domingo, 7 de noviembre de 2021

Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley.

Frankenstein o el moderno Prometeo. Mary Shelley. Colección Millenium, las 100 joyas del milenio, libro nº 18, Unidad Editorial, 1999. Título original: Frankenstein.Traducción de Manuel Serrat Crespo. Prólogo de Ana María Moix. Diseño cubierta e interiores: ZAC diseño gráfico. Ilustración: Toño Benavides. 

Hacia la mitad del libro el interés del principio empezó a decaer dando paso a la obligación autoimpuesta de acabarlo para conocer el final.

Mi interés inicial provenía por aspectos no del todo relacionados con la obra en sí, sino de algunos datos biográficos de su autora, tal como los dieciocho años que contaba cuando la escribió, las circunstancias que la impulsaron  e, incluso, la fecha de su publicación, año 1818, hace más de dos siglos, así como  el título completo original "Frankenstein o el moderno Prometeo".(*)                


Hasta la lectura del libro, la idea que tenía del personaje Frankenstein era la que nos ha sido transmitida por el cine de terror de un ser grande y monstruoso creado artificialmente por un científico utilizando resto de cadáveres y que, asimismo, tenía innatos instintos asesinos. Sin embargo, terminada la lectura de la novela,  quien más mereció mi conmiseración fue el engendro que no su creador, quien se metió en la consecución de una obra trascendental, sin, en ningún momento, detenerse a mirar sus consecuencias. No hubo cuestiones de tipo moral y sí el mayor sigilo y secretismo. A nadie hizo partícipe de sus proyectos ni de su obra y, por lo tanto, fue responsable único.Y 
para mayor inmoralidad, es la fealdad física de "la obra" la que asusta a su creador y le hace aborrecerla sólo dar el primer síntoma de vida y también abandonarla a su suerte. Sin, tampoco entonces, detenerse en consideraciones de orden moral acerca de sus responsabilidades, tanto con el nuevo ser, su criatura le gustase o no, como con el resto de la sociedad por desconocer las repercusiones que para ella tendría.


Este doctor Frankenstein me ha recordado a esos sesudos científicos que juegan en sus laboratorios a ser Dios,  sin prejuicios ni consideraciones morales de ningún tipo, alegando un falso afán de logros científicos para la Humanidad, cuando, en el fondo sólo pretenden , en el mejor de los casos, méritos y glorias personales, y otros, incluso, lucrarse, o sea, obtener beneficio económico.
 (**)

El libro no me gustó.

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(*) Prometeo. Mit. Hijo del titán Japeto y padre de Deucalión . En algunas mitologías aparece como el creador de los hombres a los que modeló en arcilla. La versión más común le designa como el bienhechor de la humanidad, a la que entregó el fuego que había robado a los dioses. Zeus castigó a los hombres creando a Pandora. A Prometeo lo encadenó en el Caúcaso, donde un águila le devora el hígado.


(**) En estos momentos de la humanidad puede que tengamos uno de los mejores ejemplos de los nefastos efectos de un nuevo doctor Frankenstein quien obedeciendo bastardos intereses creara el mortífero virus del  Covid 19, cuyas consecuencias últimas estamos aún por ver.

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