El vagabundo de las estrellas, de Jack London.
Círculo de Lectores, 1973. Título del original inglés, "Wanderer of the Stars".
Traducción, Jacinto
León Ignacio.(1) Cubierta, Yzquierdo.
Hace ya unos años leí “Los vagabundos”, una selección de narraciones
breves de London; esta novela, curiosamente, también habla
de vagabundos, en este caso de las estrellas. Esos astros que brillan muy lejanos en los cielos oscuros de la noche, y cuyo tintineante resplandor nos
suele pasar desapercibido.
La obra va precedida por una extensa introducción a cargo del traductor, León-Ignacio, titulada
“La literatura americana del brazo de un pionero”. En la que se habla, con amplios detalles, del autor y de su prolífica
obra, compuesta de ensayos, narraciones breves, novelas y reportajes
periodísticos referidos a la actualidad de entonces. Un ser , según se explica, nacido con una
predisposición natural (don) para contar sus vivencias. Vivencias, además, muy ricas,
tanto por los escenarios y lugares como por sus intervinientes, seres de distintas razas, culturas, ideas y condición social. Factores que despiertan interés y dotan de amenidad a las historias contadas
por London. De la que esta obra es buena muestra.
La novela es una original cadena de singulares historias, contadas en primera
persona por su protagonista. Un único y mismo protagonista bajo distintas
personalidades, en tiempos y lugares del mundo, separados por miles de años y de kilómetros, y con personajes, conflictos, escenarios y momentos históricos muy diferentes, que van desde la espera
de ejecución de un condenado a muerte en San
Quintín(California-EEUU), segunda década del XX, a Jerusalén bajo dominio romano,
durante la crucifixión de Jesucristo .
Son, reitero, historias independientes, unidas ingeniosamente por el autor a la
narración principal; la que nos cuenta de las peripecias del protagonista en el
penal donde cumple pena por asesinato. Una historia
sórdida con personajes de idéntico tenor. Y no por los condenados sino por los carceleros.
Situaciones abyectas y escandalosas que, al parecer, se daban (tiempo pasado, esperemos que así
sea) en los inicios del XX , en los centros penitenciarios de los EEUU. Y que
London denuncia en su obra.
Tan siniestra como la narración principal y hasta puede que superior,
tenemos la relativa a los mormones. Aunque ésta, según se explica en la
Introducción, basada en un hecho verídico. Un ejemplo del sectarismo llevado a sus
extremos por seres indignos de ser llamados humanos.
No obstante, el resto de las narraciones son un dechado de imaginación,
protagonizadas por intrépidos personajes metidos en azarosas aventuras. Entre
las cuales, la que más me agradó fue la del legionario romano, un “germano” de
muy elevada estatura y leonada cabellera, Ragnar Lodbrog, enamorado furibundo,
de Myriam, una bella mujer de la élite judía. Esta lectura me recordó “La
historia de Cristo”, de Papini, porque en ambas se argumenta cómo la minoría
dominante de los sacerdotes, fariseos y comerciantes judíos fue la instigadora de la
muerte de Jesús, porque vieron en Él un peligro cierto para su intereses
económicos y de estatus social. Fueron ellos quienes lo mataron, ante la
cobardía de una población confundida por la manipulación orquestada por
Caifás y Anás. Pero, principalmente, porque la autoridad máxima, encarnada en
Pilatos, el gobernador romano, se lavó las manos, no la quiso ejercer, y dejó se condenara a un inocente. Porque Cristo era
inocente de los delitos que se le imputaban, su predicación era,
es, la doctrina del pobre. Vigente ayer, hoy y mañana. La historia, aunque conocida, me fascinó por su modo de
contarla.
He disfrutado mucho con esta lectura! Un libro que muchas veces tuve en mis manos y lo deseché.
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(
( Jacinto
León : https://bolsilibrosmemoriablog.wordpress.com/2017/03/03/jacinto-leon-ignacio-ruiz-de-cardenas-de-los-mares-del-caribe-a-okinawa/