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lunes, 20 de septiembre de 2021

La mansión( Howards End), de Edward Morgan Forster

La MansiónE.M. Forster. Editorial Planeta, 1977. Colección Infinito. Título original: “Howards End.” Traducción del inglés por Eduardo Mendoza. Publicada en 1910.

Es una segunda lectura. Antes, este mismo verano y del mismo autor, leí  “Una habitación con vistas”. 

Los personajes principales alrededor de los cuales se teje la trama son los miembros de dos familias: los Schlegel, y los Wilcox. Dos familias inglesas de similar condición social pero bien distintas en cuanto a sus inquietudes, maneras de entender la vida, las relaciones sociales y sus aficiones. Actitudes muy polarizadas que tienen sus máximos exponentes en la más pequeña de las hermanas Schlegel, y en el Sr. Wilcox, el paterfamilias. Una historia urdida alrededor de una vieja mansión situada  en un lugar cercano a Londres y de ambiente rústico..

Los Schlegel son tres jóvenes hermanos huérfanos,  Margaret, Helen, y Tibby, un adolescente cuando se inicia la historia. Aunque ingleses,  son, tal como por el apellido se puede intuir, de origen alemán por parte del padre. De cuya cultura y modo de ser están muy influenciados. Amantes de los libros, de la música y de la pintura, discrepan de los convencionalismos imperantes en la sociedad inglesa de principios del siglo XX. Sus ideas políticas parecen estar cercanas a las corrientes socialistas. También está la tía July, hermana de la madre, especie de tutora “moral” de sus sobrinos.

En cuanto a los Wilcox, son una familia “muy” británica formada por el ya citado  Mr. Wilcox, su esposa y sus tres hijos: Charles casado y con hijos, Paul y Evie. Encarnan, justamente, todo lo contrario; son descritos como muy convencionales, representantes del más puro espíritu del inglés imperialista de clase media alta de principios del pasado siglo.

También figuran con un importante papel, los Bast, marido y mujer, pertenecientes a la clase más bien baja o modesta.

En mi primera lectura, la novela me gustó mucho más que ahora, quizás porque entonces me centré en la relación entre las dos hermanas y en el contraste de su forma de ser y formación con los modos y costumbres imperantes en la sociedad inglesa en la que vivían. Ahora me ha parecido una trama, en conjunto, poco verosímil, aunque sí el medio empleado por Forster para reflejar sus particulares ideas y críticas sobre cuestiones para él vitales de la sociedad británica de su tiempo, es decir, la que le tocó vivir. 

La novela fue publicada en 1910, época en la que el imperialismo británico estaba  en pleno auge y expansión, (1) con grandes diferencias sociales entre ricos y pobres. La condición de la mujer  en relación al hombre era de inferioridad y cuyo destino natural era el matrimonio y su ámbito reducido al hogar. También en el tema de legados y herencias existía una notoria diferencia a favor del heredero masculino y muy desfavorable para las féminas.

Y en cuanto a costumbres y moralidad eran una sociedad en la que imperaba la hipocresía (moral victoriana)(2),con una doble vara de medir según se tratase de un hombre o de una mujer, o de un rico o de un pobre.  Aspectos todos reflejados en la obra y  que cuando la  leí por primera vez, no percibí, aunque, ahora, los considero  como uno de los mayores logros, y en especial,  la caracterización en Mr. Wilcox del británico enriquecido en negocios oscuros en alguna  de las colonias del tan vasto imperio británico, además de machista empedernido, convencido de la superioridad del hombre sobre la mujer, consumado elitista y un pragmático ejecutivo agresivo.  El personaje me ha caído mal. Pero que muy mal.

Basada en la novela existe una versión cinematográfica, titulada “Regreso a Howards End”.

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(*) El autor: Entre las obras más señaladas de Forster se hallan las dos novelas que yo he leído, “Unahabitación con vistas”, y “Howards End”, junto con “Maurice”, novela publicada por deseo expreso de su creador póstumamente, en 1971, aunque había sido escrita mucho antes.  Los motivos fueron que los protagonistas eran homosexuales, tal como el propio Forster. Entonces ello era muy mal visto y su conocimiento le hubiera podido ocasionar la expulsión  de la Universidad de Cambridge y exclusión social, tal como  a Oscar Wilde,  quien tras un escandaloso proceso judicial fue condenado a prisión.

Forster murió en 1970 con más de noventa años.

Llama mi atención, sin embargo, como al presente, este aspecto de la personalidad del escritor es nota imprescindible en todo comentario o escrito sobre el mismo. Y reflexiono cómo han cambiado las tornas, un giro de ciento ochenta grados. Mientras que sus severas críticas vertidas en sus novelas en relación a las diferencias sociales, a la exacerbada ponderación del dinero, o la desigualdad entre hombre y mujer, pasan totalmente desapercibidas.

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(1)  Imperialismo británico : “ Durante las primeras décadas del siglo XX, el Imperio británico abarcaba una población de cerca de 458 millones de personas y unos 35.000.000 km², lo que significaba aproximadamente una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de las tierras emergidas. Esto lo convierte en el imperio más extenso de la historia. La época culminante del imperio se produjo durante unos cien años (la llamada Pax Britannica, desarrollada entre 1815 y 1914), a través de una serie de fases de expansión relacionadas con el comercio, la colonización y la conquista, además de períodos de actividad diplomática. Probablemente, el punto de máximo auge imperial puede situarse entre los años 1884 (Reparto de África) y 1922 (Independencia de Irlanda).

El Imperio extendió la tecnología, el comercio, el idioma inglés y el gobierno británico por todo el mundo. La hegemonía imperial contribuyó al espectacular crecimiento económico del Reino Unido y al peso de sus intereses en el escenario mundial. En la actualidad, varias de las excolonias y dominios británicos son potencias mundiales o poseen gran relevancia política mundial. Entre estas se encuentran AustraliaCanadáEstados UnidosIndia y Nueva Zelanda.” ( Sacado de Wikipedia)

 

(2) Moral victoriana:.La industrialización cambió la estructura de las clases sociales en Inglaterra a finales del siglo XVIII. En esa época existía un rechazo entre las clases altas británicas y las clases medias y bajas.

La sociedad británica experimenta un progreso tecnológico y científico constante a lo largo del siglo XIX, sin embargo a nivel social se produce la llamada época victoriana, que se conoce por ser la etapa de gobierno de la reina Victoria que gobernó sesenta años. El gobierno consistía en una monarquía constitucional encabezada por la reina Victoria. Sólo la nobleza podía gobernar. Este sistema político fue muy criticado por los filósofos del XVIII y es el momento en que se empieza a cuestionar el status social de la nobleza inglesa.

Esta etapa está marcada por un puritanismo exagerado y una tremenda represión sexual, pero al mismo tiempo significa una infravaloración de la mujer como responsable de todos los males sociales de la época…” (Artículo publicado en nuevatribuna.es)

 

 

 


viernes, 17 de septiembre de 2021

Una habitación con vistas, por Edward Morgan Forster

Libro nº 57, Colección Millenium, las 100 joyas del milenio, publicada por El Mundo, Unidad Editorial, 1999. Traducción de Marta Pessarrodona y prólogo de José Jiménez Lozano, cuya muy positiva valoración de la novela me incitó a leerla. Publicada en 1908.

Segunda lectura. La primera vez no me agradó. Los personajes y el conflicto planteado me resultaron lejanos. Para mi parecer, poco naturales. En esta ocasión mis consideraciones han cambiado, especialmente en cuanto a la universalidad de la caracterización de algunos de los personajes básicos de la novela.

La narración se inicia en Florencia, Italia y termina en Inglaterra,Reino Unido, país de origen de los personajes principales de la obra y los dos escenarios donde se desarrollará la trama argumental. Una sencilla historia de amor protagonizada por Lucy, una joven provinciana de familia bien que se enamora de un joven de condición social inferior que conoció en Florencia, en la casa de huéspedes en la que se alojaban ella y su prima, una solterona. Hospedaje donde coincidieron con  otros turistas de su misma nacionalidad.  Grupo heterogéneo en cuanto a profesiones, sexos y edades pero coincidentes en su   condición social de clase media alta, entre los cuales está de moda "Italia" y su arte.  

Entre estos huéspedes como elemento discordante,  están los Emerson, padre e hijo, los cuales, aunque británicos y con dinero,  no son de la misma clase social.Personas de formación superior, sencillas y prácticas,  con elevado criterio propio.Cuyas personalidades están en franco contraste con la del resto de los personajes, en su mayoría insulsos - tanto ellos como ellas, preocupados y pendientes los unos de los otros al mismo tiempo  que entretenidos en aspectos formales y de sus convencionalismos provincianos.  

Esta diferencia social será el origen o causa de los conflictos que se nos narran en la ficción. Una ficción que nos lleva a principios del pasado siglo XX. Tiempos en los que, en líneas generales, el papel de la mujer en la sociedad quedaba reducido al ámbito de lo doméstico, era secundario y estimada en su condición de costilla de Adán. 

De Italia , en la II Parte, iremos a Gran Bretaña, a Windy Corner, el paraje donde vivía Lucy con su madre y un hermano menor que ella. En esta segunda parte aparece y con mucho protagonismo Cecil Vyse. Un personaje ácido. Encarna a ese tipo humano pagado de sí mismo que utiliza a los demás como blanco de sus ironías y burlas para dejarlos en ridículo, para así demostrar su pretendida superioridad. 

En cuanto al resto de los personajes allí descritos, hay unos cuantos hipócritas y también de chismosos, los cuales están convencidos de su superioridad por razón única de su pertenencia a  una determinada clase social, y, en algunos casos, hasta por su nacionalidad, es decir, por ser británicos. Abundan los comentarios displicentes  respecto a la idiosincrasia italiana. Entre estos personajes antipáticos cabe destacar al reverendo Eager, un pastor anglicano. Un tipo muy  soberbio y buen ejemplo de la falta de caridad con su prójimo, grave defecto y más aún en un ministro de Dios.

Novela que pese a sus más de cien años , los tipos humanos allí descritos siguen vigentes.

 

 

  

lunes, 13 de septiembre de 2021

“El doctor Fischer de Ginebra”, o “La reunión de la bomba”, de Graham Greene.

 “El doctor Fischer de Ginebra”, o “La reunión de la bomba”, de Graham Greene. Editorial Argos Vergara, S.A., 1980. Título de la edición original: “Doctor Fischer of Geneva/or The Bomb party”. Traducción Antonio Samons. Sobrecubierta: Rolando & Memelsdorff, diseñadores. Libro dedicado por Greene a su hija, Caroline Bourget.

Lo leí hace unos cuantos años. No me gustó y ni siquiera lo comenté. De hecho, no recordaba nada, ni trama, ni personajes ni el final. En esta ocasión, sin embargo, prácticamente, devoré el libro.  Libro de sólo ciento cincuenta y ocho páginas de fácil y amena lectura.

La historia es  simple. Un británico cincuentón que vive en Ginebra (Suiza) y se gana la vida como traductor en una importante fábrica de chocolate. Conoce a una jovencita, hija de un millonario suizo famoso por sus excéntricas reuniones, se enamoran y se casan.

A través de esta sencilla trama Greene nos muestra la  mezquindad grosera que acompaña a determinados individuos  en su afán de incrementar sus ya abundantes riquezas.   Seres de ilimitada avaricia. No tienen escrúpulos. Nada les detiene. Y cuyos ejemplares más sobresalientes, según el autor británico, los encontramos, paradójicamente, entre los más ricos. ¡Son tan ricos como miserables! 

En la novela este tipo humano viene representado por los cinco miembros del grupo de  “amigos” del Dr. Fischer. Grupo al cual su hija los ha denominado “Los Pelotas”. Lo componen una viuda rica, un prestigioso abogado,  un experto  asesor fiscal, un afamado actor y un militar suizo del más alto rango. 

Este tipo humano, sin embargo,  según mi modesto parecer, abunda mucho en nuestras modernas sociedades, y es fácil toparse con un buen ejemplar en nuestro entorno cotidiano, bien como compañeros de trabajo o estudios, bien como componentes de un partido político, o incluso como comentarista político en cualquiera de esas tertulias tan abundantes en estos tiempos. 

En algunos casos su peloteo indigno tiene como objetivo trepar en el escalafón, en otros figurar en las listas electorales, otras veces, simplemente, demorar la fecha del despido, y como caso excepcional, mantenerse en el poder, tal como Sánchez, el premier español, que no ha tenido reparos en desdecirse continuamente y llegar incluso a reverenciar una bandera autonómica de cuyo lado han quitado previamente la enseña nacional. 

Creo que fue Enrique IV de Francia  quien dijo “París bien vale una misa”.