lunes, 8 de mayo de 2023

Pepita Jiménez, Juan Valera



 Pepita Jiménez, Juan Valera. Clásicos universales. Sociedad General Española de Librería. Edición, introducción y notas de Adolfo Sotelo.

Entretenida novelita que nos habla de un señorito, don Luis de Vargas,  seminarista veinteañero, próximo a su ordenación sacerdotal que va unos días con su padre, rico hacendado y cacique del lugar, y, sin darse cuenta o no queriendo darse cuenta, cae locamente enamorado de Pepita Jiménez, una linda viudita, tan joven como él. Ésta es, muy resumida, la trama argumental de la novela.  Narración aprovechada por el autor para hablarnos de su tierra, un pueblo de Córdoba en Andalucía. De la alegría de sus gentes, de la belleza de sus parajes, y de sus costumbres , tradiciones y modos de festejarlas, tal como me viene a la memoria “las Cruces de mayo”- acaso por celebrarse el 3  de mayo, fecha alrededor de la cual  estoy haciendo este comentario.  

Pero también hay en la obra un fondo de mayor trascendencia planteado tras la decisión del joven de colgar los hábitos. Expuesto al lector en el  intercambio de consideraciones entre él y Pepita. Entonces se nos habla de Dios y de sus designios respectos a sus criaturas humanas, ideas espléndidamente encerradas en aquella conocida frase “ Dios escribe derecho con reglones torcidos

En la novela hay tres partes bien diferenciadas: “Cartas de mi sobrino”. Una sucesión de cartas dirigidas por el seminarista a su tío, sacerdote y director espiritual del sobrino. A través de estas misivas el lector se va imponiendo de la situación y de los perfiles de los personajes. Las primeras, reconozco, se me hicieron algo pesadas. “Paralipómenos” es la parte de mayor acción y también amenidad. Y por último “Epílogo”.

En suma, he disfrutado leyéndola