miércoles, 26 de febrero de 2014

El lagarto azul, de A. Amestoy


Es una narración corta destinada a un público infantil y a los muy jóvenes. Su autor es A. Amestoy, traducción de Carolina Toral Peñaranda, Biblioteca de LecturasEjemplares, nº 39,”Banda azul”, con censura eclesiástica, editado por Escélicer, año 1948. Al final de la contraportada del libro figura la siguiente leyenda: EditorialEscèlicer, S.L. al servicio de la infancia”. (1)

El fondo  de la narración  es de carácter moral y de ejemplaridad. Hay clara distinción entre los personajes que obran bien y los que obran mal. Los unos guiados por sentimientos elevados de amor a su prójimo, a su familia y a Dios, altruistas, leales,sacrificados, ... Mientras los otros son seres cuyas acciones van impulsadas por las distintas pasiones y los bajos instintos de la naturaleza humana. Otra característica es que, finalmente, el bien y los buenos triunfan sobre el mal y los malos. 

Aquí los protagonistas son un padre y su hija. Un afamado orfebre, de internacional prestigio, a quien, en el París de los Valois, se le encomienda la reparación de una joya única, a cuyo valor monetario hay que añadir el aún mayor de dar la felicidad a su poseedor. La lectura se hace amena.
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(1) Esta lectura destinada a un público adolescente o muy joven me ha hecho reflexionar acerca de los cambios habidos en nuestra sociedad. Observo cómo, en la actualidad, en los juguetes, películas y programas destinado a los niños, proliferan las figuras fantasmales, las brujas, los zombis, los monstruos, y demás personajes  deformes o muy feos. En otro casos, los protagonistas son máquinas o robots que sólo saben luchar , además de tener aspecto monstruoso o diabólico .También llama mi atención el recurso al uso de poderes sobrenaturales y de magia.¿ Qué se pretende con ello? Porque, sin duda, corresponde a una estrategia con el fin de alcanzar un objetivo concreto. Acaso que estas nuevas generaciones no sepan distinguir entre el bien y el mal, entre los buenos y los malos, lo correcto e incorrecto de nuestras acciones, ...No lo sé.

viernes, 21 de febrero de 2014

Lirio Silvestre, por Ricardo de Beobide, S.S.

 “Lirio Silvestre” es el título de otro de esos viejos libros de la colección Biblioteca “Horas Serenas”, editado por Librería Salesiana, edición cuarta, año 1943. Sobre su autor, Ricardo de Beobide S.S., sólo he hallado una relación de sus obras, cuyos títulos me hacen presumir que, como ésta, son narraciones de corte histórico-novelescas. Y, del mismo modo que las otras “obrillas” de esta colección, que he tenido ocasión de leer, son relatos destinados a la exaltación de la virtud, la moral,  y la fe en Dios y en Jesucristo Salvador. Sus protagonistas, es decir, el héroe o heroína de la historia contada, son seres buenos y bondadosos,   de conducta ejemplar.  Muestran el lado bueno del ser humano. En todas estas lecturas, que intuyo van destinadas a un público joven, siempre hallarás amor a Dios, altruismo, comprensión y perdón, esencia del cristianismo. Son historias sencillas y su sentido es edificar al lector.

Expuestas, pues, las características que adornan a las novelitas de esta Colección, de modo común a todas, me meto en el comentario de “Lirio Silvestre”, mote o apodo con el que se conoce al protagonista de la  narración, un huérfano crecido de parecido modo a la citada planta . El  lugar y los momentos históricos, en los que transcurre la acción, son los parajes próximos a Santoña(Cantabria), durante  la España napoleónica, y  luego, tras la vuelta del  infausto Fernando Séptimo.  La historia es simple y sirve para describir cómo los acontecimientos políticos marcados por las luchas por el poder llegan a influir y, en suma, determinar la vida del hasta más insignificante  y común ser humano, aunque este se afane en huir del mundanal ruido,  tal como cantaba Fray Luis de León, en su “Vida Retirada”.

Particularmente, me pareció muy interesante la “Introducción” de la novela, págs. 5 al 7, en las que el autor, Ricardo de Beobide, describe el panorama español en aquellos tiempos, algunos de cuyos párrafos, transcribo a continuación:


Revueltos andaban los tiempos en España, como en el resto de Europa, en los primeros años del XIX…dividida en dos bandos irreconciliables la política española, alcanzando esta división hasta a las personas de la Real Familia…humillados ambos bandos, con servilismo que afrentaba a la nación…reinando por doquier el hambre y la miseria …llegaba España entonces a la crítica situación, que, en  la vida de los pueblos, determina unas veces saludable reacción y ascensión gloriosa; y, la más rápida y fatal decadencia y ruina.”

domingo, 2 de febrero de 2014

Los curas comunistas, José Luis Martín Vigil

  • Los curas comunistas, por José Luis Martín Vigil, editor Richard Grandio, Oviedo, décima edición, mayo 1966. 

    Libro relativamente grueso de 430 páginas cuya lectura he “devorado”. 

    El título así como el nombre de su autor me sonaban mucho,  pero ambos me eran desconocidos. Iniciada su lectura, el  interés despertado  por los planteamientos y la problemática allí esbozados me indujo enseguida a  buscar información sobre el autor y su obra, y hallé este artículo del Padre Lambert, en “El Mundo”, dedicado a Martín Vigil por su fallecimiento.   

    De cuya lectura deduzco que fue  un prolijo escritor con importante producción literaria  y títulos algunos de mucho éxito, especialmente “La vida saleal encuentro”, obra en la que reflejó sus experiencias como educador en un colegio de Vigo, y  fue, entonces, años sesenta-setenta del pasado siglo XX, un verdadero “best-seller” (libro más vendido), que dejó positiva huella en sus lectores, en su mayoría, adolescentes y jóvenes, a los cuales marcó muy favorablemente,  según pude leer en muchos de los comentarios al pie de la información.  

    En cuanto al libro objeto de mi comentario debo resaltar que la  historia contada en torno a un sacerdote católico, Francisco Quintas, me “enganchó” y conmovió. Hallé muy interesantes las muchas controversias allí expuestas a través de los sustanciosos  diálogos  entre sus personajes sobre tan trascendentes cuestiones como las siguientes:

     

    1) La diferencia entre marxismo y comunismo.

    2)  La caridad, (*)  o sea, el amor al prójimo sin distingo y como virtud más esencial del auténtico cristiano. 

    3) La necesidad de una evolución, al menos en la formas, de la Universal Iglesia de Cristo con el fin de acercarse  a la clase obrera,  colectivo que,  según señala el autor  en su obra, ya ha desertado de esta Iglesia. 

    4) La justicia social en las actuales democracias.

    5) El interés  general o común frente a los intereses privados o “lo particular”. 

    6) El valor absoluto de los testimonios vivos, reales, cuyos actos, sin palabras, muestren, testifiquen su fe, es decir, su creencia  en Dios. 

    (7) Y la ardualucha del comunismo por acallar la conciencia.(**)

     

    Lectura, resumiendo, muy sugerente que impulsa al lector a la reflexión  y puede que hasta  al auto examen de conciencia, - aclaro - de una concienciacristiana. (***) Pero,  principalmente, en esta novela se habla de Dios y de sus mediadores, los sacerdotes.

     

     

    Señalada la temática general, toca hablar del relato en sí y de sus protagonistas. El principal, como ya cité, es Francisco Quintas, un cura joven que a imitación de los llamados curas comunistas  franceses, en la España franquista, puesto que el libro está publicado a mediados de los sesenta, se viste el mono, vestidura propia de los obreros y,  de incógnito en cuanto a su ordenamiento sacerdotal, se mete a trabajar como peón, en una fábrica del ramo siderometalúrgico. Y no sólo trabaja como un asalariado más, sino que, también, dispensado por su obispo, vive en una modestísima vivienda en el propio barrio obrero en que se ubica la fábrica. Este es el escenario donde se desarrolla la trama argumental.

     

     

    En la novela hay otros sacerdotes de diferentes rangos eclesiales: un obispo y su vicario, un párroco de iglesia con dos coadjutores, y un fraile abad.   Todos ellos, junto con el cura Francisco, son los medios utilizados por Martín Vigil para hacer llegar a los lectores, las posturas y doctrinas imperantes, así como las tendencias y los debates suscitados dentro de la Iglesia,  después del Concilio Vaticano II. Controversias presentadas, principalmente, a través de los diálogos entre Quintas, el cura obrero, y el padre Sergio, coadjutor parroquial. En estas discusiones, en apoyo de sus consideraciones, son citadas figuras y autores célebres del mundo católico-cristiano, como, por citar algunos ejemplos: Morris West(“El abogado del diablo”), Michel de Saint Pierre(“Los nuevos curas comunistas”) y los cardenales Suhard y Lercaro, citas de estos dos últimos que preceden al texto de la novela.

     

    También el mundo industrial está  ampliamente representado, tanto por la parte empresarial (patronal) como por la de los trabajadores. Entre los primeros tenemos al  empresario capitalista, al jefe de personal y a  Felipe, un acaudalado hombre de negocios, de mentalidad abierta, y muy instruido en cuestiones empresariales. Mientras que por la parte productiva han quedado representados casi todos los principales estamentos, desde el aprendiz, el encargado, los especialistas u oficiales, los sindicalistas  y hasta la política con los comunistas y sus tejes manejes en la oscuridad, tratando siempre de pescar en aguas revueltas. 

     

    Particularmente, me parecieron muy oportunas las razones, de eterna vigencia, expuestas en el informe elaborado por el padre Quintas, en relación a los turnos y sus perjuicios en la vida del trabajador, tales como impedir la conciliación de la vida laboral con la familiar, o, su negativa incidencia en la salud, por la imposibilidad física de adecuar el ritmo biológico del cuerpo humano a los alternativos cambios horarios impuestos por  la necesidad del proceso productivo empresarial; circunstancias que, consecuentemente, y en justicia, deberían tener proporcional incremento en el sueldo del productor afectado.  Efectos negativos que al presente, creo, en muchas empresas, no se ven debidamente compensados.

     

     

    Pero,  lo que más me impactó fue la homilía en forma de carta al Niño Jesús(págs. 277 al 284), por su verdad, cruda y eterna allí recogida, en la que, según creo, están sintetizadas  las críticas que el  autor de la novela quería hacernos llegar de la ya  secular actuación de los que nos llamamos cristianos, cargada de contrastes y contradicciones entre lo que es y lo que hubiese debido ser  desde un criterio honradamente cristiano. 




    Interrumpo, pero me queda alguna cosa qué decir.

     

     

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    (*) La caridad - dice San Pablo - es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

    La caridad nunca acaba...( 1 Co 12,31-13,13)

     

    (**) http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/062401artprin2.html . Artículo suscrito por Soledad Morillo, titulado "Se puede acallar voces, no conciencias" año 2001, en relación a la situación de la libertad de expresión en Venezuela bajo Hugo Chávez.

     

    (***) Conciencia cristiana: En relación a esta cuestión transcribo (corto y pego) algunos de los párrafos del sugerente artículo de Pedro Trevijano, titulado "Conciencia cristiana y libertad", publicado en religionenlibertad.com:

    "Dios expresa su Ley, es decir lo que espera de nosotros, en el Antiguo Testamento por medio del Decálogo, y en el Nuevo, por las Bienaventuranzas, y en ambos Testamentos, por la Ley del Amor. Dios es el Dios que se nos revela a través de Cristo, fundamentando así la Moral y la conciencia cristiana. Para discernir la voluntad de Dios, es decir lo que Dios pretende de nosotros, debemos tener en cuenta a la vez la ley exterior y la ley de la conciencia. La conciencia es la voz interior que exige hacer el bien y evitar el mal. Es en nuestra conciencia, sola ante Dios, pero iluminada por la fe y el amor, donde Dios nos habla y donde la razón intentará discernir cómo actuar la ley externa en función de nuestras circunstancias concretas."



    "La conciencia cristiana toma sus decisiones buscando la conformidad con el Evangelio, porque sabe que está implicada en la Historia de la Salvación y debe colaborar en su desarrollo. "

     

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