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jueves, 7 de diciembre de 2017

"Cuento de Navidad/ El grillo del hogar", de Charles Dickens.

Cuento de Navidad”/” El grillo del hogar”, Charles Dickens, Biblioteca Básica Salvat, libro RTV 52, prólogo de Miguel Delibes, Madrid 1970.

Comencé este año 2017 que ya se va acabando, con la lectura de este libro de la Colección Biblioteca Básica Salvat de libros RTV. Lo elegí como lectura al constatar que  el prólogo se debía a Delibes, el autor vallisoletano. Un espléndido prólogo que  nos  sitúa en  el lugar,  en la época y las circunstancias particulares del relato, pero, principalmente, te habla y explica quién fue su autor, Dickens,  del que nos dice Delibes  : “fue uno de los primeros  novelistas –protesta, el cual, entre el humor y la ternura, denuncia abusos, ataca a organismos e instituciones y fustiga, en fin, sin piedad los sistemas que prevalecen en cárceles, orfanatos, educación, administración de justicia, etc. … humanista, ser bueno y sensible, tiene fe en la política de los retoques; no aspira a remover los cimientos sobre los que descansa el espléndido aislamiento inglés…novelista de raza: agudeza para ahondar en el alma humana, facultad de desdoblamiento (es Dickens, seguramente, uno de los novelistas de todos los tiempos que más rica y variada galería de tipos humanos nos ha legado) y un personal sentido de la ambientación que hace que una página de este autor sea fácilmente identificable por un lector de mínima cultura”.
Las dos obras de que consta el libro son narraciones cortas. La primera de ellas,” Cuento de Navidad” es muy conocida. Yo no la tenía leída pero si vista en una película en versión para niños, con, desde luego, sustanciales cambios en cuanto a la caracterización de los personajes protagonistas de la historia como a la ambientación, pero no en su fondo argumental que es la reconversión a su estado original de alma buena y generosa , de un ser  ahora   deshumanizado , avaro y egoísta; reconversión inspirada por el espíritu de la Navidad, ese “estado de beatitud”, así calificado por Delibes,  “ que provoca en el hombre, inglés o no, la Natividad del Señor,  espíritu de reconciliación, de generosidad, de caridad, de ayuda al desvalido, de misericordia, de paz…
Pero ¡quién  mejor que el propio Dickens para  explicar lo que es el Espíritu de la Navidad! Así, reproduzco sus palabras:
“Mucho fue lo que vieron, y lejos adonde fueron, así como varios los hogares que visitaron, pero todo acabó felizmente. El espíritu se quedaba algún tiempo en la cabecera del lecho de los enfermos y ellos se sentían alegres; a los que estaban en tierras extrañas, él los acercaba a la patria; a los que combatían, les daba confianza en un mejor futuro; a los pobres, les concedía la ilusión de la riqueza. En los asilos, hospitales, prisiones, en todo refugio de la miseria donde el hombre, envanecido con su brevísima autoridad, no hubiese hecho cerrar la puerta y dejado fuera al espíritu, dejó su bendición y enseñó a Scrooge sus preceptos.” (pág. 73)



En cuanto a la segunda de las narraciones,El grillo del hogar” (Cuento de hadas doméstico) estuve a punto de no acabar su lectura debido a los elementos mágicos descritos en la introducción de la historia que me hicieron suponer que tal vez me hallase ante , tal como señala el subtítulo, un cuento de hadas. Y no porque no me gusten los cuentos de hadas, aquéllos que en mí ya lejanísimos años de la niñez y adolescencia me ilusionaron tanto, no fue esa la razón, sino que buscaba algo desenfadado pero con fondo. Justamente lo que finalmente esta lectura me proporcionó. El mensaje o enseñanza es que no hemos de  basar nuestras consideraciones y juicios sobre las apariencias, muchas veces engañosas y cargadas de personales sesgos y la maledicencia de algunos ,  pero casi siempre ajenas y lejanas a la realidad; brillos que ciegan nuestros ojos y entendimiento a la realidad inmediata, la de que un ser bueno y leal, amante de los suyos, del que tenemos infinidad de muestras palpables de ello, de pronto, de la noche a la mañana, sea(lo convirtamos) un ser diametralmente opuesto a lo que lo teníamos. La historia como los personajes son simples y en ella son enaltecidos los valores del hogar cristiano.

martes, 30 de diciembre de 2014

La pequeña Dorrit, Carlos Dickens


Se acaba el año 2014 y aún tengo pendiente de comentar tres de los libros que durante su curso leí. Así que me pongo a escribir para ver de concluir con el año las tareas pendientes.

Empezaré por el más antiguos de los leídos, La pequeña Dorrit, novela de Carlos Dickens, Editorial Bruguera, 6ª edición, marzo 1973, Colección Historias, Serie Clásicos Juveniles, nº 19, traducción Enrique Martínez Fariñas, ilustración de sobrecubierta de Bosch Penalva, ilustraciones interiores de Jaime Juez Castellá. Título original: “Little Dorrit”.

Hace ya unos cinco o seis años leí “Oliver Twist”, cuyo comentario dejé pendiente, y luego, cuando quise hacerlo, me sentí incapaz. No quiero que con “La pequeña Dorrit” me pase igual, cuya lectura me resultó amena y especialmente ilustrativa por los contrastes que nos ofrece la situación allí descrita en relación al presente, porque, en esta historia, Dickens nos habla de deudores morosos que van a la cárcel  y junto con ellos sus familias. 

Dorrit, la protagonista, ha nacido y vive  con su familia en la cárcel de Marshalsea, en cuyo interior, según describe Dickens, “había una prisión mucho más severa para contrabandistas, donde también se encerraba a los infractores de las leyes de impuestos y de tarifas aduaneras.”  Pienso que esta particularidad fue uno de los principales motivos que me llevó a continuar leyendo la novela, cuyos inicios no me agradaron mucho.  La historia es sencilla y en su fondo lo que prima es el amor y la ejemplaridad de las conductas tanto de la jovencita, una abnegada, sencilla, trabajadora y amorosa hija y hermana, como del protagonista masculino, Arthur Clennam. 

Por lo demás, creo que la trama argumental hoy queda fuera de lugar, pues hasta aparece un especulador financiero, muy bien conceptuado y hombre de moda en las altas finanzas,  que pone fin a su vida, incapaz de soportar el descrédito y el deshonor  que sobre él devendrían, tras el conocimiento público de sus trapicheos y, finalmente, causa y ruina de los muchos que en él confiaron. 

¡Vamos, que ni parecido con el presente, al menos de España! Este lugar del mundo en que prestigiosos banqueros,  y hasta ex miembros de gobierno o ex ministros, en apariencias o mejor dicho, esperada solvencia moral y económica, finalmente han metido la mano en el cajón y…