lunes, 13 de junio de 2022

Gimpel, el Tonto, de Isaac Bashevis SINGER, abril, 2005

 “Gimpel, el Tonto" es la primera de las narraciones del libro, compuesto por una selección de cuentos del autor estadounidense de origen judío polaco Isaac Bashevis SINGER, editado por Ediciones G.P. 1966. Libros Reno, nº 595, Título original: “Gimpel, the fool”,  traducción de Adolfo Martin. Portada de C.Sanroma . 

En la cubierta se indica que Singer fue galardonado con el Nobel de Literatura  en 1978. 

Son once narraciones breves, amenas y variadas, con un fondo o moraleja, que, originalmente, fueron escritas en yiddish, lengua germano hebrea. Construidas  en torno a personajes y ambientes de comunidades judías de pequeñas poblaciones polacas cercanas a Cracovia y a Lublin. Así, en casi todos los relatos salen rabinos, sinagogas, jóvenes que estudian la Ley, los baños rituales y "los hassidins" – aquellos personajes que van vestidos de negro, con sombrero y largos cabellos, vistos alguna que otra vez, en periódicos, o en las imágenes de la televisión cuando aparecen noticias sobre comunidades judías. 

Las alusiones a las festividades hebreas, a los libros sagrados, a sus comidas, a sus costumbres y reglas son constantes. Aparecen escritas en yiddish, con lo cual te despistas un poco. Pienso que hubiese sido necesario  poner notas aclaratorias con el significado de estos términos y de las fiestas judías. 

De estas once narraciones son cuatro las que despertaron mayor interés: "Los pequeños zapateros", "El invisible", “El Anciano” y el que da título al libro "Gimpel, el tonto".  Los protagonistas de estas historias, casi siempre, son individuos vulgares, sencillos, como también es corriente, cotidiano, lo que de sus vidas nos cuenta Singer.

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15 de junio de 2022: La invasión de Ucrania por Rusia, me hizo recordar  esta selección de cuentos de Bashevis Singer, escritor polaco emigrado a los EEUU, leídos ya hace  unos cuantos años. Los cuales decidí volver a leerlos, y de nuevo he disfrutado con estos relatos que tienen como protagonistas a seres bastante corrientes y vulgares, y cuyas acciones, buenas y malas, se ven compensadas o castigadas. Es decir, son historias edificantes. En general, están protagonizadas por  gentes sencillas, de origen y costumbres judías, que habitan en zonas  polacas , algunas cercanas a Ucrania y Rusia. En todas ellas son aludidas las distintas grandes fiestas religiosas de la tradición hebrea, sus hábitos,lugares y estancias comunitarias,  y sus comidas  típicas. Un mundo, en fin, de judíos.

Algunos de estos relatos están escenificados en la primera mitad del siglo XX, en tiempos de la invasión nazi de Polonia. Lo cual me ha llevado al recuerdo de la triste realidad que en estos momentos pueden estar viviendo las gentes de Ucrania y su subsiguiente éxodo de su país, en busca de un mundo mejor.

Cierro este añadido con frase de Bashevis Singer en relación a su visión del escritor :

“Los escritores pueden estimular la mente, pero no pueden dirigirla. El tiempo cambia las cosas, Dios cambia las cosas, los dictadores cambian las cosas, pero los escritores no pueden cambiar nada". Sin embargo, si pueden dejar constancia de aquello que fue, de un mundo perdido que no volverá jamás".

Los pequeños zapateros, por Isaac Bashevis Singer

Es una de las once narraciones que componen la selección de cuentos.En este relato se narra la historia de una zaga de zapateros afincados en una pequeña población polaca; lugar donde se inicia la narración que acabará en los Estados Unidos 

Es una bella historia protagonizada por un artesano experto y trabajador, fiel para con su Dios, y con los suyos, o sea,  su mujer, sus hijos, sus vecinos,... 

Intuyo que en esta ficción puede haber mucho de cercana realidad a tantos emigrantes judíos de la Europa Central que tuvieron que marchar, huyendo del horror nazi, a Norteamérica, y a otros lugares del mundo.  

Todo el cuento, reitero, es muy bonito e interesante. Pero, para mi gusto, estas características se acrecientan a partir de su llegada a los Estados Unidos, ya anciano, y leemos del encuentro, por no decir, encontronazo que se produce entre el abuelo, un ortodoxo judío de un pueblecito perdido de Polonia, con sus muchos descendientes, adaptados de pleno al modelo de vida americano. 

Me hizo recordar   "La ciudad no es para mí”, protagonizada por Paco Martínez Soria, película con la que me divertí tanto. En la que el abuelo, finalmente, con sus sanas y añejas costumbres y su buen hacer cotidiano para con todos los miembros de la familia, y principalmente para con sus nietos, acaba imponiéndose a la modernidad y superficialidad imperantes  en los hábitos familiares.

 

 


Los Hermanos Karamasof, de Fedor Dostoyevsky


Los Hermanos Karamasof
, de Fedor DostoyevskyEditorial Tor, 1936 (Argentina), Biblioteca Las Obras  Famosas, Traducción de J. Zamacois.

Libro viejo, de amarillas hojas, que tengo desde hace muchísimos años. Cuando lo leí por primera vez, hace ya mucho tiempo, me gustó. Ahora no,  desde sus inicios, el ambiente social allí descrito me ha resultado poco natural y de enormes contrastes, unido a  las muchas páginas destinadas a reflexiones y juicios en materia seudo filosófica y  religiosa, de tediosa lectura.  

De Dostoyevsky he leído otra de sus grandes obras, “Crimen y castigo”. Ambas ficciones son siniestras y los tipos humanos allí encarnados, en su mayoría, complejos y dominados por las bajas pasiones. Sin duda, muy parecidos a los de nuestra realidad inmediata, pero representativos de  patrones humanos y de situaciones tan dramáticas  que  me acongojan. Aspectos y figuras, por otra parte, que el escritor ruso, uno de los grandes de la Literatura Universal, tomó de la realidad que le tocó vivir, una muy dura realidad. Como, a modo de ejemplo, la epilepsia, Dostoyevsky era epiléptico, tuvo un padre alcohólico que él deseó muriera, y,  buena parte de su vida, estuvo acosado por sus acreedores.

 La novela fue publicada en 1879, está ambientada en la Rusia de los zares de la primera mitad del siglo XIX.  Tiene como personajes principales a tres jóvenes  hermanos, Demetrio (Mitia), Iván y Alejo (Aliosha), hijos de un  indolente padre, Fedor Paulovitch Karamasof, ser egoísta, avaro y lujurioso, que no ha tenido nunca  la menor consideración hacia sus hijos. Ni a ellos, aclaro, ni   a nadie, pues es  un ser malévolo. Un labrador enriquecido gracias a la dote de su primera esposa, la madre de Mitia. Había empezado sus negocios sin dinero alguno, y al morir se encontraron en su casa más de cien mil rublos”.

En la novela es descrito así: “Era uno de esos hombres que, a sus perversos instintos, unen una mente desordenada, incapaz de coherencia alguna para nada que no sea aumentar su hacienda, sin reparar en los medios”. ¡Un maléfico ejemplar de persona, y  peor padre! No tiene instinto alguno en este sentido y sus hijos, huérfanos de madre desde la niñez, se han criado conscientes de su maldad y de sus vicios. La casa de los Karamasof no es un hogar, nunca lo fue para los hermanos.

Mitia, el mayor de los hijos y eje de  la tragedia familiar es descrito como de temperamento apasionado e impulsivo. Iván, de apariencia muy racional y frío, esconde una personalidad  patológica. Y en cuanto al más pequeño, “Aliosha”  es  el más hermoso de estos tres personajes. Un novicio  que ha tenido la suerte de caer bajo la protección y guía espiritual de  un venerable monje, el padre Zossima. Un carismático religioso, deshacedor de entuertos y sanador de almas y cuerpos. El personaje de Zossima, según leí en una de las biografías del autor, está tomado de la realidad.

Y otra figura crucial en esta historia es   Smerdiakof, el criado joven de la casa, descrito como un ser sórdido y  enclenque, aquejado de ataques epilépticos. Personificación tan odiosa como la del viejo Karamasof.

Catalina y Grusegnka, las dos principales figuras femeninas, las he hallado, tanto la una como la otra, poco naturales. Con unas historias y enredos personales muy artificiosos. Puede que en aquel entonces y en la Rusia del XIX, se dieran  tal como los dibuja el escritor ruso en su novela, pero ahora y en estos lares, quedan alejados de  la realidad.

En resumen, la novela me ha parecido un dramón  de pesarosa lectura. Son muchos  los escenarios en los que predominan las marcadas diferencias sociales  entre las clases ricas y las modestas o pobres, o la exacerbada religiosidad de algunos enfrentada a la irreverente actitud de otros, así como el desenfreno  o liviandad de muchos de los personajes, y  en suma, un deprimente panorama, al menos para mí gusto.