domingo, 28 de junio de 2020

Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender.

Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender. (*) Ediciones Destino. Colección Destinolibro, Volumen 15. Undécima edición en Destinolibro, diciembre 1984.

Libro pequeño que se lee de un tirón. La novela fue publicada en México en 1953, bajo el título “Mosén Millán”.  Editada por primera vez  por Ediciones Destino , según información en el propio libro,  en octubre de 1974. (1)

También hay una película, realizada en 1985, con un joven Antonio Banderas en el elenco artístico.

Antes de comentar la obra, busqué información sobre el autor, Ramón J. Sender. Y ello me llevó  al conocimiento del uso de esta obra, en la actualidad, como paradigma de la España durante la guerra civil y de la posterior dictadura franquista, dándole  a  sus personajes una interpretación simbólica, pero, considero, en el aspecto ideológico, demasiado  sesgada.

Porque aunque Sender  pintara su cuadro en color negro y rojo,  visto desde su parcial lado izquierdo,  y olvidara, o no le interesó, pintar lo también muy oscuro y en muchísimas ocasiones teñido de rojo de lo acontecido en el otro bando por los a él afines ideológicamente hablando, la historia aquí contada por él, Sender, nos habla, sin duda, de situaciones y actitudes humanas que se dieron, se dan y se darán,  desafortunadamente, en todo lo largo y ancho de este mundo. Son universales, porque universal, común a todo el género humano, son la cobardía,  el abuso de poder, el arribismo, querer nadar entre dos aguas, la hipocresía,  el aprovecharse del prójimo, la envidia, la avaricia, la injusticias, etc. etc. Y se dan realizadas por  los individuos,  por las personas, indistintamente que éstas sintonicen ideológicamente con las ideas progresistas o conservadoras. Pues el problema no está en las ideas, sino en la catadura moral de los que las sustentan. Y “en todas partes cuecen habas”. Realizadas, pues, estas consideraciones personales paso a comentar la obrita.

Es una conmovedora historia. Los hechos narrados  fijan la acción en los años treinta del pasado siglo XX, durante la II República Española y la Guerra Civil, en un pequeño pueblo de la franja entre Lérida y Aragón.  Las simpatías ideológicas del autor, ya apuntadas por mí, no escapan al lector,  pues carga las tintas, o dicho de otro modo, demoniza en demasía, al menos desde mi modesto entender,  a los personajes representativos de los nacionales o derecha. Todos ellos son dibujados como seres malos, inmisericordes y asesinos.


Coincido con lo leído en relación a esta pequeña gran obra de Sender en su tono  simbólico, pero con diferente interpretación y la que, según mi humilde parecer, la hace universal. Porque a mí el argumento de  esta novelita me ha recordado  La Historia de Cristo”, deGiovanni Papini. Obra en la que con crudeza extrema el escritor italiano habla de la crucifixión de Cristo, de sus responsables y de las actitudes de los intervinientes.  Conductas genéricas, extensibles a  otros momentos históricos  y lugares, tal como por ejemplo el de la novela de Sender. Un país, España, en plena contienda civil, en una pequeña población en donde  los del bando nacional  son los que mandan, el establishment, encarnado por los personajes de Valeriano, alcalde y administrador del duque, por Gumersindo, terrateniente rico, y por Cástulo, comerciante. Los “eternos” fariseos y escribas, los verdaderos responsables de la muerte de Paco el del Molino. Pues ellos temían por sus privilegios y prebendas.

Paco el del Molino,  representa a la persona  altruista, que percibe  la injusticia social existente y trata de cambiar dicho orden por uno más justo. Persona honrada, trabajadora y formación cristiana. No ha cometido delito alguno, salvo querer cambiar las cosas.

La timorata actitud del cura Millán la comparo con la de José de Arimatea y la de Nicodemo, que Papini califica de complicidad pasiva, pues ellos tenían la obligación moral de defender al inocente; inocencia que además eran conocedores, pero temieron enfrentarse al establishment y perder sus privilegios de clase.

Pero donde hallo los mayores parecidos es en la actitud general de la población, ayer todos alabando y admiradores del Paco, y de lo que hacía el Paco en defensa de ellos y por ellos, especialmente por los más débiles y necesitados; pero luego más sólo que la una. Tanto "el Paco" como los suyos, sus padres y esposa. Recordemos que entre la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén sobre un asno y su muerte en cruz , con sólo las tres Marías y el discípulo amado, Juan, acompañándole en la ignominia, habían transcurridos escasos días. Todos le abandonaron, tenían miedo. También  sus apóstoles. Actitudes, en fin, comunes y universales. En la obra de Sender escenificadas en un pueblecito en el bando nacional. Pero, idénticas a las que en similares modos y encarnaciones humanas se dieron, y  son sobradamente conocidas, en el bando rojo.

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(1) En España  fue  publicada en 1960, durante la dictadura del General Franco, muerto en 1975. Y Ramón José Sender fue galardonado con el Premio Planeta, 1969, que recogió, por su novela “En la vida de Ignacio Morell.  Todo lo cual me lleva al recuerdo de Julián Marías y su preocupación por la Verdad, hecho al que dediqué el comentario aquí detallado:
Y del que extraigo un párrafo con las consideraciones del insigne filósofo español expuestas en su artículo “Impunidad de la mentira", publicado  en ABC 22-XI-2001

“(...) En la actualidad la mentira es demasiado frecuente y demasiado inquietante. No me refiero a los errores, …, sino a la falsedad deliberada, buscada, difundida con grandes recursos, lo cual puede producir una intoxicación de la sociedad, una especie de septicemia que puede poner en peligro la salud colectiva. Se miente a sabiendas, como un programa, como un arma que es sin duda desleal y muy peligrosa. La enorme difusión y la eficacia de los medios de comunicación permiten que el cuerpo social quede contaminado por la mentira.” 

sábado, 20 de junio de 2020

El vagabundo de las estrellas, de Jack London.

El vagabundo de las estrellas, de Jack London. Círculo de Lectores, 1973. Título del original inglés, "Wanderer of the Stars". Traducción, Jacinto León Ignacio.(1) Cubierta, Yzquierdo.   

Hace ya unos años leí “Los vagabundos”, una selección de narraciones breves de London;  esta novela,  curiosamente,  también habla de vagabundos, en este caso de las estrellas. Esos astros que brillan muy lejanos en los cielos oscuros de la noche, y cuyo tintineante resplandor nos suele pasar desapercibido.

La obra va precedida por una extensa introducción  a cargo del traductor, León-Ignacio, titulada “La literatura americana del brazo de un pionero”. En la que se habla,  con amplios detalles, del autor y de su prolífica obra, compuesta de ensayos, narraciones breves, novelas y reportajes periodísticos referidos a la actualidad de entonces. Un ser , según se explica, nacido con una predisposición natural (don) para contar sus vivencias. Vivencias, además, muy ricas, tanto por los escenarios y lugares como por sus intervinientes, seres de distintas razas, culturas, ideas y condición social. Factores que despiertan  interés y dotan de amenidad a las historias contadas por London. De la que esta obra es buena muestra. 

La novela es una original  cadena de  singulares historias, contadas en primera persona por su protagonista. Un único y mismo protagonista bajo distintas personalidades, en tiempos y lugares del mundo, separados por  miles de años y de kilómetros, y con personajes, conflictos, escenarios y  momentos históricos muy diferentes, que van desde la espera de ejecución de un condenado a muerte en  San Quintín(California-EEUU),  segunda década del XX, a  Jerusalén bajo dominio romano, durante la crucifixión de Jesucristo .  

Son, reitero, historias independientes,  unidas ingeniosamente por el autor a la narración principal; la que nos cuenta de las peripecias del protagonista en el penal donde cumple pena por asesinato. Una historia sórdida con personajes de idéntico tenor. Y no por los condenados sino por los carceleros. Situaciones abyectas y escandalosas  que, al parecer, se daban (tiempo pasado, esperemos que así sea) en los inicios del XX , en los centros penitenciarios de los EEUU. Y que London denuncia en su obra.

Tan siniestra como la narración principal y hasta puede que superior, tenemos la relativa a los mormones. Aunque  ésta, según se explica en la Introducción, basada en un hecho verídico. Un ejemplo del sectarismo llevado a sus extremos por seres indignos de ser llamados humanos.

No obstante, el resto de las narraciones son un dechado de imaginación, protagonizadas por intrépidos personajes metidos en azarosas aventuras. Entre las cuales, la que más me agradó fue la del legionario romano, un “germano” de muy elevada estatura y leonada cabellera, Ragnar Lodbrog, enamorado furibundo, de Myriam, una bella mujer de la élite judía. Esta lectura me recordó “La historia de Cristo”, de Papini, porque en ambas se argumenta cómo la minoría dominante de los  sacerdotes, fariseos  y comerciantes judíos fue la instigadora de la muerte de Jesús, porque vieron en Él un peligro cierto para su intereses económicos y de estatus social. Fueron ellos quienes lo mataron, ante la cobardía de una población confundida por la manipulación orquestada por Caifás y Anás. Pero, principalmente, porque la autoridad máxima, encarnada en Pilatos, el gobernador romano, se lavó las manos, no la quiso ejercer, y dejó se condenara a un inocente. Porque Cristo era inocente de los delitos  que se le imputaban, su predicación era, es, la doctrina del pobre. Vigente ayer, hoy y mañana. La historia, aunque conocida, me fascinó por su modo de contarla. 

He disfrutado mucho con esta lectura! Un libro que muchas veces tuve en mis manos y lo deseché.
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