martes, 2 de septiembre de 2014

La paloma blanca, de Valentín Gómez


La paloma blanca, es un librito de la colección “Biblioteca Horas Serenas”, editado por Librería Salesiana, volumen XXXV, 3ª edición, año 1945,  una “novelita” – así consta- de Valentín Gómez. La leí hace ya unos cuantos meses, entre mayo y junio. La historia me pareció algo ñoña. Tal vez no sea éste el término más apropiado, pero no me viene otro a la cabeza . Se trata de una muchachita huérfana, criada por su abuela, en un paraje apartado del mundanal ruido. Cuya orfandad aumentará con la muerte de su abuela, quien encarga al párroco del pueblo vele por ella. El relato nos detalla los principios y valores cristianos en los que Ana, nombre de la joven, ha sido educada, con una “esmerada educación  tal y como era de razón, por ser única y heredera a su tiempo de una muy regular hacienda, más estimable por lo sólida que por lo cuantiosa”. Ana es descrita como un ser sencillo de extraordinaria sensibilidad. Compartiendo el protagonismo de la novela aparecen Alberto, un rico heredero, el ya citado párroco y su sobrino carnal, Magín, el malo de la historia.  El intríngulis argumental surge a consecuencia del desafecto e envidia gratuita que Magín siente hacia todos aquellos que le rodean y a su entender le son superiores, bien por sus valores morales como por los materiales, y se dedica hacer el mal por el puro placer que, el dañar al prójimo, le ocasiona.

El relato, la narración va plagada de frases  de contenido moralizante, más bien moralina, así como alguna que otra afirmación, a mi juicio, de tono “machista” como la que a continuación, detallo:

Conozco, como todo el mundo, la ligereza característica de las mujeres;... Pero en medio de esta ligereza, propia de su sexo y de la índole de su inteligencia, hay en las mujeres un tesoro de sentimientos tan rico y fecundo, una inclinación tan enérgica, que ella sola basta para que adivinen grandes verdades y hondos secretos,...”(pág. 25) Está claro que se refiere al sexto sentido o intuición que la tradición señala tienen las mujeres. Algunas más que otras, lo mismo que la ligereza y la inteligencia, que no está determinado por  el género, sino por la idiosincrasia de la persona.

Pero tras la lectura de la novelita, mayor fue mi sorpresa cuando supe que el autor, Valentín Gómez y Gómez, fue un afamado escritor, periodista y político católico, miembro de la Real Academia Española de la Lengua, precursor de la Democracia Cristiana española por su discurso de Zaragoza, en 1890.  Sinceramente, me resulta dificilísimo imaginarme a Durán i Lleida escribiendo novelas de este tenor.