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jueves, 28 de noviembre de 2013

Napoleón Bonaparte, de Emil Ludwig


Por dos veces he comenzado el comentario de esta apasionante biografía, leída a finales del 2009, acerca del célebre Napoleón Bonaparte, escrita por Emil Ludwig, Editorial Juventud, Colección “Libros de Bolsillo Z”, núm. 15, 5ª edición, año 1974.

Es una obra concienzuda y muy elaborada como lo evidencian los muchos datos e informaciones aportadas, los detalles personales y los hechos relatados, tanto del protagonista como de su numerosa familia,  así como sobre los innumerables personajes históricos allí citados, algunos famosos y otros menos conocidos, contemporáneos de Napoleón.   Leyendo este libro he conocido figuras y hechos históricos relevantes, principalmente europeos, muchos de los cuales, hasta esta lectura, habían pasado desapercibidos o  ignorados, como, y es sólo un ejemplo, Alejandro II de Rusia.  En esta obra, tal vez por compartir nacionalidad, su autor destaca los testimonios sobre Napoleón de  escritores afamados alemanes como Goethe y Wieland, coetáneos de aquél. De hecho el primer capítulo de la biografía, titulado “La Isla” lleva incorporado a modo de  encabezamiento una cita de Goethe, acerca del célebre corzo, que reproduzco a continuación porque  nos indica, ya de entrada, la dificultad intrínseca del personaje, incluso para el universal escritor alemán:

“La historia de Napoleón me produce una impresión semejante a la del Apocalipsis de San Juan. Todos sentimos como si debiese haber en ella algo más, pero no sabemos el qué. Goethe”


Múltiples fueron los aspectos de la biografía de Napoleón  que me impactaron como su “italianismo” ya que los Bonaparte, originariamente eran “Buonaparte”, es decir,  corsos de lengua y origen italiano; circunstancias  de las que, por cierto, hacían honor. También su más que pequeña talla y su físico. Bien distante de la del flamante caballero sobre un blanco caballo que me viene a la mente cuando pienso en él. De parecido modo a como sucede con muchísimos detalles de su vida privada,  y primordialmente política, donde destacó por su habilidad y también desmedida ambición personal y familiar.  Conocidos, pues, los detalles de la vida privad del general, desconozco por qué, entre las parejas de amantes famosos, se incluye la de Napoleón y Josefina, porque ésta siempre lo utilizó, se valió de él para vivir a su costa. Y, además no le fue fiel. Pienso que esta fama correspondería a la condesa polaca María Walewska.  

Pero volviendo a la cuestión principal, he de decir que singular donde los haya me pareció, en suma, este Napoleón. Singular en muchos aspectos; pero aún más, si cabe, me llamó la atención su amor a los suyos, a su familia, madre y numerosos hermanos y hermanas. A todos los protegió y hablando en tono coloquial, los “colocó” bien. Siempre los tuvo en cuenta a la hora del reparto de sus conquistas. Creo recordar, pero no tengo seguridad ni tampoco el libro a mano, que su gran héroe a quien quiso imitar,  fue el insigne Alejandro y como él, por tanto, ampliar sus conquistas a Oriente. De su capacidad en las estrategias militares y políticas no hablo porque son harto conocidas y a mí me interesan aquellas cosas nuevas leídas en la obra biográfica escrita sobre él por Emil Ludwig, el célebre escritor alemán de origen judío.   Y entre esas cosas ya he mencionado algunas, pero mención especial merece su extraordinaria capacidad de esfuerzo, ser que se crecía en la adversidad, en la que estaba acostumbrado a desenvolverse y se desenvolvió con audacia hasta el final de su existencia.  Existencia  definida por Ludwig como “poema épico, escrito por la mano del Destino” y cierra su biografía de Napoleón con este hermoso final:

Renazca, pues, a los ojos del lector, esta tragedia imperecedera, tal como fue en la realidad. Lo que un hombre puede alcanzar por la conciencia de sí mismo y el valor, por el ardimiento y la imaginación, por el trabajo y la voluntad, Napoleón Bonaparte nos lo ha enseñado.” Y hoy día…la ardorosa juventud europea no podría encontrar ejemplo ni advertencia mayores que la vida de aquel hombre que, de todos los hombres de Occidente, fue el que más tremendas convulsiones creara y sufriera”.  


sábado, 23 de noviembre de 2013

Sab, novela original, de Gertrudis Gómez de Avellaneda

 
Antes de rescatar de mi memoria los recuerdos sobre esta lectura, voy a hablar un poco de la autora, una célebre poetisa cubana que vivió en el siglo XIX( 1814-1873). Y he dicho cubana porque nació en aquella isla, cuando ésta era una colonia de España, entonces un imperio cuyas relaciones económicas y comerciales eran las propias de un sistema colonial en el que la esclavitud era lícita y legal.

Gómez de Avellaneda pertenecía a la élite cubana y desde muy joven destacó por su actitud poco convencional. Entre los españoles célebres de la época con los que se relacionó están Fernán Caballero, Espronceda, Zorrilla y el escritor andaluz Alberto Lista. En buscabiografias.com se destaca que Menéndez Pelayo vetó su entrada a la Real Academia de la Lengua. Escribió muchas obras de distintos géneros literarios, pero, pienso, que fue en la poesía donde destacó. A continuación y como homenaje a esta insigne escritora y a sus dos patrias, Cuba y España, copio y pego dos de sus poemas:

Al partir

(Soneto)



¡Perla del mar! ¡Estrella de Occidente!

¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo

la noche cubre con su opaco velo,

como cubre el dolor mi triste frente.

¡Voy a partir!. . . La chusma diligente,

para arrancarme del nativo suelo

las velas iza y, pronta a su desvelo,

la brisa acude de tu zona ardiente.

¡Adiós, patria feliz, edén querido!

¡Doquier que el hado en su furor me impela,

tu dulce nombre halagará mi oído!

¡Adiós!. . . Ya cruje la turgente vela. . .

El ancla se alza. . . El buque, estremecido

las olas corta y silencioso vuela.





Al pendón castellano



¡Salve, oh pendón ilustre de Castilla,

Que hoy en los muros de Tetuán tremolas,

Y haces llegar a la cubana Antilla

Reflejos de las glorias españolas!

La media luna -que ante ti se humilla,-

Recuerda ya que entre revueltas olas,

De la raza de Agar con hondo espanto,

Se hundió al lucir el astro de Lepanto.


Y esa morisma -de la Europa afrenta-

Que el rugido olvidó de tus leones,

Hoy al golpe cruel -que la escarmienta,-

Forjando en su pavor fieras visiones,

De siete siglos a la luz sangrienta

Juzga que mira alzarse entre blasones,

-Sus turbantes teniendo por alfombras,-

Del Cid, de Alfonso y de Guzmán las sombras.


¡Oh! ¡sí! contigo van, por ti pelean

Esos nombres augustos; de su gloria

Los rayos en tus pliegues centellean,

Como fulguran en la hispana historia.

¡Que así triunfantes para siempre sean

Símbolos del honor y la victoria,

La civilización mirando ufana,

Que hoy te hospeda Tetuán, Tánger mañana.

oooOOOooo

Asimismo, copio y pego, el primero y último de los párrafos de la introducción al personaje que he leído en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, firmado por María Angeles Ayala Aracil:

Gertrudis Gómez de Avellaneda fue considerada en su tiempo como una de las mejores expresiones del movimiento romántico. Su vida y su obra siguen interesando a los estudiosos actuales, tal como se aprecia en los numerosos trabajos de investigación publicados en estos últimos años. Sus personales circunstancias biográficas, su apasionado carácter, su generosidad y su marcada rebeldía frente a los convencionalismos sociales, que la llevó a vivir de acuerdo con sus propias convicciones, la apartan de la mayoría de las escritoras de su época, convirtiéndola en precursora del movimiento feminista en España(...)El Portal dedicado a Gertrudis Gómez de Avellaneda en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes obedece a un claro objetivo: contribuir al análisis y reconocimiento de una de las escritoras más representativa e interesante del siglo XIX. Sin lugar a dudas, su buen quehacer literario ofreció una nueva visión de la mujer, en un momento histórico en que ésta se hallaba sujeta a trabas sociales que impedían su natural vocación literaria. En este sentido, Gertrudis Gómez de Avellaneda fue un eslabón fundamental en la reivindicación de la mujer en un contexto social adverso y plagado de prejuicios sociales. "



Después de esta larga introducción toca ya hablar de la obra, o sea, de “Sab”, novela original, escrita por Gertrudis Gómez deAvellaneda en 1841, es decir, más de diez años antes de la publicación en 1852 de La Cabaña del Tío Tom”, la archiconocida novela de Harriet Beecher Stowe que logró despertar la conciencia de los estadounidenses a
la abolición de la lacra de la esclavitud.(1)

El ejemplar  leído corresponde a Ediciones Orbis,1988, Colección Grandes Escritoras, Biblioteca de Grandes Éxitos, diseño de la cubierta de Elisenda Bachs y director de la colección Virgilio Ortega.

Dos son las cuestiones fundamentales tratadas por su autora en esta novela, la denigrante y discriminatoria situación del sujeto sometido a la esclavitud, y el amor, pero especifico, un amor imposible por los convencionalismos sociales y económicos de la época y del lugar. Ambas problemáticas están personificadas en su protagonista, el mulato Sab. Un ser descrito como superior, física y sobretodo, moralmente. La historia se sitúa en Cuba, en plena época colonial, cuando aquella Isla pertenecía a la Corona Española y el régimen de esclavitud era legal. La obra, pues, tiene un marcado tono sentimental, tanto en su fondo como en el estilo , que, según su propia autora es un producto de juventud(tenía 22 años) que decidió publicar luego de que el escritor Alberto Lista se lo recomendase.



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(1) A Olsen, firmante de un comentario sobre esta novela, debo la  observación de la mayor antigüedad de esta obra(1841) que La Cabañadel Tío Tom,(1852),  el libro más leído entonces en los EEUU de Norteamérica después de la Biblia y que tanta repercusión tuvo entre los ciudadanos de aquel país, al disponerlos en contra de la esclavitud. Recojo la afirmación de Abraham Lincolnen 1862, en plena Guerra civil de Secesión, cuando conoció a Harriet Beecher Stowe  autora del libro y le expresó: "De manera que es usted la pequeña mujer, que escribió el libro que provocó esta gran guerra"


oooOOOooo

29 de noviembre de 2013: Acabo de echar un vistazo a las biografías de Abraham Lincoln y Harriet Beecher Stowe y comprobar la formación religiosa y arraigada moral y principios cristianos como denominador común de estos dos seres que tanto contribuyeron a la abolición, al menos legalmente, de la lacra de la esclavitud a la que las ominosas leyes materialistas de aquel país, los EEUU de Norteamérica, condenaba a los miembros de aquella sociedad de raza u orígenes negros. 

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martes, 19 de noviembre de 2013

¡Era un santo!, (Pinceladas del Natural )del Padre Luis Coloma

 ¡Era un santo! primera de las diez narraciones que componen el Tomo III de “Pinceladas del Natural” del jesuita Luis Coloma, Editorial “El Mensajero del C. de Jesús, 1920, octava edición,Colección de narraciones breves del Padre Coloma(**)

Narración que cuando la leí  me impresionó su desenlace, porque, además, está inspirado en un hecho real, según aclaración del propio autor en nota a pie de página. Al presente, mientras elaboro el comentario, me estoy dando cuenta que lo que antes llamó mi atención y dio importancia al relato, lo es sólo en un segundo plano, porque su mayor trascendencia está , según creo, en enfrentar al creyente católico que la lee con el recuerdo de su obligación de frecuentar el sacramento de la confesión y penitencia (*)de sus faltas. Más si éstas fueran  graves, ya que le alejan de Dios y en caso de morir sin haberse puesto en paz con el Creador, ponen en peligro la salvación de su alma. 

Su lectura  me resultó amena y edificante. El protagonista indiscutible, “el santo”, es el páter familias de una acomodada y bien situada familia andaluza, cónsul de un país centroamericano, ex alcalde, y recién galardonado(porque la había comprado) con la Cruz de Isabel La Católica. Estamos, pues, ante un prohombre, cuyos inicios, sin embargo, fueron modestos, la de un simple abogado pasante de una notaría. Numerosas son las pinceladas de humor, puestas por el autor a través del personaje del yerno, Sancho, un señorito andaluz, cuya lengua mordaz, especialmente con su suegra, logra en muchas ocasiones hacer reír al lector. Sirve también esta figura de contrapunto, poniendo en sus acciones, expresiones y respuestas, la simpleza y la naturalidad de los hechos humanos que salen del corazón, de un corazón bueno, verdades como puños, sin ambages ni medias tinta. La mayoría de las muy frecuentes citas y reflexiones de autores clásicos y refranes de honda sabiduría popular corren, también, a cargo de este personaje. 

La historia nos sitúa en los últimos días de vida del protagonista, enfermo tras el latigazo de un primer ataque cerebral  y el definitivo toque mortal, describiéndonos sus angustias y terrores ,  reclamando la asistencia de un sacerdote  para conciliar su alma con Dios. La espléndida descripción  de esta situación   logra dar a la narración su verdadero alcance,  que es  inducirnos  a plantearnos la importancia de morir en paz con Dios, tras implorar de su Misericordia Infinita, el perdón por nuestros pecados. 

En un plano menos trascendental,  esta lectura nos da la imagen de un tipo humano universal, es decir, que se da en todos los tiempos y lugares, la del tipo contemporizador, sin ideología política concreta, pero nadador experto en aguas turbulentas, quien de la nada se ha hecho con fortuna y bienes obtenidos mediante métodos que aunque legales(lícitos) son moralmente condenables(ilícitos), en detrimento y con perjuicio descarado de  alguno o de alguna de los que se hayan cruzado en su existencia. Individuos, en resumen, que gozan de honor y respeto de la sociedad, pero en la práctica y de hecho,  son de plena insolvencia moral.

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(*)Sacramento de la Penitencia: Copio y pego algunos de los párrafos del artículo publicado por Aciprensa en relación sacramento de la Penitencia, pero recomiendo su lectura íntegra:
"El sacramento de la Penitencia, o Reconciliación, o Confesión, es el sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo para borrar los pecados cometidos después del Bautismo. Es, por consiguiente, el sacramento de nuestra curación espiritual, llamado también sacramento de la conversión, porque realiza sacramentalmente nuestro retorno a los brazos del padre después de que nos hemos alejado con el pecado(...)La confesión es la manifestación humilde y sincera de los propios pecados al sacerdote confesor(...)Estamos obligados a confesar todos y cada uno de los pecados graves, o mortales, cometidos después de la última confesión bien hecha(...)Las faltas objetivamente mortales más frecuentes son (siguiendo el orden de los mandamientos): practicar de cualquier modo la magia; blasfemar; perder la Misa los domingos o en las fiestas de preceptos sin un grave motivo; tratar mal de manera grave a los propios padres o superiores; matar o herir gravemente a una persona inocente; procurar directamente el aborto; buscar el placer sexual en solitario o con otras personas que no sean el propio cónyuge; para los cónyuges impedir la concepción en el acto conyugal; robar una suma relevante, incluso sustrayéndose en el trabajo; murmurar gravemente del prójimo o calumniarlo; cultivar voluntariamente pensamientos o deseos impuros; faltar gravemente el propio deber; acercarse a la Sagrada Comunión en estado de pecado mortal; callar voluntariamente un pecado grave en la confesión(...La confesión es un medio extraordinariamente eficaz para progresar en el camino de la perfección. En efecto, además de darnos la gracia "medicinal" propia del sacramento, nos hace ejercitar las virtudes fundamentales de nuestra vida cristiana. La humildad ante todo, que es la base de todo el edificio espiritual, después la fe en Jesús Salvador y en sus méritos infinitos, la esperanza del perdón y de la vida eterna, el amor hacia Dios y hacia el prójimo, la apertura de nuestro corazón a la reconciliación con quien nos ha ofendido. En fin, la sinceridad, la separación del pecado y el deseo sincero de progresar espiritualmente.)"


(**) El Padre Coloma  fue el creador del Ratoncito Pérez, y el autor de "Pequeñeces", la más conocida  y controvertida de sus novelas. Prolífico autor. 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Privilegio, narración corta de Frederick Forsyth

Las faltas contra la reputación del prójimo deben ser reparadas. A este respecto dice el Catecismo:
“Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación aunque su autor haya sido perdonado.( …) reparar un daño públicamente, (…)si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación concierne también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia” CEC 2847.

Esta cita del Catecismo Católico me ha hecho recordar otra de las lecturas de estos últimos años, pendiente de comentar. Su título “Privilegio” y su autor Frederick  Forsyth. Es una de las ocho narraciones que componen el libro titulado “El Emperador”, editado por Plaza&Janes, 1982, título original “The Emperor”, traducción de J. Ferrer Aleu, portada de Domingo Álvarez. Narraciones cortas  acerca de diversidad de cuestiones que despiertan el interés del lector. Al igual que los últimos libros comentados, éste lo leí hace ya unos cuantos años, en el 2009. Los ocho cuentos me agradaron, son cada uno de ellos buena muestra  del  dominio de Frederick Forsyth en sus ficciones para narrar  actitudes y hechos humanos verosímiles aunque insólitos para los comunes mortales como yo.

Pero no divagaré más y me meteré en las enseñanzas que la lectura de “Privilegio” me ha proporcionado:

“En todas partes cuecen habas”. Según este relato, la Justicia del Reino Unido tiene, en líneas generales, los mismos graves defectos que la de aquí, la española. Es burocrática, consecuentemente lenta, pero principalmente costosa y por lo tanto inaccesible para la mayoría. Y, además, con jueces que no buscan dar razón al que la tiene, ni justa satisfacción al agraviado, sino la aplicación literal de  normativas y leyes, cuyo espíritu en ocasiones, se aleja del sentido común o derecho natural, de dar a cada cual lo que le corresponde, que eso es, en definitiva, la Justicia, con inicial mayúscula y como sinónimo de Equidad.

La extensiva mala praxis periodística aquí descrita, y tema de fondo de la narración,  en la que se nos cuenta cómo un afamado periodista, de un acreditado medio, hace un artículo con afirmaciones graves pero sin verificar sobre una persona. Tanto al medio como al periodista en cuestión les importa un ápice de las consecuencias para la persona o entidad de lo publicado. En el caso inglés, quiero decir en el cuento de Forsyth, las empresas periodísticas cuentan con seguros, amén de asesorías jurídicas con expertos en litigios por adulteración de la verdad o difamación.


3º “Beber de la misma medicina” En este punto es donde, particularmente, más me agradó el cuento. De cómo  la simple y desamparada víctima agraviada no se desanima, y con mucho ingenio y esfuerzo personal, en solitario, le da al prepotente periodista una buena cucharada de su maléfica poción informativa. ¡Me encantó el final!

viernes, 15 de noviembre de 2013

La maledicencia, de P. Luis Coloma

Pinceladas del Natural” del Padre Luis Coloma, Tomo III, Octava Edición, Bilbao, 1920. El libro comprende diez narraciones breves del jesuita español, miembro de la Real Academia Española de la lengua, Padre Coloma, el creador del Ratoncito Pérez, el que deja una moneda o un regalito debajo de la almohada cuando los peques de la casa pierden alguno de sus dientecitos de leche. Supongo que muchos como yo,  de los más mayores, sabe que el singular Ratón Pérez fue creado para el entonces niño de ocho años, Alfonso XIII. Su lectura fue en el 2009, o sea, hace cuatro años. Recuerdo, no obstante, como denominador común a todas estas narraciones, el tono edificante, la religiosidad y fe en Dios y en su Providencia, el conocimiento y cita constante y variada de los clásicos de la Literatura Universal y también que los personajes protagonistas, en su mayoría,  pertenecen a la clase alta o pudiente. Al presente, sin embargo, sólo me atrevo a escribir acerca de dos de aquellas narraciones, cuyo argumento quedó  grabado en mi recuerdo. Estas dos narraciones son: “¡Era un santo!” y “La maledicencia”.  El título de esta última ya nos está diciendo de que va la historia, o sea, de cuando alguno o alguna se dedica a la propagación de hechos  que difaman, desprestigian, al prójimo. Hechos que, además, no hay certeza de su veracidad, pero si la seguridad de que su conocimiento por los otros dañará la reputación del protagonista.

Buscando en la Red un enlace con la definición del término maledicencia, hallé una entrada del blog de José Miguel Arráiz en que trata este pecado de la lengua, cuya lectura recomiendo; entrada de la que copio y pego algunos de los párrafos más significativos:



Uno de los pecados de la lengua es la maledicencia, el cual no solo afecta la sociedad en general, sino también a todos los que profesamos la fe ...El diccionario de la Real Academia Española define la palabra maledicencia como la acción o hábito de hablar con mordacidad en perjuicio de alguien, denigrándolo. El Catecismo es aún más preciso y define como maledicencia cuando, sin razón objetivamente válida, se manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran. (...)no quiere decir que es un deber cristiano ocultar los defectos del prójimo (o lo que consideramos tales), pero si evitar manifestarlos a otros cuando no hay una razón válida para ello(…)Muchas son las razones por las que somos impulsados a caer en la maledicencia, pero se puede decir que una de las principales es la envidia o el rencor. (...)Entre otras razones (...) está la superficialidad, las habladurías, la costumbre de contar chismes. (...) la persona se habitúa a criticar y a hacer resaltar los defectos aparentes o reales del prójimo. Este tipo de maledicencia es particularmente peligrosa porque hace propenso a la persona que la practica a caer en otros pecados de la lengua como el juicio temerario o la calumnia. El juicio temerario es aquel que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo; la calumnia es  aquella que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos. Cuando nos hacemos eco de rumores o acusaciones infundadas sobre el prójimo, corremos riesgo de hacernos cómplices también de juicio temerario y de calumnia. EL hecho mismo de comentar estas acusaciones con personas que las ignoran nos hace instrumento y colaborador del originario de la calumnia.
No es lícita moralmente la maledicencia ni siquiera para hacer referencia a personalidades públicas (...) hay que distinguir entre la opinión personal privada sobre alguien, y la manifestación en público de dichas opiniones y las consecuencias que pueden tener en la reputación ajena.(…)Es aquí donde también es importante distinguir entre la libertad legal para criticar incluso en forma destructiva al prójimo (e incluso respecto a esto la libertad de expresión tiene sus límites), y la libertad moral para hacerlo. Los cristianos no somos libres moralmente de caer en maledicencia, y en el caso de personalidades públicas la materia grave del objeto del acto moral puede ser mayor, porque afecta su imagen respecto a un mayor número de personas.
Las faltas contra la reputación del prójimo deben ser reparadas. A este respecto dice el Catecismo:Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación aunque su autor haya sido perdonado.( …) reparar un daño públicamente, (…)si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente , en nombre de la caridad. Este deber de reparación concierne también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia” CEC 2847.


Bueno, como se puede leer,  nada he hablado de la historia contada por el Padre Coloma, pero sí de la maledicencia, ese “pecado de la lengua”,  hoy- desgraciadamente-  tan al uso y cuya eficacia destructiva, si cabe, ha aumentado con el mal empleo de las modernas técnicas de comunicación  como  twitters,  las cadenas de correos electrónicos y los whatsapps. Particularmente, en alguna que otra ocasión,  ante la gravedad de lo contado( al menos a mí me lo parecía) sobre alguna personalidad pública o hecho histórico, y habiendo optado  por verificar su veracidad , descubrí que entre lo allí dicho y la realidad había un largo, tortuoso  y estrecho camino, es decir, medias verdades, afirmaciones falsas de, o,  sobre personajes famosos, hechos, etc.,  que posteriormente había sido demostrada su falsedad, desmentidos los hechos o rectificadas las afirmaciones allí vertidas. Pero, el objetivo estaba alcanzado, la maledicencia ya había actuado, sembrando dudas en algunos casos y en los muchos manchando para siempre el honor y la reputación de la víctima del infundio.  Ya se sabe lo que dice el dicho, “difama que algo queda”.


martes, 5 de noviembre de 2013

Reinas sin Corona, continuación (y 3) (Nacionalismos)


Antes de dar por concluidos mis comentarios y reflexiones en relación a este libro, creo necesario señalar  mi torpeza pues  he necesitado de una tercera lectura para darme cuenta del verdadero alcance y gran mérito de esta pequeña gran obra de Anny Latour, y que, por tanto, resulta indiferente la nacionalidad de las mujeres objeto de la obra, ni si están todas o faltan algunas, porque las aquí señaladas, a todas, les corresponde el merecido protagonismo que Latour les ha dado. Fueron personajes sobresalientes de su época y lugar, con aciertos y errores, pero las cuales, sin lugar a dudas, tuvieron influencia decisiva sobre sus contemporáneos y su dinámica labor contribuyó  al desarrollo del mundo tanto de las ideas como de las artes, así como de las costumbres y, en muchas ocasiones, fueron verdaderas avanzadas, vanguardias, de su tiempo.
Una vez expresado el mérito personal de todas y cada una de estas féminas, señalaré las tres cuyas vidas más me impresionaron: la italiana princesa Belgioioso, la alemana Rachel Varnhage, y la francesa Juliette Adam.  Entre las cuales he hallado como aspecto común el papel jugado por cada una de ellas , bien  a favor o bien en contra,  de las corrientes nacionalistas de su época y lugar de origen.


Rachel Varnhage
Una princesa en armas por la patria - imperioromano.com
Belgioioso
  La primera, Belgioioso, fue un personaje muy singular.  Se distinguió por su combativa actitud para lograr la unidad de los italianos, divididos entre monárquicos y republicanos, en su lucha contra los austríacos que entonces gobernaban en  la península italiana. Murió relativamente joven y olvidada por todos.

Rachel Varnhage,  creo que fue  la que sufrió en mayor medida  los perniciosos efectos del nacionalismo cerril, pues, a pesar de sus múltiples renuncias, incluida la de su lengua materna, el yiddish, se encontró siempre con el rechazo de la élite germana contemporánea suya, debido a sus raíces semíticas, que ellos consideraban inferiores y no propiamente germánicas.

Y en cuanto a la última de las tres mencionadas, la francesa Adam, nacida Juliette La Messine,  según creo,  constituye  un buen ejemplo de la intolerancia y el odio, en este caso hacia Alemania, engendrado por el nacionalismo llevado a los máximos extremos. Es decir, cuando el sentimiento patriótico, el amor patrio, obnubila la mente de las gentes y las anima e induce a actitudes viles en contra de sus congéneres y les hace olvidar que el otro es, ante todo, otro ejemplar como él mismo, de la misma especie, la humana, reina de la Creación. La que hizo Dios a su imagen y semejanza y le dio el don de la palabra.
Description de cette image, également commentée ci-après
Juliette La Messine
Por último, quiero dejar constancia de lo mucho que he aprendido con la lectura de este, en apariencia, pequeño libro. Y principalmente acerca de personajes tan relevantes como  el poeta alemán Henri Heine y el compositor italiano Bellini, pero, - advierto - son sólo  ejemplos, pues innumerables son las figuras femeninas y masculinas aquí citadas cuya aportación al mundo de las ideas, de la pintura, de la  música, de la literatura,  y del conocimiento en general,  han sido muy valiosas para la humanidad. En algunos casos con reconocimiento del mérito de los personajes,  y en otras muchas no; cuya aportación ha quedado relegada o en el olvido.



domingo, 3 de noviembre de 2013

Reinas sin corona (2) (Rachel Varnhage, víctima del antisemitismo atávico )


Hace unos días empecé a comentar el libro “Reinas sin coronas” de Anny Latour, pero antes de decir todo lo que quería me desvié hacia  otras cuestiones. Procuraré hoy,  dar cumplido término a ello, porque observo que en demasiadas ocasiones, escribo que continuaré y luego no lo hago. ¡Malo!

Me centraré en sólo tres de las protagonistas de la obra de Latour, aquellas cuyo papel e influencias sobre sus coetáneos y conciudadanos considero más cercanos, tanto en el espacio, porque fueron europeas, como en el tiempo, pues vivieron en los siglos XIX y XX. Y también- sin duda- por el exacerbado nacionalismo del momento que les tocó vivir. Tres célebres mujeres, de nacionalidades alemana, italiana y francesa, desconocidas por mí hasta la lectura de este singular libro.

Comienzo por Rachel Varnhagen , a quien, en 1830 ,  Gentz le escribió “Es usted el romanticismo mismo”, es decir, la encarnación del  romanticismo alemán, definido como,  “eclosión de pasiones individuales, sin otra ley que la realización del yo y del propio destino; en que predominan la emoción sobre la razón y la fantasía  y el valor sobre el saber”.  Personaje que despertó mi interés porque para mí más bien encarna al prototipo del individuo, quizás hasta superior, pero  “diferente” dentro de un colectivo exclusivista, al cual  aquél se afanará por pertenecer, ser uno más con plenos derechos, aunque para ello deba renunciar, más bien renegar, de sus raíces, de sus tradiciones y cultura propios, e incluso de sus convicciones religiosas. Seguidamente, transcribo párrafo con el que la autora concluye los capítulos destinados a Rachel Varnhage  Von Ense expresivo de los sentimientos de esta mujer en los últimos días de su existencia: 

Cinco días antes de morir, el 2 de marzo de 1833, a los 62 años, Varnhagen escribió de sí misma ... "soy refugiada de Egipto y de Palestina", y "lo que toda mi vida me ha producido mayor vergüenza, mayor dolor, mayor desgracia, haber nacido judía, ahora, por nada del mundo querría ser desposeída de ello".
Rahel Levin.png
Rachel era alemana de origen judío, pertenecía a una rica familia de comerciantes, los Levin, y su lengua materna fue el yiddish . Su infancia y juventud, consiguientemente, transcurrió en el gueto judío,  “apartada- dice Latour-  de la corriente política y cultural”; porque la sociedad alemana no daba acceso a la sociedad a los judíos. “Para acceder a ella no había más que un medio de orden individual: el “bautismo”. Al amparo del acto del bautismo los judíos podían participar en la vida política y cultura de Alemania” (p. 129). El acto de conversión al cristianismo fue calificado por  el célebre poeta Heine, coetáneo y del mismo origen que Rachel como “billete de entrada a la civilización europea”.  Billete que muchos alemanes judíos adquirieron de modo interesado. En este punto, Latour pregunta:  ¿Quién podría reprochar a tantos judíos alemanes que abandonaran la fe de sus antepasados para poder sustraerse al aislamiento del ghetto? Y más adelante para ilustrarnos con un buen ejemplo nos habla de la posición personal adoptada por tres de ellos, David Veit ,el ya citado Henri Heine y Rahel, : “ (…)Veit(…)en un entorno hostil, intentó, (…) integrarse (…), pero conservando su integridad espiritual.(…)Heine, víctima de la misma miseria judía, (…) sabrá transformarla, no en lágrimas , como Rachel, sino en creación poética”. 

Rachel Varnaghen Von Ense despertó elogios, admiración y pasiones en notables personajes germanos como Gentz, Beethoven, Goethe( un ídolo para Rahel) y hasta del propio Achim von Arnim y de Clemens Brentano.

Para  meterme en el tema del nacionalismo exacerbado, cerril, creo que la manera más sencilla sea reproduciendo los párrafos que más me impactaron:

"El romanticismo se hace reaccionario", este es el título del capítulo en el que la autora trata la evolución del romanticismo alemán y nos dice:  “En el medio del colaboracionismo oficial, se ve brotar un sentimiento hasta entonces desconocido: el patriotismo. En la sala abarrotada de la Academia berlinesa, Fichte lee sus Discursos a la nación alemana. Este filósofo, célebre por sus sentimientos europeos, cambia de la noche a la mañana: se hace patriota. Sus palabras inflamadas despiertan las conciencias(…)condena de toda arrogancia nacional(…)su llamada a la dignidad y a la independencia. El socialismo de estado que preconiza responde a las aspiraciones… de ver realizada la justicia social. El idealismo religioso…rechazando todo dogmatismo y proclamando como única base ética la fe en Dios.

¿ Pero, se pregunta Latour, de qué sirven las tesis de Fichte, tan poderosamente fundadas en la razón, si un romanticismo llevado al absurdo se transforma en antítesis misma de la razón? Los románticos se pierden en la arrogancia; proclaman a su propia nación como única portadora de la verdad absoluta,…Se precipitan en el abismo de su propia perdición, como dice Nietzsche, en la enfermedad y en la ignorancia más opuestas a la civilización: el nacionalismo.(pág. 143)”

“La influencia de esta degradación pesa sobre la sociedad como sobre la literatura. Los escritores y poetas se transforman en charlatanes de feria, los patriotas en falsificadores del patriotismo (…) Para atizar el fuego hay que estimular los particularismos nacionales, sugerir al pueblo alemán la ideología de la sangre y de la tierra. Y, ante todo, predicar el odio.”(p.144)

Este nacionalismo incipiente no se concibe sin su complemento indispensable: el racismo”

A partir de 1819(…) Los decenios que siguen constituyen un triste capítulo de la historia de Alemania. Al fuego del entusiasmo sucede la reacción, que se manifiesta por el burocratismo, el despotismo, la represión de todo impulso liberal. Hace estragos, sobre todo, en Berlín, cuna años atrás de ideas progresistas(…)reina un clima de espionaje y de delación. Las persecuciones policíacas están a la orden del día. La mano pesada de la censura se apodera de las obras maestras de la literatura: se prohíbe representar Egmont, de Goethe; Guillermo Tell, de Schiller; El Príncipe de Hombourg, de Kleist(p.145)

Ciertos biógrafos de Rachel…le han aplicado el nombre de profeta…se halla dotada de un raro instinto para los acontecimientos futuros…prevé los desastres que traerá consigo el movimiento nacionalista(…)En 1817 responde en carta a su esposo: Preveo en mi espíritu una catástrofe real si estos alienados pueden continuar su obra…En agosto de 1819 estalla, como una tormenta, una ola de persecución semita”(p.147)

La profecía apocalíptica de Heine se proyecta sobre un futuro más lejano: Alemania verá, un día, desarrollarse un espectáculo, en comparación del cual la Revolución francesa no aparecerá más que como un inocente idilio”(p.147)

"Rachel, quintaesencia del romanticismo alemán, apenas se atreverá a llamarse a sí misma alemana”. El odio es un veneno que se desliza en el corazón de quien se siente odiado, le roe y le roba la fe en sí mismo y en sus semejantes. Las consecuencias más nefastas del antisemitismo son que los judíos, contaminados, serán a su vez víctimas de la más terrible calamidad moral: el desprecio de si mismos.”(p.149)