miércoles, 29 de febrero de 2012

El corazón de las tinieblas, de Josep Conrad

En abril del 2009, hace casi tres años, leí la novela de Joseph Conrad ‘‘El corazón de las tinieblas”, edición especial para ABC y Fotogramas, Comunicación y Publicaciones, 2005, traducción de Sergio Pitol, título original “Heart of Darness”, número 2 de la” Colección Cine para leer”.

A pesar de la brevedad del libro, unas ciento cincuenta páginas, tardé un mes en leerlo. No me fue fácil su lectura. Quizás porque lo que allí se cuenta es la estupidez  y  la maldad mostrada por el hombre blanco de cultura occidental, arrastrado por su codicia en la obtención fácil de riquezas mediante la explotación indiscriminada  de los recursos naturales de África, incluidos entre estos últimos los seres humanos. Me refiero a la población autóctona, a las gentes originarias  del lugar que para los foráneos blancos  no cuentan. No tienen valor, ni tan siquiera económico. ¡Horror! Esta es la última expresión  empleada por Kurtz, antes de morir. Pues sí, obviamente. ¡HORROR!

Fue el primer libro de los leídos en el 2009 y no me dejó "buen gusto". Novela corta en la que hay  dos figuras relevantes: Marlow,  el narrador en primera persona de la historia; y  Kurtz, alrededor del cual está tejida la trama argumental. El primero  a modo de testimonio,  y el segundo, como principal hacedor(actor)  de los hechos allí contados. Una historia, en resumen, de la degradación tanto física como moral a la que puede llegar el ser humano, en su afán de riquezas fáciles. Todos los personajes  me han parecido sórdidos.  Seres mediocres y corrompidos que se auto proclaman superiores  por razón única del color blanco de su piel.

Con esta obra, Josep Conrad  denuncia la iniquidad llevada a cabo por los“blancos”, europeos,   en África. De sus inhumanos y desaforados métodos de explotación, tanto de los seres humanos nativos como de los recursos naturales. Explotación vil que tiene sobre quienes la practican, a modo de Justicia Divina o ira de Dios,  su justa contrapartida de proporcional ruina física  a la moral practicada. Su lectura induce al lector a ver la enorme hipocresía de países como, por ejemplo Reino UnidoFrancia, Bélgica y Alemania, por citar los más conocidos de los que allí se establecieron para aprovecharse de las riquezas materiales de África, en explotación pura y salvaje, que aunque  llevada a cabo por colectivos y empresas a título particular, fueron muchas veces auspiciados y siempre apoyados por los gobiernos y los políticos de las nacionalidades por ellos representadas

No existe, sin embargo, según creo, un rechazo y crítica severa por parte de la opinión pública mundial de lo que allí, en África, se ha hecho. O quizás, peor aún, se sigue haciendo. Sus gentes son humilladas y despreciadas; convertidas, en el mejor de los casos, en ciudadanos de tercer orden, en su mayoría, hambrientos, desposeídos, sin derechos... ¿Por qué estas fechorías, algunas parecidas o acaso hasta superiores, a las realizadas en  América por los  históricos conquistadores  hispánicos  no tienen semejante   consideración  y mundial descrédito?  Esta es una realidad palpable aún hoy, testimoniada por sus gentes y la  situación paupérrima y de atraso que todos los países surgidos de las ruinas de los antiguos dominios, ingleses, belgas, holandeses, franceses, etc. hoy representan. 27 de abril de 2009
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Reproduzco a continuación, corto y pego, párrafos sacados de Wikipedia, que documentan  la explotación vil de África por ciertos países europeos:

“La total repartición colonial de África por las potencias europeas, iniciada desordenadamente a partir del siglo XVII tuvo lugar, aproximadamente, en 1885, con la Conferencia de Berlín y el comienzo de la Primera Guerra Mundial, época en la cual los imperios coloniales se extendieron más rápidamente en África que en cualquier otro lugar del mundo, si bien dos países, Liberia y Etiopía, consiguieron mantener su independencia. Es un ejemplo del Nuevo Imperialismo generado por la necesidad de los países europeos de obtener materias primas para el rápido crecimiento de su producción manufacturera después de la Revolución industrial, iniciada en Inglaterra a fines del siglo XVIII."
"Al final de la Segunda Guerra Mundial los aliados no logran ponerse de acuerdo sobre el futuro de la antigua colonia italiana de Libia. En ese momento era un territorio más de cinco veces mayor que la propia Italia. Sin embargo, la población no sobrepasaba el millón de habitantes, por lo que representaba un destino apropiado para la población desplazada de Italia por la guerra, que empezó a buscar lugares a los cuales emigrar. Los recelos entre Occidente y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hacen que finalmente la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decida dar la independencia al país dejándolo en manos del rey Idris.Aunque ya había 4 países independientes en África (Liberia en 1847, Sudáfrica en 1910, Egipto en 1922 y Etiopía en 1941) Libia se convierte así en la primera colonia africana en lograr su independencia, en 1951, a la que seguirá la de Ghana en 1957. Más adelante las potencias europeas lamentarían este hecho, pues contribuyó a desencadenar las diferentes luchas por la independencia africana. Además perdieron para sí la última oportunidad de construir un estado de estilo europeo en el litoral sur del Mediterráneo

"El corazón de las tinieblas" se publicó en 1902. Mientras revisaba el comentario escrito, recordé otras dos novelas  leídas   años atrás, cuya temática de fondo  es  la explotación del hombre por el hombre, y también  tienen como escenario principal  África Una de ellas, “Los perros de la guerra” es una ficción del célebre escritor británico Frederick Forsyth; cuyas obras se caracterizan por  tramas y personajes  muy verosímiles; expuestos al lector con riqueza de detalles, en virtud del conocimiento,  por  propia experiencia, que exhibe el autor  en materia de entramados políticos, económico -financieros y de espionaje.


La otra novela  es “Pedro Blanco, el negrero”, del escritor hispano cubano Lino Novás, escrita en 1933 sobre un personaje real, porque su protagonista, Pedro Blanco Fernández de Trava, existió, fue un malagueño sin recursos que amasó una gran fortuna traficando ilegalmente con seres humanos.  El famoso negrero acabó sus días en España, en Barcelona. Según nos cuenta Novás había perdido la razón. ¡Estaba loco!  Tras la lectura de esta novela, de gran valor documental, experimenté parecida sensación de desagrado,  puede que hasta mayor, a la que tuve tras la lectura de la novela de Conrad . ¡Cuánto horror! Cumpliéndose, una vez más, aquella frase que advierte "que la realidad supera la ficción" .  





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http://silvialeyendo.blogspot.com/2008/03/los-perros-de-la-guerra-de-frederick.html


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4 de agosto de 2016:  A la lista de obras por mí leídas sobre tan escabrosa cuestión debo añadir las siguientes lecturas:

1) La  novela de costumbres, escrita en el siglo XIX, por el autor cubano Cirilo Villaverde, "Cecilia Valdés o la Loma del Ángel",  a la que dediqué unos cuantos largos comentarios.
2) "Sab," de Gertrudis Gómez de Avellaneda, y
3)  " La cabaña del tío Tom", de la estadounidense Harriet Beecher Stowe. 

Todas ellas descriptivas de las iniquidades cometidas por unos seres humanos con sus congéneres más débiles.

lunes, 27 de febrero de 2012

Cleopatra, por Emil Ludwig ( Las élites )

 “- ¿Por qué todo el mundo, en esta República, se vanagloriaba de la antigüedad de sus linajes? ¿No eran todos parientes allí? Los hombres y las mujeres de la alta sociedad romana eran cuñados entre sí, cuando no antiguos esposos divorciados y vueltos a casar con otras mujeres, de acuerdo con sus intereses políticos. No era, pues, la inmoralidad de esta sociedad lo que asombraba a la reina, un año después de su llegada a Roma; era que las historias de amor giraban alrededor del dinero,  y las de los divorcios alrededor de la política. 

- Fulvia, …, se había casado ya con tres libertinos, y era madre de cuatro hijos de tales uniones, aunque solo contaba veinticinco años. La alta sociedad romana se preguntaba cuál de sus dos primeros esposos había sido el más vicioso. De todos modos, Curio, el amigo íntimo de Antonio, había perdido por culpa del segundo una fortuna, y luego su mujer. Pero Antonio no se había casado con Fulvia hasta que el tercero de aquellos ilustres borrachos -Dolabella- le había quitado su propia esposa. Todas estas historias tenían en Roma enormes consecuencias porque, una vez aliado a tal o cual familia, se llegaba fácilmente a edil y hasta a cónsul; y, en cambio, una vez divorciado o engañado, se votaba contra el enemigo.

- Cuanto más ahondaba Cleopatra en la vida de las facciones romanas, tanto más despreciaba el origen de un poder que se edificaba con papeletas del voto y que podía comprarse con una serie de herencias, matrimonios, divorcios o adopciones."

He reproducido estos párrafos, sacados del Capítulo 2º (Zeus), parte VII, porque entiendo que su lectura nos da una idea clara del reparto del poder político en la Roma que conoció Cleopatra. Unas mismas familias patricias( los Claudios, Julios, Valerios ,Cornelios, etc.) que, desde bastante tiempo atrás, se venían repartiendo y perpetuando en los estamentos de poder y control de Roma, al mismo tiempo que gozaban  de honores y prebendas. Y cuyas luchas internas, en muchas ocasiones, llevaron a la República a cruentas guerras civiles. 

Pero no es la descripción de  lo que sucedía en la Roma antigua lo que ha llamado mi  atención, sino que, aquí, en Cataluña(España), siglo XXI, la élite, como entonces en Roma, esté toda emparentada bien por vínculos de  sangre, o por vínculos matrimoniales o de negocios comunes. Uniones o rupturas, teóricamente familiares, que en la Roma Antigua conllevaban un cambio en los votos  y apoyos en el Senado y consecuentemente en su mapa político. En este aspecto parece que nuestra élite catalana, los mismos nombres, los mismos apellidos, aprendió la lección y ha sabido mantenerse incólume en lo más alto de los distintos estamentos de poder de la sociedad. Como demostración de mi afirmación me remito al libro o más bien estudio, tantas veces citado por mí, L’Oasi Catalá, de los periodistas catalanes, Pere Cullell y Andreu  Farràs.                                                                                                                                                                       

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https://silvialeyendo.blogspot.com/2012/02/octavio-cleopatra-de-emil-ludwig.html                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

viernes, 24 de febrero de 2012

Cleopatra, por E. Ludwig (El pérfido Octavio)



Como ya dije,  mi visión de Cleopatra, cambió tras esta segunda lectura. En  la primera  me dejé llevar  por la fuerza del personaje, expresada tan espléndidamente por Ludwig, y sólo vi  a la mujer de talento superior en lucha encarnizada por sobrevivir en un mundo, ciertamente, hostil, sin tener para nada en cuenta su falta total de principios y su modo de hacer maquiavélico.  Es decir, no vi a “Cleopatra”,  como lo que fue, un gobernante tiránico y egocéntrico que vivió, y sobre todo reinó, al margen de su pueblo. Porque no se puede obviar lo que para Egipto significó la  derrota de Cleopatra por Octavio, tras la cual “Egipto fue provincia romana, la más grande conquista desde la caída de Cartago, hacía ciento setenta años”.  

Como también soslayé sus aborrecibles métodos, o sea, las intrigas, los crímenes y las traiciones, que dirigió indiscriminadamente contra todo aquel, incluidos sus hermanas y hermanos, que se cruzaron en su camino, en su lucha por el poder .

Pero hoy, no es de la Reina de Egipto de quien quiero hablar , sino de otro buen ejemplar de la misma especie en cuanto a sus ilimitadas ambiciones de poder y su falta total de escrúpulos a la hora de conseguirlos. Me refiero  a  Octavioal heredero de Julio César ;  el futuro César Augusto, personaje que, según cuenta Ludwig, nunca gozó de las simpatías de Cleopatra, guiada, al parecer,  por su agudo instinto  femenino y su exacerbada sagacidad política para identificar a un igual y, consiguientemente, peligroso enemigo. Un personaje este Octavio,  ciertamente odioso, cuyas características morales han quedado en evidencia por  sus hechos más notorios. De los cuales  Ludwig, en la novela,  nos relata unos cuantos de los más significativos . Algunos de los cuales transcribo a continuación, con objeto de poder apreciar la calidad moral del personaje:

(…)Este muchacho de dieciséis años le es antipático. Y, sin embargo, César habla bien de él. Es Octavio (...) ¿Qué clase de atractivo encuentra César en este sobrino suyo? Cleopatra lo examina y comprueba, una vez más, la falta de salud del muchacho, como lo demuestra su palidez y enfermizo aspecto. (...) La pasión que siente por los libros y la inquietud que le produce su endeblez le tienen así. Sus ojos brillan de un modo extraño, como si delataran vicios ocultos. Si su abuelo, el viejo usurero Velletri, no hubiera vaciado tanto los bolsillos ajenos, su padre no habría podido unirse a la ilustre familia de los Julias. (…) Aquel muchacho de dieciséis años, sobrino y protegido de César, solo tiene ojos para el hijo de su tío abuelo(…) No le perdona que viva - piensa Cleopatra contemplando de nuevo a su hijo -. Si sueña con heredar a César tiene que odiar por fuerza a su hijo. ¡Haré doblar la guardia del pabellón!"(págs.81 y 82)
“(...) de Octavio, el sobrino, nunca se hablaba, pues conocía la repugnancia que le inspiraba a la reina… (pág.101) “… A la cabeza de cuarenta y tres legiones, de muchos miles de jinetes y de seiscientos buques, estaba este joven de veintisiete años,(Octavio) que nunca ganó una batalla, que no tenía una gota  de sangre de Cesar, ni un solo rasgo de semejanza con él, ni físico ni espiritual, sino que era en todo igual a su abuelo, el usurero, y que era cruel, avaro y hábil especulador.”(Págs.217-218)“Cleopatra…  lanzó chispas de odio cuando supo que Octavio, que recientemente había hecho colocar el carro de victoria de Antonio en el Foro…dos meses antes había mandado mensajeros secretos al rey de Armenia, para hacer más   honda la caída de su aliado y cuñado…”(pág.219) También en el capítulo V, parte III, nos ofrece Ludwig otra buena muestra de los modos de hacer de Octavio al referirnos su campaña de desprestigio  mediante mentiras propagadas por su  gente de Antonio y Cleopatra.Mediante una propaganda, hija del miedo y de la villanía de la débil alma de Octavio, éste trató de ahogar la popularidad de su contrario, y a esto su gente sumaba cien mentiras sobre Antonio y Cleopatra”  (pág.245) (...)El efecto de estas falsedades – señala Ludwig- “no fue lo suficientemente grande como para perjudicar a Antonio; eran lanzadas por el más impopular de los triunviros al más querido y popular”.(pág.246) 
En su larga carrera de indignidades públicas por hacerse con el dominio  en solitario de Roma y su imperio, alcanzó un nuevo máximo  cuando robó el testamento de Antonio, guardado en el templo de Vesta. A este respecto el escritor alemán escribe: “En Roma no había nada más seguro que el templo de Vesta, y la historia de Roma, llena de delincuentes, no cuenta, por lo menos según nuestras noticias, un caso de robo de los documentos que se colocaban bajo la protección de sus dioses. Octavio rompe la consigna y comete tal felonía para aprovechar las ventajas que la publicación del testamento le  puede valer.”(pág.253)
Entre las villanías más notables del futuro César Augusto, según creo,  está el asesinato de Cesarión, el hijo de César y Cleopatra, y” el único que entre todos los seres que respiraban en este mundo  podía discutirle el poder.” Reproduzco las palabras de Ludwig narrando el suceso: 
…Octavio, que siempre quiere tener un responsable, pregunta al filósofo Arrio si tiene derecho a matarle. Este sabe cuánto le debe a su nuevo señor, y contesta, parodiando a Homero: ”No es bueno que haya muchos Césares”.
Octavio comprende, y el niño, cuando apenas pone un pie sobre la tierra de que es rey, cae asesinado fríamente (…) cae en ponzoñosa noche el último soberano de Alejandría, que un César envejecido engendró en el vientre de una joven reina.”
Con estas pinceladas del “corazón de Octavio” descritas por Ludwig, espero haber dejado clara la talla moral del odioso personaje, el luego conocido por César Augusto.