lunes, 28 de noviembre de 2011
Versiones actualizadas de tres grandes novelas:Las uvas de la ira, Qué verde era mi valle y Lo que el viento se llevó.
aquellos_ primeros_ libros: Las uvas de la ira, de John Steinbeck: Steinbeck recibió el premio Nobel de Literatura en 1962. Esta obra es una denuncia contra una injusticia social grave acontecida...
---------
---------
28 de noviembre de 2011 Esta obra de Steinbeck la leí hace unos quince años y aunque he olvidado muchos detalles y personajes de la historia, no olvidé la dramática situación a la que se ve arrastrada un grupo de gentes modestas por un cúmulo de abusos e injusticias sociales y económicas. Familias de campesinos que pierden sus tierras, sus viviendas,… todo. Miseria de la que tratarán de escapar marchando de sus lugares de origen a otros que, según les han contado, les esperan, cual Tierra Prometida. La tanta canallada descrita en la novela me impresionó.
Más recientemente, leí “Cuan verde era mi valle”, de Llewellyn, que en cierto modo, según creo, aborda similar cuestión. Es decir, los nefastos resultados de la avaricia desmedida de unos pocos, para los muchos de un lugar cualquiera del mundo. De unos pocos, ya ricos y poderosos, pero cuyas ambiciones e intereses particulares, en virtud de sus alianzas con el poder político, están por encima del bien común. Y mientras ellos son cada vez más ricos y poderosos, sus congéneres, en muchas ocasiones empleados y trabajadores suyos, ven y sufren con el envilecimiento general de sus condiciones laborales, sociales, económicas y morales, antaño buenas. Todas, al unísono, se van deteriorando a pasos agigantados; sin que, por otra parte, los poderes públicos hagan nada efectivo para, si no evitarlo, al menos frenarlo. Con el absurdo adicional que los sindicatos obreros no actúen en consonancia con esta dinámica y estén entretenidos en otras cuestiones alejadas de los problemas propios e intrínsecos de la clase trabajadora.
Más recientemente, leí “Cuan verde era mi valle”, de Llewellyn, que en cierto modo, según creo, aborda similar cuestión. Es decir, los nefastos resultados de la avaricia desmedida de unos pocos, para los muchos de un lugar cualquiera del mundo. De unos pocos, ya ricos y poderosos, pero cuyas ambiciones e intereses particulares, en virtud de sus alianzas con el poder político, están por encima del bien común. Y mientras ellos son cada vez más ricos y poderosos, sus congéneres, en muchas ocasiones empleados y trabajadores suyos, ven y sufren con el envilecimiento general de sus condiciones laborales, sociales, económicas y morales, antaño buenas. Todas, al unísono, se van deteriorando a pasos agigantados; sin que, por otra parte, los poderes públicos hagan nada efectivo para, si no evitarlo, al menos frenarlo. Con el absurdo adicional que los sindicatos obreros no actúen en consonancia con esta dinámica y estén entretenidos en otras cuestiones alejadas de los problemas propios e intrínsecos de la clase trabajadora.
En la obra de Steinbeck, el escenario es un lugar de los EEUU de Norteamérica. Sus protagonistas son campesinos de Oklahoma que lo han perdido todo, acosados por los acreedores bancarios, y se ven obligados a emigrar a California; zona entonces con grandes necesidades de mano de obra barata para sus grandes explotaciones agrícolas. Lugar en que estos pobres inmigrantes esperan hallar un paraíso, y, en cambio, encontrarán un infierno donde serán vilmente explotados, y trabajarán, los que trabajen, en condiciones de semi esclavitud, por salarios ínfimos, realizando los trabajos más pesados, en condiciones vejatorias e indignas para el ser humano. Y, encima, serán diana de los desprecios de los californianos del montón, o sea, de los económica y socialmente como ellos, pero naturales de California que ven en ellos un peligro cierto para sus actuales condiciones de trabajo.
En “Cuán verde era mi valle” la trama se desarrolla en Europa. Es un libro grueso, muchas son, pues, las páginas escritas por Llevellyn, describiéndonos la regresión de las condiciones laborales, sociales y económicas del colectivo minero de un pueblo de Gales, en el Reino Unido. A través de los distintos y numerosos miembros de una familia galesa, el autor nos relatará cómo van desapareciendo la bonanza general de la que disfrutaban aquellas gentes, tanto en su entorno social, como en el laboral y también en el entorno natural, ya que los negros residuos de la mina de carbón se extienden y van cubriendo la verde campiña del valle.
Ambos libros fueron llevados al cine por John Ford, el famoso cineasta estadounidense. “Las uvas de la ira”, en 1940 y “Qué verde era mi valle” en 1941.
La cita de estos dos libros obedece a la comparación que me hago de la situación actual de las clases modestas españolas con la de los colectivos descritos en las novelas citadas. Pienso que, desgraciadamente, el presente de la realidad española en general, y el de Cataluña en particular, ofrece muchas similitudes en cuanto a la evolución de los hechos, y, principalmente, de los resultados de la acción devastadora de la codicia humana, cuando unos pocos pueden hacer lo que les venga en gana porque los que gobiernan lo hacen de espaldas a la realidad y se olvidan del bien común. Bien común que los gobernantes deberían guardar y potenciar con normas de conducta basadas en las leyes naturales o divinas. Y, en cambio, favorecen continua e ilimitadamente los intereses y ambiciones exorbitados de unos pocos. Unos cuantos, casi siempre de las mismas familias de conocidos apellidos, que no tienen límite alguno en su afán de riquezas y de poder, ni, tampoco, ningún tipo de prejuicios ni orden moral que les intimide. El prójimo no existe para ellos. Sólo saben conjugar en la primera persona del singular. Y si lo hacen en plural es porque atañe a la casta, o al grupo familiar, social, político o económico del que forman parte.
En alguna otra ocasión he manifestado que me agradaría la existencia de un libro o película que describiera, sin sesgos ideológicos de ningún tipo, la realidad que las gentes de este país estamos sufriendo desde que la llamada democracia fue instaurada en España. Que a modo de testimonio verídico,nos permitiera ver el antes y después, pero- insisto- de manera veraz e imparcial.
Si bien el comentario se hace algo largo, a modo de ejemplo, citaré el sistema financiero español. Otrora modelo de solvencia, dinamizador económico a través de las carteras industriales en poder de bancos y cajas, y, también, uno de los grandes empleadores del factor trabajo, con plantillas de miles de empleados que gozaban de retribuciones y condiciones laborales superiores a las de otros sectores empresariales; así como la seguridad de tener un trabajo estable. ¿Qué, pues, ha sido de aquellas vetustas instituciones?¿Qué de sus carteras industriales?¿Qué de la estabilidad laboral de sus empleados?¿Qué del crédito a pymes, a los autónomos y a las familias? ¿Qué de la honestidad de los banqueros? ¿Qué hace el controlador bancario, es decir, el Banco de España? La respuesta es, como en la famosa película protagonizada por Vivian Leigh y Clark Gable, “Lo que el viento se llevó”, aunque, particularmente, prefiero una traducción literal, "ido con el viento", con el viento, eso sí, de la avaricia sin límites de unas élites golosas y aprovechadas .
17 de enero de 2018: En la actualidad estoy leyendo la famosa novela de Margaret Mitchell , "Lo que el viento se llevó". Siendo muy joven la leí, y también, en dos o tres ocasiones, he visto la popular película basada en el libro. No obstante- acaso por mis ya muchos años- no puedo dejar de sentir gran admiración por la escritora norteamericana y su capacidad para dejar constancia de modo tan interesante y bello, de uno de los momentos históricos- pienso- más trágicos de la historia de su país, los Estados Unidos de Norteamérica, cuando la guerra civil entre el industrializado Norte, y el agrícola Sur, con sus grandes plantaciones de algodón y dotaciones también numerosas de esclavos negros. La versión que estoy leyendo es antigua, de los años cuarenta del pasado siglo XX,un libro de más de mil cien hojas con letra pequeña. Parece un devocionario dado su grosor y el amarillo de sus hojas. La historia de amor entre Escarlata y Rett, que de joven tanto me entusiasmara, queda completamente en un segundo o tercer plano, absorbida mi atención e interés en la detallada descripción de los ambientes, las costumbres y los perfiles humanos de los distintos personajes, tanto principales como secundarios. Todos ellos del Sur, son sureños, blancos, negros, ricos, pobres, libres, esclavos, rústicos, urbanos, ...protagonistas en su conjunto de unos acontecimientos que cambiaron drásticamente su mundo. Mundo bien distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario