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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Narraciones, Antón P. Chéjov(Traducidas por José Laín Entralgo)


Diez son las narraciones que componen la selección de obras de Anton P. Chéjov , editada por Salvat , año 1970Libro 44, de la Colección Biblioteca Básica Salvat de Libros RTV. Prólogo, selección y traducción del ruso por José Laín Entralgo. (1) De las cuales sólo leí las cinco primeras. Cuando estaba leyendo  el tercer relato, “Un asesinato”,  entonces ya,  estuve a punto de interrumpir la lectura  del libro,  porque me desagradaban la sordidez  de ambientes y conflictos planteados, así como de los  personajes descritos. Estos últimos, en su mayoría, seres egoístas, envidiosos, alcoholizados, violentos, fanáticos religiosos,  y  en suma, indolentes ante el dolor ajeno, e incapaces de ponerse en el lugar del otro.  Con la particularidad adicional que los pocos de estos personajes que no se ajustaban a los  sombríos perfiles anteriores,  terminaban perdiendo la razón  o muertos. En fin, desenlaces deprimentes, al menos para mi gusto. Prefiero las historias edificantes y más si tienen un si no feliz, sí esperanzador final.  

Comentaré, pues, las que más me impresionaron, entre las cuales se halla "La sala número Seis", la primera de las citadas diez narraciones que constituyen esta selección. Una novela corta; su protagonista es un médico sin vocación, director desde hace veinte años de un hospital  general de una apartada población. Establecimiento en el que imperan la desidia y la corrupción,  tanto  institucional como funcional,  que cuenta con un pabellón destinado a los enfermos mentales, la Sala 6. Entre los enfermos allí internos destaca  Iván Dmítrich Grómov,  que es definido como "un desordenado revoltijo de cosas viejas, pero no caducas" porque habla y cavila acerca de temas universales  como  son, por ejemplo,  " la vileza humana", " la violencia que pisotea la justicia", " la fe esperanzadora en  una hermosa vida que con el tiempo reinará en la tierra, o “la cerrazón y crueldad de los opresores". Me resultó un bello personaje. Se le describe como un funcionario de juzgados, lector empedernido que lee todo lo que le cae en sus manos, de noble corazón y muy inclinado a favorecer al pobre y desvalido. Ser que de modo brusco vio cambiada su existencia, pasando de bien, cómoda y apacible a la repentina ruina y pérdida de uno de sus seres más próximo y querido. 

El reparto de esta novela se completa con unos personajes, todos, absolutamente todos, muy sórdidos, incluido el propio protagonista, el Doctor Andrei Efímich Raguin. Tanto como la sordidez de sus vidas, y  del  hospital con su pabellón donde están recluidos los enfermos, bajo la custodia del feroz e inhumano Nikita.

 Me resultó una lectura deprimente. Sufres.

Seguidamente copio y pego, algunos de los párrafos dedicados a la semblanza del personaje Iván Dmítrich Grómov, a fin de poder apreciar su belleza espiritual y elevada condición moral:
Hablaba con voz de tenor, alta y apasionada, descontenta e indignada, o con entusiasmo y asombro, y siempre era sincero. Cualquiera que fuese el tema, siempre llegaba a una conclusión: la vida en la ciudad era agobiante y aburrida; la sociedad carecía de intereses elevados; era una vida absurda y oscura en la que los únicos elementos que contribuían a darle variedad eran la violencia, la grosera corrupción y la hipocresía. Los miserables estaban hartos y bien vestidos, mientras que los hombres honrados se alimentaban de migajas. Hacían falta escuelas, un periódico local con una orientación honesta, un teatro, conferencias públicas, cohesión de los intelectuales. En sus juicios sobre la gente empleaba grandes pinceladas de blanco y negro, sin admitir ningún otro matiz: la humanidad se dividía, para él, en honrados y canallas, sin nada intermedio. (...)Su innata delicadeza, su espíritu servicial, su decoro y pureza moral, su raída levita, su aspecto enfermizo y sus desgracias familiares despertaban un sentimiento bueno, cariñoso y triste; además, era culto y había leído mucho, lo creían al tanto de todo y en la ciudad era a modo de un viviente diccionario de consulta. Leía muchísimo. Se pasaba largas horas en el club, acariciándose nervioso la barbita y hojeando revistas y libros; por la cara se veía que no leía, sino que devoraba, sin tiempo casi de masticar. Hay que suponer que la lectura era para él una costumbre morbosa, puesto que se lanzaba con igual avidez sobre todo lo que le venía a mano, hasta sobre periódicos y calendarios de años anteriores. En casa siempre leía tumbado.(…) 

La tercera de las narraciones “Un asesinato”, se desarrolla dentro de un contexto de personajes embrutecidos que actúan arrastrados por sus desenfrenadas pasiones e intereses personales,  o de  religiosidad falsa con estrechos requerimientos morales a los otros mientras que para consigo mismo se es laxo, pero que muy laxo.   Estas últimas características están encarnadas en un personaje de elevada soberbia   que hace una muy particular y compleja  interpretación de los mandatos evangélicos; muy alejada- según creo -  de su simplicidad real ,   que tal como señaló Jesucristo, se sintetizan   en amar a Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo, y cuya práctica habitual implica ser  misericordiosos, humildes,  bondadosos  y, en resumen, desear y hacer a los demás lo mismo que  para nosotros.  

La cuarta de las narraciones,”Kashtanka”,  me agradó;  tiene como protagonista a un perro que se pierde y es recogido por un nuevo amo. Persona ésta que quiere  a los animales  y con cariño  les cuida y alimenta, a la vez que los adiestra para utilizarlos  en su negocio.   Una bonita historia que compensa en parte  la sensación angustiosa creada por  la sordidez general de los personajes y los ambientes descritos por las tres primeras historias, “La sala número seis", “Vecinos” y “Un asesinato”.

Tras la lectura de la quinta de las narraciones, “Ladrones”, comprendida dentro de la misma siniestra línea argumental antes citada, decidí por cambiar a otro libro.

 ¡Cuán, puff,  negros , grises y  fríos los cuadros aquí pintados por Chéjov! (2)
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(1)   José Laín Entralgo,  hermano de Pedro Laín Entralgo. Estuvo exiliado en la URSS durante más de veinte años. Regresó en 1957 y se dedicó a la traducción.  Reproduzco(copio y pego ) texto publicado  por  www.avempace.com/file.../2470/JOSÉ+LAÍN+ENTRALGO,+traductor+del+ruso.pdf



José Laín , fundador de las Juventudes Socialistas Unificadas, estudió Derecho en la Universidad de Madrid y se afilió al Partido Comunista durante la guerra. Cuando el 13 de marzo de 1938, entraron en Urrea las tropas navarras del Frente Nacional procedentes de Belchite, al no hallar al “rojo” José Laín, por entonces en el frente de guerra, se enseñaron con su mujer, duramente represaliada, aunque finalmente pudo reunirse en el extranjero con su marido. Los bienes de la familia fueron incautados. Al terminar la guerra, José y su familia se marcharon a Argel y a la U.R.S.S., apartándose cada vez más de la vida política (según se ha escrito, quizá porque iba perdiendo la confianza de los dirigentes comunistas a causa de su hermano Pedro, conocido falangista). Lo cierto es que volvió a España y murió poco después, en 1972 . Pedro y José, como los hermanos Manuel y Antonio Machado, como otras muchas familias españolas de los años treinta y cuarenta, representan perfectamente el drama de una guerra mal llamada “civil” que partió en dos a un país, sembrado de cainismos fratricidas. Los hermanos Laín Entralgo representan también ese anhelo de reencuentro, de amor fraterno nunca roto por las divergencias ideológicas que los separaban. Un ejemplo más de don Pedro y la recta familia en la que nació y con la que vivió en sus primeros años de aprendizaje. *

(2) Ha llamado mi atención que según leí en biografiasyvidas.com, los primeros escritos de Chéjov se caracterizaron por el  tono humorístico. Lo cual me lleva a pensar que he tenido mala suerte, porque de las cinco leídas, ninguna podía encajarse bajo esta denominación. Ni tan siquiera la protagonizada por el perro.  En otra ocasión, D.M.,  retomaré este libro  RTV 44 y leeré  las otras cinco narraciones (Cirugía, El camaleón, La boticaria, Una corista, y Zinochka”) con las que ahora no he querido( o más bien podido) continuar.