viernes, 23 de mayo de 2014

Los Vagabundos, de Jack London

“Los Vagabundos”  incluye  seis narraciones de Jack London, editado  por S.A. De Promoción y Ediciones Club Internacional del Libro, Colección Grandes Genios de la Literatura Universal, prologado por  Emilio Gascó Contell, bajo el sugerente título “Jack London, el narrador que contó sus propias aventuras”.
Libro cuya lectura comencé, no me gustó y desistí de continuar leyéndolo;  pero, posteriormente, no teniendo otro libro a mano, seguí su lectura y me agradó. 
Algunos de estos relatos  me llevaron  a zonas del mundo que antaño eran  consideradas como paraísos terrenales. Lugares que tras la llegada del hombre de cultura occidental,     sus pobladores originarios,     en sus propios territorios, fueron sometidos, considerados inferiores y como bárbaras sus costumbres y tradiciones. Pues los  allí llegados , en su afán de conquista de poder y fortuna se convirtieron en  los que mandan e impuesto o tratado de imponer sus costumbres, su  religión y hasta su lengua. Es decir, su modo de hacer y entender el mundo. Conceptos, por otra parte, diametralmente  opuestos a los propios del lugar. Historias , en suma, en su mayoría,  que narran  miserias, explotación del hombre por el hombre, discriminación racial, y temas parecidos. Y muchos de sus principales personajes son seres odiosos y despreciables. 
La primera narración, “Los vagabundos”, que da nombre al libro, es un buen ejemplo de lo antes dicho.  Me pareció muy alejada de la realidad, al menos de la mía:  Tres mugrientos personajes de origen y  cultura occidental , reunidos ocasionalmente en un claro selvático, relatan sus respectivas historias personales en diferentes lugares del Pacífico Sur, cuando la fortuna les sonreía, y  aquellas zonas del mundo aún permanecían vírgenes de lo que llamamos civilización.
El siguiente cuento “El ídolo rojo”,  me gustó menos. Es la historia de un naturalista occidental, engreído de su raza blanca y de sus  conocimientos científicos, en tierras habitadas por bosquimanos, a los que considera primitivos e inferiores a él.  Su  su soberbia, contribuirá a su final. 
“Como Argos en los tiempos heroicos”: Aquí el paraje escogido es  la zona del Yukón, fronteriza con Alaska  y su protagonista un vejete temerario y sumamente obstinado en lograr lo que quiere. Es una bonita  historia que recrea actitudes y acciones humanas de esfuerzo común, camaradería, reconocimiento de la valía del prójimo,  el reparto proporcional de la riqueza obtenida en función de la participación,  etc. etc.

“Hawaiana”, como el gentilicio indica, transcurre en  Hawai,  entonces estado anexado a los Estados Unidos de Norteamérica,  en su capital Honolulú. Relato en apariencias  simple que nos cuenta del amor entre un mestizo hawaiano y una norteamericana  , cuya  unión matrimonial es imposible  debido a la diferencias raciales.(2) 
En esta narración, “La Pillastrona(*),  Ecuador es el escenario escogido  por London para las aventuras protagonizadas por un buscavidas australiano asentado en Canadá. Aquí son todas las gentes allende al Río Grande, las objeto de los comentarios  racistas. Reproduzco uno de ellos, significativo de lo que quiero decir:

…sus artículos acerca de Méjico no valen dos centavos…Entre otros, comete el error, tan común entre los gringos, de tomar a los mejicanos por gentes de raza blanca. Y no lo son, no señor. Ninguno, ni los que llaman greasers, ni los spiggoties, ni los hispanoamericanos, ni el resto de la ganadería. Le aseguro a usted que ni son, ni piensan, ni obran como nosotros. 
Y la última de las narraciones, titulada “El chinito de Honolulú”, es  desenfadada y didáctica. Su protagonista, tal como se infiere del título, es un asiático chino, descrito por London así:” El aspecto de Chun Ah Chun no tenía nada de particular; un poco menudo de estatura, como suelen serlo la mayoría de los chinos, algo estrecho de hombros y un tanto esmirriado de carnes, cosa muy natural en hombres de su raza”. Este común sujeto de corriente aspecto escondía, sin embargo, a un sagaz y sabio individuo que  se las ingenió para de esclavo de su tío en su Cantón (China) natal, pasar a ser un poderoso y rico empresario de incalculable fortuna personal de Honolulú (Hawái). Mutación lograda gracias a la aplicación de dos principios básicos que su natural perspicacia y aguda observación le desvelaron: “a saber, que ningún hombre se hace rico con el trabajo de sus propias manos.” Y, segundo, tan importante como el primero; esto es, “que los hombres se hacen ricos con el trabajo de manos ajenas. El más opulento de los hombres es el que consigue tener mayor número de semejantes suyos trabajando para su particular provecho”. 
Y yo me digo: ¡Qué verdad, verdad!

De esta antología de cuentos  recuerdo con verdadero placer “Como Argos en los tiempos heroicos”  y "El chinito de Honolulú". Ambas son  historias edificantes.
 
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(*) Pícara
(1) Jack London, un norteamericano cuya relativa corta existencia la disipó trotando por esos mundos de Dios, ejerciendo los más diversos oficios y trabajos. Experiencias personales  que supo plasmar aprovechando su talento natural para escribir, y fue finalmente para él, London, la mina de oro que tan afanosa como baldíamente buscó en alguna etapa de su vida,  en la fría Alaska.  Fue un personaje muy controvertido.
(2)  HawáiLa información que ofrece Wikipedia , pone en evidencia la tradicional labor de explotación y especulación indiscriminada del occidental llevada a cabo en los más recónditos y variados parajes del mundo, en su afán de expansión y dominio. 






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