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miércoles, 19 de mayo de 2021

Todo modo, Leonardo Sciascia



 Todo modo, Leonardo Sciascia. Colección Millenium, las 100 joyas del milenio. Publicada por El Mundo, Unidad Editorial, 1999. Título original: Todo modo. Traducción de Joaquín Jordá. Prólogo de Francisco J. Satué.

La obra se publicó en 1974. Para mí es una segunda lectura. Entonces me gustó más que ahora.

Narración en primera persona cuyo protagonista principal, un afamado y ya bien situado pintor llega por azar a una recóndito lugar donde hay un hotel-ermita donde comenzarán de inmediato unos ejercicios espirituales (1) destinados a personajes masculinos de lo más selecto de la sociedad italiana entre los cuales hallamos dignidades eclesiásticas, ministros, banqueros, industriales, altos funcionarios y hasta directores de periódicos.

Compartiendo protagonismo con el pintor narrador está el  padre Gaetano, enigmático  personaje y un sacerdote- pienso- muy sui géneris. Es el  promotor y director de los ejercicios así como del negocio hotelero. Particularmente no me ha quedado claro el papel real jugado en esta trama. Si ¿ víctima o verdugo?

En cuanto al título alude a la frase de San Ignacio de Loyola, “Todo modo, todo modo para buscar y hallar la voluntad divina”.

Lo antes dicho no debe llevarnos a engaño,  pues estamos ante una narración de intriga, con muertos incluidos y con la particularidad de un final muy abierto. Y lo que realmente quiero decir, sin saber quién, quiénes o el por qué. (2)

La trama novelesca  brinda un panorama nada halagüeño  de la  élite social allí congregada. Círculo de privilegiados en  el que priman las envidias, la hipocresía y la  doble moral. Los asistentes están lejos de buscar una conversión o espiritualidad superior. Parece más bien un club social de alto standing en el cual se ejercitan las influencias personales y donde  los sacerdotes, por cierto, tampoco  quedan bien conceptuados. 

 

___________ 

(1)    Ejercicios espirituales: San Ignacio los define así:

“Por este nombre se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma, para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos, ...) con el fin de buscar y hallar la voluntad divina.”

(2)    En aquella ya citada primera lectura se me pasó por alto la alusión del prólogo al asesinato de Aldo Modo. Incluso se llega a hablar del título “Todo Modo” y su relación eufónica  con el político de la Democracia Cristiana.