“Enrique VIII” de
Félix Grayeff, (*) Círculo de Lectores, 1970, título del original “Heinrich der
achte”, traducción Ediciones Cid, cubierta Izquierdo. Libro leído a mediados del 2008, por vez segunda, que tenía pendiente de comentar. Lectura que pienso no será la última. La
primera fue en 1992, las conclusiones y enseñanzas sacadas entonces, según
recogí en una nota, guardada en el propio libro, fueron las siguientes:
Enrique Tudor tuvo una formación humanística y teológica superior
porque su familia lo destinaba,ya que era el segundo varón, a la vida religiosa (Arzobispo
de Canterbury). Formación de la que, al menos en
sus inicios, niñez y juventud, hizo buena gala. Imagen para mí totalmente novedosa del
personaje y muy lejana, sin duda, de la de concupiscencia o carnalidad que de él
tenía, y con la que merecidamente, considero, ha pasado a la posteridad.
Supongo que, como yo, son muchos los que cuando piensan en Enrique VIII, les
viene la imagen de un más que robusto hombretón que hizo lo que le vino en su real gana (nunca tan bien dicho); y para
ello burló divinas y humanas leyes. Personaje, sin embargo, que fue muy manipulado. Muchas de sus decisiones y
acciones, o tal vez todas, fueron fruto del manejo( utilización) que de
su persona hicieron los distintos partidos que existían en su entorno y que
buscaban, exclusivamente, su particular beneficio propio y egoísta. Particularmente, me resultó deprimente, muy deprimente, conocer la total falta de escrúpulos, la
exacerbada inmoralidad de la élite
inglesa, evidenciada por la retahíla de maldades e intrigas urdidas por lores y
cortesanos, con el fin único de arrimar a su favor el ánimo real. Pero aún más deprimente me resultó constatar los perjuicios que para el bien general de un pueblo es tener un gobernante movido, cual marioneta, por manos interesadas y ajenas al bien común.
La para mí mejor de las enseñanzas brindadas por esta lectura, fue comprobar cómo todo
sinvergüenza, todo canalla, recibe, finalmente, según Justicia Divina, la proporcional retribución a
su mal hacer.
oooOOOooo
Al presente, octubre de 2013, transcurridos más de cinco años desde mi
segunda lectura, mis conclusiones anteriores siguen vigentes, pero la superior
formación humanística y teológica del protagonista, que antes me pasó desapercibida, me obliga a una
crítica superior con el personaje y su conducta, no sólo como esposo, sino como padre, como
gobernante y también como simple ser humano, es decir, criatura de Dios, en
cuya alma, conciencia, llevaba escritos los principios básicos para distinguir
entre el bien y el mal. Dictados de los que, al parecer, Enrique VIII, hizo
caso omiso y quedó, como merecía, como gobernante y ser cruel y disoluto.
20 octubre de 2013: Tres son los libros leídos en el 2008 que están
siendo objeto de mis actuales comentarios; los cuales, casualmente, tratan del siglo XVI y sus protagonistas son
los personajes europeos más relevantes
del momento y lugar. Y aunque uno, “Señor Natural”, se refiere a España,
entonces en su máximo apogeo con Felipe II(los Austrias) como rey, y los otros
dos, ”La Reina Mártir” y “Enrique VIII”, respectivamente, referidos a Escocia( María,
los Estuardo) e Inglaterra( Enrique, los Tudor), en los tres, salen a relucir las historias de Francia y de los Valois, de los Guisa y de los Médicis que allí y desde aquel reino maniobraban. La conclusión es deprimente pues en todos los tiempos y lugares las llamadas élites no tienen reparo o prejuicio moral alguno si se trata de acceder, controlar y/o repartirse el poder político –económico . ¡Qué gentecillas!
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(*) 14 de julio 2014: Al revisar y corregir algunas faltas de este comentario, me hubiera agradado poner fin al mismo, añadiendo datos sobre el autor, pero, en mi breve búsqueda, sólo hallé una relación de sus obras en el idioma inglés. Según he podido apreciar los temas escogidos para sus obras son biografías de reyes y santos, ética, judaísmo y refugiados judíos. Observo que en esa relación de sus obras, figura como más reciente, la escrita en 1986, titulada "Migrant scholar an autobiography"editada en Friburgo.
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