individuo que se sabe afortunado en relación a sus conciudadanos, porque ha nacido en una casa y familia con medios económicos suficientes, y desconoce el hambre y el frío.  Realidad la suya bien distinta  de la mayoría de los que le rodean. Circunstancias todas de las que tiene conciencia y las aprecia como "graciosas", regalos, dones, pues no ha hecho mérito alguno para su posesión. Le han venido dadas, “caídas del Cielo.  A Jules Guérec esta reflexión  le impulsa a la conmiseración por aquellos de  su alrededor que  no son tan afortunados como él. Y por el contrario parecen "marcadas”, para recibir males y desgracias también caídas del cielo.

Estas pinceladas tan bonitas acerca de mi apreciación personal del personaje protagonista no deben ser guía de que nos encontramos ante una historia hermosa con un bello final. No, que va. Esta novela, como casi todas las novelas que hasta ahora he leído de Simenon,  es expresión cruda de la dualidad de la naturaleza humana. Vasos de barro, unos para honra y otros para deshonra.

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