Aventura en Moscú, Cecil Roberts. Ediciones Cisne, 1962. Versión de Guillermo Marigó Petit. Portada de Gracia. Título en inglés “Pilgrim Cottage”,1933.
Segunda lectura. La primera fue hace
muchos años. (*) Entonces me centré en la comparación de la
Rusia soviética, de hace un siglo allí descrita, con la Cuba
castristaactual, siglo XXI.
La trama novelesca es bien sencilla pero muy condimentada de
casualidades y algún que otro personaje peregrino, es decir, insólito. Dos son
los principales escenarios: “Pilgrim Cottage”, una casita centenaria en un
paraje idílico de la Gran Bretaña; y el
Moscú de los años 20, instaurado ya el régimen soviético tras el triunfo de la
Revolución bolchevique. Dos mundos
diametralmente diferentes, con enormes
contrastes entre sí. Sus protagonistas,
Phillip, escritor en ciernes, y Ann, bailarina, son unos jóvenes ingleses que el
albur les hizo coincidir en Venecia,
en la pensione de Frau Johnson,
una vieja alemana, y otra vieja señora, Mistress Cressington, ricachona
norteamericana, propició su casamiento y la vuelta a su Inglaterra natal.
Como ya cité, son dos los
escenarios principales en los que se desarrolla la novela. El primero, Pilgrim Cottage,(Cabaña del peregrino) ,
que da nombre a la novela en su versión en lengua inglesa, nos lleva a un
apartado rincón del mundo rural británico. En donde la vida de la joven pareja
transcurrede modo plácido, entretenido
él en su labor de creación literaria, y ella acompañándole. Todo va sobre
ruedas hasta que los rigores propios de un avanzado otoño y el invierno se
hacen presentes y el alma de la bailarina empieza a echar de menos las luces de
las candilejas.
Pero el mayor acierto y valor de
esta novela está, según creo, en la parte que se desarrolla en Rusia, con la
descripción del ambiente del Moscú
soviético. Le da valor de testimonio, porque describe los momentos críticos de una sociedad en los que la falta de libertad, la precariedad,
la miseria, insalubridad y el hambre generalizadas entre la población, junto a
las persecuciones políticas, los juicios populares, las condenas a muerte, las delaciones, los
comités de barrio, las confiscaciones y expropiaciones de los bienes a burgueses y aristócratas, las libretas de
racionamiento, los almacenes y tiendas vacíos porque no había nada qué vender,
el negocio que – como siempre- algunos se saben montar en torno a las
necesidades y precariedades ajenos, constituían,
en su conjunto, la cotidianidad de aquel país. Panorama agravado por los rigores del frío invernal y por una
epidemia de tifus que hacía estragos entre la población. Cuadros, en suma, los allí
pintados por el novelista inglés tristes y muy sórdidos.
En esta parte de la novela
aparecen nuevos personajes, entre los cuales destaca Imogen,
crucial. Una bailarina estrella de origen irlandés de fama mundial. Encarna,
por otra parte, un prototipo humano universal, la del intelectual prostituido (1)o también la del artista o deportista afamado favorecido por los
poderosos de un régimen deshumanizado y
cruel para con sus propios, el pueblo común, pero generoso y complaciente para
con él o ella. Situación de privilegio
que les hace ciegos y sordos a todo lo que ve y oye, a justificar lo
injustificable, o hasta, llegado el caso, achacar a otros la responsabilidad o
autoría de los desmanes que se han
cometido.
______________
(*) Https://silvia-aquellosprimeroslibros.blogspot.com/2010/02/robets.html
(1) Intelectualismo cómplice: Desafortunadamente hay muchos ejemplos a todo lo largo y ancho de este mundo. Mencionaré sólo algunos y en relación exclusiva con la dictadura castrista: Alejo Carpentier, escritor y autor de “El Siglo de las Luces , Hemingway, escritor norteamericano, Gabriel García Márquez, el autor de Cien años de Soledad y Premio Nobel de Literatura, yNeruda. No son los únicos pero creo que estos ejemplos son suficientes para evidenciar lo que he pretendido decir.
Seguidamente copio y pego algunos de los párrafos de la información enlazada y a la cual me remito para más detalles:
(...)Al triunfar la Revolución, Alejo Carpentier volvió a Cuba y allí Fidel premió su americanismo con varios puestos diplomáticos de notable prestigio. El resto de componentes del boom, que ya seguían los pasos de Alejo en el terreno literario, se adentraron en el terreno político a través de la selva y la guerrilla(...)Así, la primera vez que se encontró con Fidel, García Márquez dijo de él que tenía un “terrible poder de seducción”, además de ponderar el excelente uso de la palabra que por primera vez observaba en un gobernante. Cortázar le dedica su relato Reunión al Che mientras exclama que fue Fidel quien hizo que la política llegara a sus textos. Miguel Ángel Asturias se reunió con Castro y la conversación caló tan hondo que el escritor guatemalteco fue uno de los invitados al primer aniversario de la Revolución. A Carlos Fuentes, el movimiento le resultaba tan seductor que hasta llegó a viajar a Cuba durante la guerra para alentar al ejército invasor (cuenta la leyenda que incluso entró en La Habana antes que Fidel). Por su parte, Vargas Llosa defendió a ese “romántico guerrillero” que derrocaba a Fulgencio Batista con cuatro fusiles mal cargados(...)una figura no menos sagrada para ellos se levanta de manera furibunda contra el régimen de Castro. Esa figura se llama Jorge Luis Borges, y su enemistad con Fidel le valdrá, según diversas teorías, la pérdida de un Nobel tan merecido que, por otra parte, no necesitaba ser ganado. Pronto, sus epígonos se colocan en guardia(...)Con el paso de los años, sólo el Gabo mantuvo su fascinación por Castro. Las luces se fueron apagando, el realismo mágico se había escapado. Uno a uno se fueron marchando todos los integrantes. El colombiano, quizás el más talentoso de todos, dejó escapar primero la memoria y después la vida, dejando a Fidel abandonado por la intelectualidad americana"
Carpentier y la complicidad del silencio (https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/carpentier-y-la-complicidad-del-silencio/)
(...)Cuando triunfó la revolución cubana en 1959, Carpentier regresó a la Isla desde Venezuela y ocupó importantes cargos, entre ellos el de vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura, vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y presidente de la Editora Nacional de Cuba entre 1963 y 1968, año en que fue designado consejero cultural de la embajada cubana en Francia, labor que desempeñó hasta su muerte.El 26 de diciembre de 1974 recibió el homenaje del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en ocasión del septuagésimo aniversario de su natalicio. Fue el reconocimiento de la nomenclatura a un intelectual que jamás levantó su voz para hacer la más leve de las críticas a los desafueros del régimen comunista, muchísimo más crueles y reiterados que los del gobierno de Alfredo Zayas.Porque Carpentier no dijo nada contra los juicios expeditos, carentes de credibilidad y respeto a elementales garantías jurídicas, extendidos hasta hoy, ni contra su corolario de fusilamientos y condenas excesivas; ni contra el sistema de partido único que eliminó la autonomía universitaria y estableció otra dictadura. También calló ante las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción),ante lo que le hicieron a Heberto Padilla y ante los acuerdos del Primer Congreso de Educación y Cultura y las medidas discriminatorias posteriormente adoptadas".
Hemingway y Fidel Castro (https://www.elmundo.es/cultura/2016/03/28/56f7f852268e3e752e8b4600.html)
(...)El trato inicial de la Revolución con intelectuales fue fecundo en un doble sentido. Captó a su favor el romanticismo de muchos y devoró, como Saturno a sus hijos, a escritores cubanos que la habían apoyado,Cabrera Infanteun suponer. El caso del poetaHeberto Padilla, obligado a cantar la palinodia, fue especialmente patético. De todos los escritores de fama universal, el más leal fue siempre García Márquez. Gracias a él, el castrismo fue la revolución de todos nosotros; como gracias a los Beat, Vietnam fue "la guerra de todos nosotros",copyright Manu Leguineche.
El amigo de Fidel
(https://www.elmundo.es/especiales/cultura/gabriel-garcia-marquez/politica.html)
Como recuerda Krauze, mientras el escritor, gran sibarita, disfrutaba con sus invitados de sus viandas, el pueblo cubano seguía sometido a la cartilla de racionamiento impuesta desde 1962.
Entre las contribuciones que ha hecho al régimen, al margen de presentar a su líder como un demócrata cualquiera, cabría mencionar dos. Cuando ignoró e, incluso, justificó la ejecución de cuatro ex revolucionarios, uno de ellos, Antonio de la Guardia, íntimo amigo suyo, acusados, como tantos otros opositores, de traición a la patria; y la creación de la Fundación para el Nuevo cine Latinoamericano, una máquina propagandística muy beneficiosa para el régimen.Por sus aulas han pasado, además de incontables cineastas, intelectuales y estudiantes hispanoamericanos, directores y actores norteamericanos de la talla de Robert Redford, Steven Spielberg o Francis Ford Coppola, lo que le daba a Cuba un revestimiento de país progresista, promotor de la cultura.Muchos siguen preguntándose por qué Gabo ha sido el único Premio Nobel que ha ignorado los abusos y defendido la causa de Fidel.
Evocación de la presencia de Pablo Neruda en La Habana ( https://www.lapoesiaalcanza.com.ar/noticias/613-evocacion-de-la-presencia-de-pablo-neruda-en-la-habana)
"Pablo Neruda tuvo una relación intensa con la Revolución Cubana, incluyendo algunos desencuentros que, con la amplitud que permite la mirada a distancia, resultan ínfimos si se los contrapone por ejemplo con su lectura del texto que dedicó a Fidel Castro, en la Plaza de la Revolución de La Habana, ante un millón de personas.(...)Neruda volvió a pasar por La Habana a fines de esa década, en una escala forzada por falla técnica de un avión del que regresaba a México desde Europa. La última vez fue en 1960. “Traía Neruda los poemas de ‘Canción de gesta’, el primer libro –se ufanaba por ello- ‘que un poeta en cualquier parte del mundo hubiera dedicado a la Revolución Cubana’. Un poemario que se cierra con una ‘Meditación sobre la Sierra Maestra’ que es también suma y compendio de la vida del poeta en esa hora auroral. En esa visita, en la Plaza de la Revolución, ante un millón de personas, leyó el chileno, con su entonación peculiar, su canto ‘A Fidel Castro’(...)no hizo que decayeran sus simpatías hacia Cuba y su Revolución. Lo dice explícitamente en ‘Confieso que he vivido’, su libro de memorias: ‘Un punto negro, un pequeño punto negro dentro de un proceso, no tiene gran importancia en el contexto de una causa grande. He seguido cantando, amando y respetando la Revolución Cubana, a su pueblo, a sus nobles protagonistas’”.