Libro que leí por primera vez en el
2004; y ahora, en agosto pasado, he
vuelto a leer. Como en tantas otras ocasiones, la nueva lectura me ha
llevado a nuevas consideraciones y a fijarme en detalles y personajes que
antes pasé por alto. Una vez hecha esta precisión, quiero resaltar
que siempre tuve la sensación de que mi comentario primero, fruto de mi
primera lectura de este libro de Morris West, era incompleto, “quedaba cojo”. Espero, me agradaría ,
en este nuevo intento mío de comentar esta novela, quede reflejada la
importancia de esta obra que nos habla no sólo de los seres que ejercen como mediadores(sacerdotes)
entre Dios y la criatura humana, de la Católica(Universal),
Apostólica y Romana Iglesia de Cristo, sino también de sus conflictos , especialmente de los espirituales.
En la obra son cuatro los
personajes que ejercen el ministerio
sacerdotal. Cuatro curas, de
distinta categoría dentro de la Iglesia Católica. Un cardenal, príncipe,
categoría máxima alcanzable dentro de la Iglesia y aspirante natural al papado.
Un obispo, o sea, un “pastor de almas”, cargo apostólico instituido por
el propio Cristo, Mesías Salvador. Un
alto funcionario (intelectual avezado) de la Iglesia en Roma. Y un párroco de aldea( un cura de pueblo). Personificados
por West en su novela, respectivamente, en las figuras del Cardenal Marotta, el
Obispo de Valenta, el Abogado del Diablo, y el Padre Anselmo.
En cuanto al cardenal, el Arzobispo de Acrópolis, es descrito como un poderoso caballero de la Iglesia,
poseedor de ampulosos títulos, y, consecuentemente, del poder que ellos dan, de
inteligencia sutil y voluntad dominadora, “más
preocupado – señala el autor - de la
diplomacia que de la reforma moral tanto en el clero como entre los laicos”.
Definido, en suma, como “un combatiente fogueado”, “hombre endurecido por el
poder, y escéptico de la devoción”. Conocedor,
no obstante, que “a pesar de la pompa de su título y de la
dignidad secular que lo acompañaba, su
misión básica era espiritual. Se relacionaba con las almas, con su salvación y
su condenación” (pág.24)
El Obispo de Valenta, pequeña diócesis de una región
miserable de Calabria, encarna en la novela esta importante jerarquía eclesial y se le describe como un reformador rígido con aficiones
políticas. “Hombre astuto que necesitaba un santo para el bien de su diócesis, pero renunciaba a poner en juego su
reputación …”(Pág. 23). Un pragmático
cristiano.
El Abogado del Diablo, Blaise Meredith, según creo, protagonista principal, es un “sacerdote, filósofo, canonista, que podría trabajar doce meses o doce años en
sus registros sin agregar ni un ápice a su felicidad ni una sola pena a su
condenación”. Poseedor de todas las cualidades exigidas en ‘’ un Promotor de la Fe. El hombre que mantiene
pura la fe a cualquier costo…docto, meticuloso, desapasionado… frío en el
juicio, implacable en la condenación. Podría faltarle caridad o compasión, pero
no podía carecer de precisión.( pág.25) “Siempre tuvo todo lo que
necesitaba, y nunca había deseado más de lo que podía disponer. Había aceptado la disciplina de la Iglesia
y la Iglesia le había dado seguridad, comodidad y campo para sus talentos.”(pág.9)
“La virtud que hubiera podido florecer por su ministerio era sacramental y no
personal. No había pobres que lo bendijeran por su pan, ni enfermos por su
coraje, ni pecador por su salvación. Había
hecho todo lo que le exigieron; no obstante moriría vacío…”(pág. 9)
Y por último está el Padre Anselmo, el paupérrimo párroco de una miserable aldea perdida en un rincón del
mundo, habitado por gentes muy sencillas, sencillísimas, en su mayoría
analfabetas, de costumbres rústicas y más bien llenos de supersticiones que de
fe religiosa. En la novela se dice que el Padre Anselmo es” un pobre
diablo, educado a medias, sin salario ni seguridad alguna”. ”No es más que un
labriego y no de los más inteligentes.”
Esta es la descripción de los
cuatro sacerdotes católicos que aparecen en la novela de West, los cuales – no debemos
olvidar, tal como el autor señala a través de las palabras puestas en boca del
Cardenal Marotta: “… hombres como todos.
… sacerdotes por elección y por vocación.
… célibes por legislación canónica...
una carrera, una profesión. El poder…, la gracia…, es independiente de …
propios méritos... preferible… santos a… pecadores, pero lo mismo que nuestros hermanos laicos
generalmente somos algo intermedio.”…todos estamos sujetos al orgullo, a la
ambición, a la pereza, a la negligencia, a la avaricia. Es natural
que sea más duro para nosotros que para
los demás salvar nuestras almas. Un hombre que tiene una familia está
obligado a hacer sacrificios, a imponer una disciplina a sus deseos, a practicar el amor y la paciencia. Podemos pecar menos, pero al final tenemos
menos mérito”
Antes de poner fin a este primer
comentario, posterior a mi segunda lectura, sobre este interesante libro,
querría hablar de su autor,Morris West, un australiano de – pienso- profundas convicciones
cristianas, como lo testimonian muchas de sus obras. Entre las cuales destacan
“Las Sandalias del Pescador”, “El Abogado del Diablo” y “El Embajador”, las cuales, según
leí en biografíasyvidas.com, forman “una trilogía que tiene como
escenario el Vaticano, y recogen un perspicaz análisis de la Iglesia Católica y
de su posible acercamiento al hombre común, prescindiendo de su aparato
institucional, realizado a través de interesantes estudios psicológicos y con
un estilo exento de retórica.”