A través de una cita que hacía Salvador de Madariaga tuve
conocimiento de este artículo de Marías, publicado en la década de los sesenta del pasado siglo XX, en plena dictadura de
Franco, quien, como se recordará, murió a finales de 1975.
No lo comentaré, sólo copiaré y pegaré aquellos párrafos para mí más reveladores. No
obstante, recomiendo su íntegra lectura.
“La lengua de Cataluña, (…), ha sido
desde los orígenes que se confunden con la génesis de los romances españoles,
el catalán.
(…) que, a lo largo de su historia, ha convivido siempre estrechamente con
otras lenguas; o, dicho en forma algo distinta, la sociedad catalana ha estado definida habitualmente por una
pluralidad lingüística.
No olvidemos que durante toda la Edad Media no ha habido "lenguas nacionales",
por la sencilla razón de que no había naciones(…)se habla latín, y sólo a
partir de cierto momento se puede decir que aquello ya no es latín, sino uno u
otro romance; pero el latín no
desaparece por ello, sino que perdura para ciertas funciones: es la lengua escrita (…) es la lengua culta, la de la Iglesia, la del
pensamiento, la de ciertas formas de poesía e historia; las "lenguas
vulgares" conviven con el latín durante siglos. Esto suele verse
desde el punto de vista del latín, pero aquí me interesa la otra perspectiva: las lenguas vulgares no son
"únicas", no son la lengua del país, sino que significan una opción;
el que habla o escribe tiene que decidir si habla o escribe en latín o en
romance; y la decisión depende del estrato social, de la profesión, del
propósito.
«Querer
ignorar que el catalán es la lengua primera de Cataluña, y que está
viva desde
los orígenes hasta hoy, es una alteración de la realidad, y la
realidad
reclama siempre sus derechos; olvidar que el catalán nunca ha estado
solo es
otra falsedad que las cosas mismas se encargan de desmentir.»
« Las
presiones se ejercen siempre en cierta dirección y sentido; se aplican a
ciertos puntos que interesan en cada momento; son posibles o no según los
recursos
de que dispone el Poder.»
«El
Romanticismo, cansado de homogeneidad, abstracción y racionalismo, toca
la corneta
para llamar a todas las realidades olvidadas. Es un gran suscitador y
un gran
resucitador a la vez. Sólo en esta perspectiva se entiende rectamente el
florecimiento
de las letras catalanas en el último siglo.»
«En todo caso, si la lengua es un uso social, es la sociedad quien
debe regularlo. Toda interferencia no social en el mecanismo de la lengua puede
ser una
perturbación.»
«Los catalanes sienten su idioma peculiar como irrenunciable.»
«Los catalanes encuentran "normal" que los que viven en
Cataluña, sobre todo si
ejercen funciones públicas hablen o por lo menos entiendan el
catalán; tienen conciencia de que basta un mínimo de buena voluntad para
conseguirlo en breve plazo.»
«El que "vive" en Cataluña puede y debe aprender catalán
—con ello no pierde nada: gana una
espléndida e ilustre lengua—; en todo caso9 lo suficiente para entenderlo^ aunque siga hablando en español si
lo prefiere.»
«Todavía
son innumerables los catalanes que hablan catalán cotidianamente, pero cuando
escriben, incluso cartas familiares, lo hacen en español.»
Termina el
artículo con los siguientes párrafos que también considero deben ser destacados:
“Y no olvidemos, por último, el factor que fue decisivo en el proceso
iniciado hace medio milenio: la atracción la fascinación incluso, de la
espléndida literatura que se inicia con la Celestina y llega a Unamuno, Azorín,
Valle-Inclán, Ortega, Juan Ramón Jiménez y un par de docenas de escritores de
las últimas cuatro generaciones; literatura que nunca ha sido ajena a los
nacidos al este del Ebro.
Yo creo necesario, dado el estado real de las cosas, que el
catalán sea poseído con plenitud, escrito con naturalidad y esmero, usado con
libertad. Creo que cada cual debe decidir por sí lo que escribe al frente de su
tienda, en qué lengua compone e imprime sus libros, revistas y periódicos, cómo
conversa o negocia. El amor, el gusto, la conveniencia, el prestigio se
encargarán de regularlo. Los catalanes necesitan sentirse plenamente instalados
en el catalán para no tener una impresión de exilio; su lengua es lo bastante
fuerte y vivaz para haber llegado llena de energía y posibilidades a la segunda
mitad del siglo XX. Y esas posibilidades no son sólo catalanas: son
españolas. Importa a España tener con un máximo de perfección y vigor sus
lenguas regionales, que son otras tantas fuerzas espirituales que aumentan su
riqueza. El plurilingüismo puede ser enojoso o perturbador para la vida de un
país cuando unas porciones de él hablan una lengua, otras, una distinta. En el
caso de España no es así, porque existe una lengua general, que es además una
lengua universal, la cual nada tiene que perder de la pujanza y la capacidad
creadora de las lenguas regionales.”
Estos razonamientos
de Julián Marías fueron contestados por Maurici
Serrahima (1)mediante un libro ”
Realidad de Cataluña. Respuesta a Julián Marías”, editado en 1967 por
Edicions 62, versión en castellano, y recientemente, en 2006, por Proa, con
prólogo de Miguel Herrero de Miñón. Me
habría agradado conocer las argumentaciones contrarias de Serrahima a estas
consideraciones de Marías, pero no he hallado reseña explícita .
______
(1) Copio y pego algunos de los párrafos de artículo
de elpais.com, publicado cuando el fallecimiento del político catalán:
De ideología
democristiana, Serrahima -hijo, nieto y padre de abogados- representaba todo un
sector de opinión surgido del catolicismo liberal e inmerso en los avatares de
un catalanismo político que había resultado ser, en su dimensión dominante en
los años de la República, claramente laico.Bajo la República, Serrahima llevó a
cabo el difícil equilibrio de ser fiel a un proceso que afectaba a las
instituciones de su religión. Sus primeros artículos aparecieron en el diario
El Matí (La Mañana), representativo de los católicos fieles a la República y a
la autonomía de Cataluña, cuya actuación política se plasmaba en el partido
Unió Democrática de Catalunya, en el que militó Serrahima. La principal figura
de este partido, Manuel Carrasco Formiquera, murió fusilado por Franco mientras
gritaba nada menos que «¡Visca Jesús, visca Catalunya! » (¡Viva Jesús, viva
Cataluña!)(…). En aquellos negros años,
Serrahima usó y abusó del hecho que él fuese, como sobre el papel lo era el
régimen, cristiano y católico. Lo
hizo en beneficio de todos los catalanes y con el fin de derribar o acortar la
dictadura. Son los años de las reuniones
en Montserrat, en el convento de Cápuchinos del barrio de Sarriá -donde reside
toda la enorme saga Serrahima- e infinitas casas particulares. Rápidamente,
en el bufete de Serrahima, a partir de últimas horas de la tarde, se produce
una curiosa especialización. Serrahima se ocupa de la conspiración cultural, y
su pasante, el hoy senador Josep Benet, de las cuestiones más estrictamente
políticas. Ambos abaiidonan pronto su militancia democristiana, para situarse claramente a la izquierda(…)En uno
de sus primeros viajes a Cataluña, el entonces príncipe de España tiene el
acierto de pedir a Serrahima que le visite. El escritor salió encantado.
Repetidas veces recordó cómo el actual Rey había coincidido con él en la
apreciación de la persecución sufrida por Cataluña, la cultura y lengua
catalanas. Fruto de aquel contacto personal fue el nombramiento de senador
real..