miércoles, 23 de septiembre de 2015

Los cipreses creen en Dios, por José María Gironella


"Los cipreses creen en Dios" (1) es un libro de setecientas veinticinco páginas de letra menuda,  escrito entre abril de 1949 a marzo de 1952 por José María Gironella (*),  Editorial Planeta,   1987. 



En el prólogo, fechado en el verano de 1952, el autor advierte que la elección de la ciudad de Gerona (Girona), es sólo un recurso literario y no implica que muchos de los acontecimientos descritos hayan tenido allí su escenario real. Al respecto, el autor literalmente dice: ... "lo que me ha importado no es el inventario, sino la vida. Ahí sí desearía no haber errado. Consecución de una atmósfera y creación de unos personajes. Que una y otros sean auténticos: esto es lo que primordialmente me interesa".
Su lectura me resultó muy interesante, pero  sufrí porque muchos de los hechos  aquí narrados fueron verdaderos (reales) y los personajes descritos o desarrollados en ella  son verosímiles . Así, pues,  el mayor valor e interés de este grueso libro, se halla – al menos para mí - en su papel de  testimonio de la realidad de una época. Desde luego, ¡una triste  realidad  !

Aclaro que mis comentarios acerca de esta interesante novela se han centrado en determinados personajes, aquellos que he considerado más peculiares de la época descrita pero, al mismo tiempo,  prototipos del comportamiento humano.  Personajes muy verosímiles y otros menos creíbles, entre los cuales los hay  buenos, malos y menos malos. Sus  protagonistas indiscutibles son los  Alvear, los miembros de una modesta familia que vive en Cataluña, proveniente de otros lugares de España, y su lengua materna es el castellano. La componen,  los padres ( un madrileño y una vasca) y sus tres hijos, dos chicos y una chica.   En el año 1931, fecha a partir de la cual se inicia la narración,  son todavía unos niños.  Las historias en torno a este grupo familiar hasta el final de la novela, en 1936, en los primeros meses tras el estallido de la guerra civil, constituirán el núcleo de la ficción.


SOBRE ALGUNOS DE LOS PERSONAJES Y  PROTOTIPOS DE LA NOVELA:

Los Alvear, representan a un tipo medio de la familia española de entonces: el padre , sostén único de la familia; la madre una fiel creyente cristiana, buena cocinera y  buena ama de casa, que vela y cuida por sus hijos tal gallina clueca a sus polluelos, indiferente a la cuestión política o ideológica,  porque entiende, está convencida de ello, que lo suyo, su parcela, es cuidar de su familia y del hogar, tanto en lo material como en lo espiritual , a cuyo objetivo ha encaminado sus desvelos y   afanes con total entrega y dedicación plena. ¡Una madre!

César, el pequeño de los hijos de la familia Alvear, considero, es el más inverosímil, o sea, el más ficticio de todos los personajes de la novela, y también  el más difícil con el cual identificarse. (Bueno, así lo creo yo). Porque es un santo, un alma humilde y pura. Ama todo lo por Dios creado: su familia, los animales, la Naturaleza... San Francisco y Santa Clara  son sus grandes referencias. Criado en un ambiente de arraigada cristiandad, el muchacho muestra una vocación temprana hacia el sacerdocio y con trece años pide a su familia se le permita ir al seminario para ser cura. La modestia de los ingresos familiares hace que el muchacho ingrese como fámulo (criado) en el Seminario del Collell, en donde a la par que trabaja estudia. Más lo primero que lo segundo. Su aspecto físico, tal como es descrito en la novela, es ridículo: cabeza rapada, grandes orejas, muy alto y flaco, lo cual le dota, por otra parte, de singularidad.  Distintivo que no termina en su aspecto, sino que crece con su manera de obrar. El chaval es bueno, y bueno con y hacia todo el mundo. Su madre, "escuchándole, veía en cada una de sus palabras la gracia de Dios". Todo corazón y no cerebro. Le era más fácil rezar que argumentar. No es el personaje al que más capítulos y párrafos se hayan dedicado, pero, creo, que es crucial para el entendimiento del fondo argumental de la novela. En julio del 36 cursaba el tercer año del Seminario. Es realmente un personaje candoroso.

En la novela aparecen otros dos  religiosos u hombres de Dios, a saber:

Mosén Alberto, director del 
museo diocesano, con  gran ascendente espiritual sobre la madre de los Alvear, pero también entre las capas altas de la sociedad descrita en la novela, con cuyos miembros alterna maravillosamente, pues es amante de dignidades y de las comodidades mundanas. Sacerdote, el cual -  por lo que en la trama se cuenta -  está más por las cuestiones materiales y "lo catalán" que por divulgar y, sobretodo, cumplir las enseñanzas evangélicas. Es la imagen de un mediador de Dios que, creo,  no ha comprendido bien la importancia ni el significado real de su papel en el grupo social. Cuestión , al parecer,  si no olvidada sí algo rezagada en algún recoveco de su mente y de su corazón . Está más con los de arriba que con los de abajo, con los que tienen y les sobra, que con los que no tienen nada y aún les falta para comer. Descrito, no obstante, (- ¡qué paradoja!- ) como buen conocedor de los dogmas del Catolicismo pues se ocupa de la confección de catecismos. Rudimentos de fe que cuando creyó propicios los tiempos hizo imprimir sólo en lengua catalana. Tal vez porque entendía que su sacerdocio( su labor como sacerdote de la Universal Iglesia de Cristo) se limitaba al cuidado de las almas de los catalanes, pero no de todos, sino tan sólo de los de habla catalana, y en mayor medida de los ricos e influyentes. 
Los sucesos posteriores llevarán a este sacerdote a una reflexión seria sobre sus acciones pasadas.


El tercer religioso que aparece en esta novela es Mosén Francisco, un verdadero sacerdote cristiano. Es decir, un hombre de Dios que está con los que sufren, con los que han errado, con los pecadores,... luchando, sin parar, para conciliar a la criatura humana con su Creador.



Julio García policía  amigo de la infancia del padre de los Alvear y como éste natural de Madrid, de igual humilde origen familiar, similares convicciones republicanas y anticlericales y funcionarios ambos, uno del cuerpo de Policía, y el otro de Telégrafos, con destino en Girona.  Prototipo humano que se da en cualquier grupo social a todo lo largo y ancho de este Mundo. Encarna al individuo surgido como quien dice de la nada, hipócrita a la par que oportunista, calculador hábil de ilimitada ambición personal y sin ningún tipo de escrúpulos morales. No cree en nadie ni en nada. Él y sólo él. Estas son las características que le adornan, pero que con habilidad disimula bajo la apariencia de un ser campechano, muy bien relacionado y con numerosos conocidos influyentes, amigo de favores y de camaleónica adaptación a las circunstancias y al momento.  Representa al malo, malísimo, contrafigura del bueno e irreal César.

La modestisima situación económica de los Alvear,  que " hacen encaje de bolillos” con el sueldo del padre, única fuente de ingresos de la familia, contrasta con la del policía, propietario de un espléndido piso bien acondicionado y un tren de vida elevado. Lo cual es un misterio para muchos. Transcribo a continuación un párrafo que bien muestra cómo se desenvuelve el personaje:
"Lo cierto era que el policía resolvía siempre las situaciones con sutil precisión psicológica. El problema de la hostilidad catalana no le afectaba, por madrileño que fuera. Su actitud había sido radical: dárselas de más catalanista que los propios catalanes. En la Rambla bailaba sardanas hasta quedar exhausto y pronunciaba el nombre de Maciá en tono de visible emoción".(2)

Sin embargo, no son las cualidades personales de Julio,(2) el policía, las que me han hecho calificarlo de "malo", sino por el papel desempeñado en la novela que es la de un servidor público que  usó su cargo, en este caso concreto de responsable de la seguridad ciudadana, en momentos tan críticos para el colectivo protagonista de la historia, no en su favor, sino en su contra. Y cuyo mal hacer originó  los sucesos descritos por Gironella  en su novela, ubicados por el escritor en la ciudad catalana de Girona, escenario principal en el que se desarrolla la trama novelística, en los días inmediatos al levantamiento militar contra el gobierno legítimo de la República, el 18 de julio de 1936. Personaje que en lugar de emplear su autoridad para guardar el orden y la integridad de la totalidad de la población,  con programada intencionalidad, es decir, mala fe, dejó que los ánimos de la chusma se exacerbaran hasta provocar los desmanes y  muertes de los sucesos trágicos que ponen fin a esta larga ficción. 

Descripción cuya lectura deja una huella amarga. Sentimiento  que crece cuando,  acudiendo a los libros de Historia, lees que sobre el veintitantos de agosto del 36, en Madrid, ocurrió acontecimiento similar a la ficción  contada por Gironella. (“La Historia se confiesa”, de
Ricardo de la Cierva, Ed. Planeta, tomo 3, pág.10).

Conclusiones ( y fin)

Después de leer este vasto libro reflexiono  que todos los seres humanos y más aún los que formamos parte de colectivos humanos con diferencias culturales, raciales, ideológicas y/o de fe religiosa, pero dentro de un mismo entorno geopolítico e histórico, no deberíamos dejarnos arrastrar por las diferencias en materia de nuestras ideas políticas, o de nuestras particulares creencias religiosas, o de los métodos y formas que conlleva determinada praxis política hasta extremos tales como los, lamentablemente, acontecidos en el pasado siglo XX, en la historia de España, novelados magistralmente por Gironella en este libro; quien supo reflejar en su obra ese espíritu de contienda y disensión que se había apoderado de las gentes de España. En resumen y para terminar, la novela me gustó. En ella están bien reflejados, al menos desde mi modesto entender, a través de la multiplicidad y variedad de los personajes junto a  la proliferación de anécdotas y pasajes , algunos tomados de los periódicos de la época,- la situación y el ambiente de la España de 1931 a julio de 1936, inicio de la Guerra Civil.


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(*) Entonces(primer semestre del 2006)  no busqué  datos sobre el autor del libro. Lo dejé intencionadamente para el final, para cuando hubiera acabado mi tanda de comentarios. En este caso concreto, no quise dejarme influenciar por la biografía o perfil del autor, aunque conocía que era un afamado escritor, autor de varios libros acerca de la Guerra Civil Española.


31 de agosto de 2016: Tenía pendiente de leer acerca de la biografía del autor, José María Gironella. Seguidamente copio y pego información sacada de la web biografiasyvidas.com en relación a las características principales  de sus obras:

"Autor de éxito en los años que precedieron al tardofranquismo, sus obras pretendían ser una crónica objetiva de los acontecimientos históricos de la España reciente(... )alcanzó la popularidad gracias a la trilogía Los cipreses creen en Dios (1953), Un millón de muertos (1961) y Ha estallado la paz (1966), en las que recurrió a las fórmulas narrativas tradicionales para reflejar a través de tramas cruzadas la impresión personal sobre unas realidades intensamente vividas. La primera de ellas aborda los antecedentes inmediatos de la Guerra Civil, mientras que la segunda se centra en los años de la contienda y la tercera versa sobre la época de posguerra. A pesar de su enfoque simplificador y maniqueo, estas obras tienen interés por su vocación testimonial y la capacidad del autor para entrelazar lo novelesco y lo histórico, seleccionando hábilmente tipos, rasgos y situaciones pintorescas que alcanzan la categoría de documento




http://laplumaviperina.blogspot.com/2016/03/los-cipreses-creen-en-dios.html. En este enlace he hallado esta reseña sobre el libro, cuya lectura recomiendo.


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(1) Seguidamente, señalo lo que quizás Gironella quiso plasmar a modo de síntesis de su obra cuando la bautizó con- al menos para mí-  tan enigmático título  "Los cipreses creen en Dios".  Sugerencias halladas en http://www.imaginaria.org/def.htm, "Simbología del Ciprés" :   


 - Unión entre el Cielo y la Tierra.
-  Del simbolismo universal y primitivo de las coníferas que, por su resina incorruptible y su follaje persistente, evocan la inmortalidad y la resurrección.


(2)La descripción de los modos y las maneras de esta figura literaria, Julio García, me recuerdan las de algunas de las figuras de la actual realidad política catalana que siendo ellos mismos, o sus progenitores, de otras zonas de España,al igual que el policía García,  se han convertido en paladines de la causa de sacar adelante el controvertido - llamémoslo así- nuevo estatuto catalán, y montan numeritos públicos de esteticidad catalanista para así, supongo, ganar méritos y no les tengan en cuenta sus orígenes "xarnegos"(léase “charnegos”, expresión peyorativa hacia los que no son catalanes de origen).
Estatut catalán , : enlazo con interesante artículo publicado en 2006, en elpais.com, titulado "La evaporación política del charnego" , cuya lectura recomiendo., pero del que he seleccionado el siguiente párrafo, por considerarlo significativo :
"El personaje del charnego avispado y rozagante tiene brillantes elaboraciones novelísticas desde hace varios decenios, pero todo indica que ya no tiene muchos referentes actuales, si es que alguna vez fue un retrato fiel de la colectividad. Hace treinta años que no llega a Cataluña virtualmente ningún inmigrante del resto de España, por lo que los más jóvenes tienen ya más de cincuenta años de edad, muchos se han retirado y bastantes han vuelto a sus tierras de origen. Sus hijos, nacidos y educados en Cataluña, se consideran tan catalanes como los demás y quieren ser reconocidos como tales, aunque sigan hablando en castellano con sus progenitores. Lo último que desearía la inmensa mayor parte de los catalanes de origen inmigrante es convertirse en sospechosos de anticatalanismo. Incluso la palabra charnego, que suele considerarse ofensiva, había desaparecido del vocabulario habitual hasta que fue reintroducida hace unos meses por un ministro socialista, precisamente en referencia a Montilla. Así pues, los abstencionistas diferenciales entre las elecciones generales y las elecciones autonómicas han continuado absteniéndose, incluso más que en ocasiones anteriores, pese a haber innovado con un candidato de origen andaluz o más bien precisamente por eso."

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Un exiliado de tercera, Carles Fontseré, o el trato de Francia a los exiliados pobres españoles.

Portada Un exiliado de tercera
En un artículo acerca del trato dado por Francia a los exiliados  españoles, publicado por Minuto Digital (*),  en el 2005,  llamó mi atención  la siguiente afirmación: "a partir de 1939, el Gobierno y el pueblo franceses trataron a los españoles de izquierdas como apestados", y  para apoyar la veracidad de tan grave afirmación reproducía diversas frases del libro "Un exiliado de tercera. En París durante la Segunda Guerra Mundial"(El Acantilado, 2004)(8), escrito por Carles Fontseré, un dibujante catalanista, famoso por sus carteles políticos (0), huido a Francia al término de la Guerra Civil Española, en 1939.

http://www.contranatura.org/graficas/ilustraciones/fontsere/index.htm


Mientras iba leyendo el artículo, me pareció ya conocido el contenido de algunas de aquellas frases y anécdotas, tal como si  las hubiera leído antes, aunque  tanto Fontseré (2) como su libro, me eran desconocidos, porque hasta entonces, no había oído hablar de ninguno de los dos. Más tarde recordé el libro en donde había leído  las historias muy parecidas a éstas, contadas por boca de Miralles, personaje real y al igual que Fontseré  soldado republicano, catalán y comunista, que huye a Francia, según nos narra Cercas(1) en su obra "Soldados de Salamina"(3)(Tusquets 2001)(**). En esta obra(págs.156-160) Miralles nos cuenta acerca de los campos de concentración, así llamados, dice, "pero no eran más que morideros", - y entre otras muchas sugerentes afirmaciones añade que "tuvo que engancharse como "voluntario" en la Legión Extranjera para salir de aquel horror",(5).  Miralles  también habla del controvertido general francés Leclerc, (4) liberador de París, y nos aclara " que fueron españoles y africanos los primeros que entraron en París conduciendo los carros de guerra".



En el libro de Fontseré, en resumen, se denuncia la discriminación y el denigrante trato que Francia dio al colectivo de los 
exiliados pobres españoles, tratamiento promovido desde las más altas instancias políticas que entonces gobernaban Francia,  hecho que ni entonces ni tampoco luego ha sido denunciado. "Hubo un pacto de silencio - señala Fontseré - porque los primeros que se desentendieron de los exiliados pobres fueron las propias figuras españolas importantes en el exilio , tales como Negrín, Companys, Picasso y Pau Cassals".
 
 Para poner fin a este comentario, recuerdo que el duro tratamiento que  los refugiados españoles de la Guerra Civil recibieron en Francia, confinados en  campos de concentración en execrables condiciones, también fue ampliamente expuesto por Avelí Artís_ Gener en su obra "La diáspora republicana". Libro ampliamente comentado por mí, a cuyos comentarios me remito.
 
(*)http://www.acantilado.es/cont/catalogo/docsPot/ACA0095_ABC.pdf ( Como no he localizado la información publicada por M.D., la he sustituido por la publicada por ABC, artículo firmado por Bou, cuya lectura íntegra recomiendo.
(**) Soldados de Salamina, libro leído en el 2005 y pendiente de actualizar mis comentarios sobre el mismo.

(0) http://www.guerracivil.org/Carteles/Fontsere/Articulo.htm

(1) http://blogs.elconfidencial.com/cultura/animales-de-compania/2014-11-17/no-hay-mas-preguntas-senor-cercas_455599/  



(4) http://historiavera.com/2014/08/12/philippe-leclerc-liberador-de-paris-y-criminal-de-guerra/   “Decir Philippe Leclerc es nombrar al héroe que liberó París al mando de la 2º División Acorazada francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Su formación estaba compuesta por franceses y por un nutrido grupo de republicanos españoles exiliados, “La Nueve”.

(5) https://es.wikipedia.org/wiki/La_NueveEl 24 de junio de 1940, el III Reich vencía a Francia y le imponía el Armisticio tras una campaña de 40 días. Mientras tanto los puertos del África Occidental Francesa en Marruecos, Argelia y Senegal eran un caos, pues miles de refugiados se amontonaban en los muelles. Entre estos había muchísimos exiliados republicanos españoles de la Guerra Civil Española que habían huido de España debido al triunfo del general Francisco Franco.

La Francia de Vichy no ocultaba su desconfianza y rechazo hacia los republicanos españoles mayoritariamente izquierdistas y, aunque no procedió a deportarlos masivamente hacia España, les obligó a elegir entre prestar trabajos forzados en la metrópoli, enrolarse en la Legión Extranjera Francesa o ser repatriados voluntariamente.

(6) http://elpais.com/diario/2008/11/16/domingo/1226811153_850215.html  La última palabra de Juan Negrín El médico keynesiano
(7)http://www.ilustracionliberal.com/23/el-lado-oscuro-de-lluis-companys-jose-garcia-dominguez.HTML

(8)http://www.acantilado.es/catalogo/Un%20exiliado%20de%20tercera-94.htm
"Carles Fontserè, conocidísimo cartelista republicano, narra con viva emoción y acerado espíritu crítico un período crucial de la historia: desde el forzado exilio de los republicanos derrotados en la Guerra Civil hasta el desfile victorioso de los aliados en los Campos Elíseos de París. Fontserè arremete contra los tópicos de la memoria colectiva y las imposiciones de la historia oficial. Rememora sin tapujos la crueldad de los campos de concentración franceses, la utilización de los republicanos exiliados como carne de cañón en la Segunda Guerra Mundial, la apacible vida cotidiana y el bullicio noctámbulo del París ocupado por las tropas alemanas, el falso mito de la Resistencia o el mediocre papel de las elites republicanas en el exilio. Sus impagables vivencias atrapan al lector como si se tratase de una trepidante novela de aventuras que, sin embargo, no desdeña el apoyo de innumerables fuentes históricas, algunas de ellas silenciadas por los intereses dominantes. En sus memorias resuenan los ecos de los miles de «exiliados de tercera» que se vieron obligados a cruzar la frontera y acabaron arrastrados por el torbellino de la Segunda Guerra Mundial."

 

lunes, 7 de septiembre de 2015

María la del Puerto, Georges Simenon,


 En agosto pasado leí “María la del Puerto” de Simenon. Hace unos diez años la había leído por primera vez y conservaba un buen recuerdo. Sensación que sigo conservando. El ejemplar releído pertenece a la colección "Las novelas de Simenon", Luis de Caralt Editor, 1976. Traducción: José Luis Beltrán. La obra fue escrita en 1938.(*) Editada ese mismo año por Éditions Gallimard.
Novela de fácil lectura e interés creciente, desde su inicio hasta el final, al menos para mí lo fue. Sus personajes son gentes del común de una pequeña villa costera de Francia, Port en Bessin; en la que sus habitantes son pescadores, viven, pues,  del mar, siendo éste el eje de sus actividades. Seres sencillos cuyas necesidades, sentimientos y conflictos son muy parecidos a los propios o ajenos de nuestro cotidiano entorno. No hay, según creo,  idealización alguna en su personificación. Son tan corrientes que parecen reales, vivos. Sus virtudes y defectos son los habituales entre nosotros, los comunes mortales de cualquier raza, condición o país: indolencia, tacañería, pereza, lujuria, solidaridad, compañerismo, amor y afectos sinceros, envidia, etc., etc.

María, la protagonista, es un bello personaje. Se la conceptúa  como taimada. Los demás, ni los más próximos, saben lo que quiere, pues su actitud es apática, de glacial, al parecer, indiferencia. Sin embargo, los hechos nos muestran que ama a los suyos y se afana en su protección y ayuda. Así lo he visto yo. Resumidamente diré que la novela me gustó .

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(*) Llevada al cine, película francesa protagonizada por Jean Gabin y dirigida por Marcel Carné. Inédita en España.