domingo, 2 de febrero de 2014

Los curas comunistas, José Luis Martín Vigil

  • Los curas comunistas, por José Luis Martín Vigil, editor Richard Grandio, Oviedo, décima edición, mayo 1966. 

    Libro relativamente grueso de 430 páginas cuya lectura he “devorado”. 

    El título así como el nombre de su autor me sonaban mucho,  pero ambos me eran desconocidos. Iniciada su lectura, el  interés despertado  por los planteamientos y la problemática allí esbozados me indujo enseguida a  buscar información sobre el autor y su obra, y hallé este artículo del Padre Lambert, en “El Mundo”, dedicado a Martín Vigil por su fallecimiento.   

    De cuya lectura deduzco que fue  un prolijo escritor con importante producción literaria  y títulos algunos de mucho éxito, especialmente “La vida saleal encuentro”, obra en la que reflejó sus experiencias como educador en un colegio de Vigo, y  fue, entonces, años sesenta-setenta del pasado siglo XX, un verdadero “best-seller” (libro más vendido), que dejó positiva huella en sus lectores, en su mayoría, adolescentes y jóvenes, a los cuales marcó muy favorablemente,  según pude leer en muchos de los comentarios al pie de la información.  

    En cuanto al libro objeto de mi comentario debo resaltar que la  historia contada en torno a un sacerdote católico, Francisco Quintas, me “enganchó” y conmovió. Hallé muy interesantes las muchas controversias allí expuestas a través de los sustanciosos  diálogos  entre sus personajes sobre tan trascendentes cuestiones como las siguientes:

     

    1) La diferencia entre marxismo y comunismo.

    2)  La caridad, (*)  o sea, el amor al prójimo sin distingo y como virtud más esencial del auténtico cristiano. 

    3) La necesidad de una evolución, al menos en la formas, de la Universal Iglesia de Cristo con el fin de acercarse  a la clase obrera,  colectivo que,  según señala el autor  en su obra, ya ha desertado de esta Iglesia. 

    4) La justicia social en las actuales democracias.

    5) El interés  general o común frente a los intereses privados o “lo particular”. 

    6) El valor absoluto de los testimonios vivos, reales, cuyos actos, sin palabras, muestren, testifiquen su fe, es decir, su creencia  en Dios. 

    (7) Y la ardualucha del comunismo por acallar la conciencia.(**)

     

    Lectura, resumiendo, muy sugerente que impulsa al lector a la reflexión  y puede que hasta  al auto examen de conciencia, - aclaro - de una concienciacristiana. (***) Pero,  principalmente, en esta novela se habla de Dios y de sus mediadores, los sacerdotes.

     

     

    Señalada la temática general, toca hablar del relato en sí y de sus protagonistas. El principal, como ya cité, es Francisco Quintas, un cura joven que a imitación de los llamados curas comunistas  franceses, en la España franquista, puesto que el libro está publicado a mediados de los sesenta, se viste el mono, vestidura propia de los obreros y,  de incógnito en cuanto a su ordenamiento sacerdotal, se mete a trabajar como peón, en una fábrica del ramo siderometalúrgico. Y no sólo trabaja como un asalariado más, sino que, también, dispensado por su obispo, vive en una modestísima vivienda en el propio barrio obrero en que se ubica la fábrica. Este es el escenario donde se desarrolla la trama argumental.

     

     

    En la novela hay otros sacerdotes de diferentes rangos eclesiales: un obispo y su vicario, un párroco de iglesia con dos coadjutores, y un fraile abad.   Todos ellos, junto con el cura Francisco, son los medios utilizados por Martín Vigil para hacer llegar a los lectores, las posturas y doctrinas imperantes, así como las tendencias y los debates suscitados dentro de la Iglesia,  después del Concilio Vaticano II. Controversias presentadas, principalmente, a través de los diálogos entre Quintas, el cura obrero, y el padre Sergio, coadjutor parroquial. En estas discusiones, en apoyo de sus consideraciones, son citadas figuras y autores célebres del mundo católico-cristiano, como, por citar algunos ejemplos: Morris West(“El abogado del diablo”), Michel de Saint Pierre(“Los nuevos curas comunistas”) y los cardenales Suhard y Lercaro, citas de estos dos últimos que preceden al texto de la novela.

     

    También el mundo industrial está  ampliamente representado, tanto por la parte empresarial (patronal) como por la de los trabajadores. Entre los primeros tenemos al  empresario capitalista, al jefe de personal y a  Felipe, un acaudalado hombre de negocios, de mentalidad abierta, y muy instruido en cuestiones empresariales. Mientras que por la parte productiva han quedado representados casi todos los principales estamentos, desde el aprendiz, el encargado, los especialistas u oficiales, los sindicalistas  y hasta la política con los comunistas y sus tejes manejes en la oscuridad, tratando siempre de pescar en aguas revueltas. 

     

    Particularmente, me parecieron muy oportunas las razones, de eterna vigencia, expuestas en el informe elaborado por el padre Quintas, en relación a los turnos y sus perjuicios en la vida del trabajador, tales como impedir la conciliación de la vida laboral con la familiar, o, su negativa incidencia en la salud, por la imposibilidad física de adecuar el ritmo biológico del cuerpo humano a los alternativos cambios horarios impuestos por  la necesidad del proceso productivo empresarial; circunstancias que, consecuentemente, y en justicia, deberían tener proporcional incremento en el sueldo del productor afectado.  Efectos negativos que al presente, creo, en muchas empresas, no se ven debidamente compensados.

     

     

    Pero,  lo que más me impactó fue la homilía en forma de carta al Niño Jesús(págs. 277 al 284), por su verdad, cruda y eterna allí recogida, en la que, según creo, están sintetizadas  las críticas que el  autor de la novela quería hacernos llegar de la ya  secular actuación de los que nos llamamos cristianos, cargada de contrastes y contradicciones entre lo que es y lo que hubiese debido ser  desde un criterio honradamente cristiano. 




    Interrumpo, pero me queda alguna cosa qué decir.

     

     

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    (*) La caridad - dice San Pablo - es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

    La caridad nunca acaba...( 1 Co 12,31-13,13)

     

    (**) http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/062401artprin2.html . Artículo suscrito por Soledad Morillo, titulado "Se puede acallar voces, no conciencias" año 2001, en relación a la situación de la libertad de expresión en Venezuela bajo Hugo Chávez.

     

    (***) Conciencia cristiana: En relación a esta cuestión transcribo (corto y pego) algunos de los párrafos del sugerente artículo de Pedro Trevijano, titulado "Conciencia cristiana y libertad", publicado en religionenlibertad.com:

    "Dios expresa su Ley, es decir lo que espera de nosotros, en el Antiguo Testamento por medio del Decálogo, y en el Nuevo, por las Bienaventuranzas, y en ambos Testamentos, por la Ley del Amor. Dios es el Dios que se nos revela a través de Cristo, fundamentando así la Moral y la conciencia cristiana. Para discernir la voluntad de Dios, es decir lo que Dios pretende de nosotros, debemos tener en cuenta a la vez la ley exterior y la ley de la conciencia. La conciencia es la voz interior que exige hacer el bien y evitar el mal. Es en nuestra conciencia, sola ante Dios, pero iluminada por la fe y el amor, donde Dios nos habla y donde la razón intentará discernir cómo actuar la ley externa en función de nuestras circunstancias concretas."



    "La conciencia cristiana toma sus decisiones buscando la conformidad con el Evangelio, porque sabe que está implicada en la Historia de la Salvación y debe colaborar en su desarrollo. "

     

    oooOOOooo

     

     


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